Arcivescovo Carlo Maria Viganò
Bergoglio pretende cambiar fundamentalmente el concepto de Orden Sagrado, colocando junto al Sacerdocio (reservado a los hombres) formas de ministerio "no ordenado" para las mujeres, con vistas a su ordenación sacramental.
El defensor público dirá que no, Bergoglio no quiere nombrar mujeres diáconos ni sacerdotes, y mucho menos obispos, y que son especulaciones de quienes siembran división entre los fieles.
Si ese es el caso, ¿por qué Bergoglio invitó a una "obispo" anglicana, es decir, una mujer herética, cismática y ordenada inválidamente, a la reunión del Consejo de Cardenales para hablar sobre "la igualdad de género y el papel de la mujer en la Iglesia"?
El jesuita argentino ya ni siquiera intenta disimular sus intenciones, y resulta grotesco ver con qué descaro los cortesanos de Santa Marta celebran su apostasía.
La jerarquía de la "iglesia sinodal" bergogliana ha eclipsado totalmente a la Jerarquía católica para convertirse en la sirvienta del Nuevo Orden Mundial y de la Religión Masónica de la Humanidad. Este conventículo de herejes no puede continuar impunemente usurpando la autoridad de Cristo en la tierra, y aquellos que continúan defendiendo a los subversarios declarados se convierten en sus cómplices.
Bergoglio y curas modernistas se rebelan contra el sacramento del orden sacerdotal.

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