martes, 31 de mayo de 2022

¡Santa fiesta de María Reina! - 31 de mayo

 




El mes de mayo termina hoy con la fiesta de María Reina.

Esta fiesta fue instituida para cerrar solemnemente el mes de María, el 31 de mayo. El Papa Pío XII la estableció con su encíclica Ad caeli Reginam, fechada el 11 de octubre de 1954.

"Concédenos, Señor, gracias a la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Reina, cuya fiesta celebramos, poder obtener la paz en esta vida y la gloria en la otra." Oración de la Misa.

He aquí un extracto del sermón de San Pedro Canisio que la Iglesia lee en la segunda nocturna de esta fiesta:

Si seguimos a San Juan Damasceno, San Atanasio y otros, ¿por qué no llamar a María Reina, ya que su padre David recibe la mayor alabanza en la Escritura como un rey famoso, y su hijo como Rey de reyes y Señor de señores, cuyo reino no tiene fin?

Ella es la reina, además, en comparación con los santos que reinan como reyes en el reino celestial, coherederos con Cristo, el gran Rey, puestos en el mismo trono con Él, como dice la Escritura.

Y como Reina supera en dignidad a los elegidos, y se eleva tanto más arriba que los Ángeles y los santos, que nada puede ser más elevado o más santo que ella, que es la única que tiene al mismo Hijo que Dios Padre, y que ve por encima de ella solo Dios y Cristo, y debajo de Ella sus criaturas.

El gran Atanasio dijo que "María no solo es la Madre de Dios, sino que también puede llamarse verdadera y verdaderamente Reina y Señora, ya que de hecho el Cristo que nació de la Virgen Madre es Dios y Señor y Rey. Es a esta Reina, por lo tanto, que las palabras del salmista se aplican: La reina toma su lugar en su mano derecha en las prendas de oro".

Así, María es justamente llamada Reina, no solo del cielo, sino también de los cielos, como la Madre del Rey de los Ángeles, y como la Novia y amada del Rey de los cielos.

Oh María, la más augusta Reina y la Madre más fiel, a la que nadie que con devoción reza, lo hace en vano, y con quien todos los mortales están obligados por el recuerdo perdurable de tantos beneficios; con reverencia te suplico que aceptes mi devoción hacia ti, y acojas el pobre regalo que ofrezco de acuerdo con el celo con el que te lo ofrezco, y me recomiendes a tu Hijo todopoderoso.

viernes, 27 de mayo de 2022

Novena breve al Espíritu Santo



Por la señal ✠ de la Santa Cruz, 

de nuestros ✠ enemigos, 

líbranos Señor ✠ Dios nuestro. 

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.


Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén. 

Pide al  Espíritu Santo la Gracia que deseas alcanzar 

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ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor. Oh, Dios, que con la luz del Espíritu Santo iluminas los corazones de tus fieles, concédenos que guiados por el mismo Espíritu, disfrutemos de lo que es recto y nos gocemos con su consuelo celestial.




Primer Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Sabiduría, concédenos la gracia de apreciar y estimar los bienes del cielo y muéstranos los medios para alcanzarlos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Segundo Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Entendimiento, ilumina nuestras mentes respecto a los misterios de la salvación, para que podamos comprenderlos perfectamente y abrazarlos con fervor. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.






Tercer Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Consejo, inclina nuestros corazones a actuar con rectitud y justicia para beneficio de nosotros mismos y de nuestros semejantes.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Cuarto Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Quinto Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenas para así no perder las eternas. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Sexto Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Piedad, inspíranos a vivir sobria, justa, y piadosamente en esta vida, para alcanzar el cielo en la otra vida. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



7º Don

Ven, Espíritu Santo, por tu don de Temor de Dios, hiere nuestros cuerpos con tu temor para así trabajar por la salvación de nuestras almas. 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.





Oración

Oh Dios, que has unido las naciones en la confesión de tu nombre, concédenos que los que hemos renacido por el agua del bautismo, tengamos la misma fe en nuestros corazones y la misma piedad en nuestras acciones.

Oh Dios, que enviaste el Espíritu Santo a los apóstoles, oye las oraciones de tus fieles para que gocemos de la verdadera paz, quienes por tu gracia, hemos recibido el don de la verdadera fe. Te suplicamos, Oh Dios, que tu Santo Espíritu encienda en nuestros corazones esa llama que Cristo trajo a la tierra y deseó ardientemente fuera encendida.

Inflama, Oh Señor, nuestros corazones con el fuego del Espíritu Santo, para que te sirvamos castos de cuerpo y limpios de corazón. Enriquece, Señor, nuestros corazones derramando con plenitud tu Santo Espíritu por cuya sabiduría fuimos creados y por cuya providencia somos gobernados.

Te suplicamos, Oh Dios Todopoderoso y Eterno, que tu Santo Espíritu nos defienda y habite en nuestras almas, para que al fin, seamos los templos de su gloria.

Te pedimos, Señor, que según la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos lleve al conocimiento pleno de toda la verdad revelada.  Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
 



jueves, 26 de mayo de 2022

La Ascensión de Nuestro Señor: Dom Gueranger


 "Año Litúrgico"

Dom Próspero Gueranger


LA ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR

La inefable sucesión de los misterios del Hombre- Dios está a punto de recibir su último complemento. Pero el gozo de la tierra ha subido hasta los cielos; las jerarquías angélicas se disponen a recibir al jefe que les fue prometido, y sus príncipes están esperando a las puertas, prestos a levantarlas cuando resuene la señal de la llegada del triunfador. Las almas santas, libertadas del limbo hace cuarenta días, aguardan el dichoso momento en que el camino del cielo, cerrado por el pecado, se abra para que puedan entrar ellas en pos de su Redentor. La hora apremia, es tiempo que el divino Resucitado se muestre y reciba los adioses de los que le esperan hora por hora y a quienes El dejará aún en este valle de lágrimas,

EN EL CENÁCULO. — Súbitamente aparece en medio del Cenáculo. El corazón de María ha saltado de gozo, los discípulos y las santas mujeres adoran con ternura al que se muestra aquí abajo por última vez. Jesús se digna tomar asiento en la mesa con ellos; condesciende hasta tomar parte aún en una cena, pero ya no con el fin de asegurarles su resurrección, pues sabe que no dudan; sino que en el momento de ir a sentarse a la diestra del Padre, quiere darles esta prueba tan querida de su divina familiaridad. ¡Oh cena inefable, en que María goza por última vez en este mundo del encanto de sentarse al lado de su Hijo, en que la Iglesia representada por los discípulos y por las santas mujeres está aún presidida visiblemente por su Jefe y su Esposo!

¿Quién podría expresar el respeto, el recogimiento, la atención de los comensales y describir sus miradas fijas con tanto amor sobre el Maestro tan amado? Anhelan oír una vez más su palabra; ¡les será tan grata en estos momentos de despedida!... Por fin Jesús comienza a hablar; pero su acento es más grave que tierno. Comienza echándoles en cara la incredulidad con que acogieron la noticia de su resurrección En el momento de confiarles la más imponente misión que haya sido transmitida a los hombres, quiere invitarles a la humildad. Dentro de pocos días serán los oráculos del mundo, el mundo creerá sus palabras y creerá lo que él no ha visto, lo que sólo ellos han visto.

La fe pone a los hombres en relación con Dios; y esta fe no la han tenido, desde el principio, ellos mismos: Jesús quiere recibir de ellos la última reparación por su incredulidad pasada, a fin de establecer su apostolado sobre la humildad.

LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO. Tomando enseguida el tono de autoridad que a él sólo conviene, les dice: "Id al mundo entero, predicad el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que no crea, se condenará"2. Y esta misión de predicar el Evangelio en el mundo entero; ¿cómo la cumplirán? ¿Por qué medio tratarán de acreditar su palabra? Jesús se lo indica: "He aquí los milagros que acompañarán a los que creyeren: arrojarán los demonios en mi nombre; hablarán nuevas lenguas; tomarán las serpientes con la mano; si bebieren algún veneno, no les dañará; impondrán sus manos sobre los enfermos, y los enfermos sanarán'".

Quiere que el milagro sea el fundamento de su Iglesia como El mismo lo escogió para que fuese el argumento de su misión divina. La suspensión de las leyes de la naturaleza anuncia a los hombres que el autor de la naturaleza va a hablar; a ellos sólo les toca entonces escuchar y someterse humildemente.

He aquí pues a estos hombres desconocidos del mundo, desprovistos de todo medio humano, investidos de la misión de conquistar la tierra y de hacer reinar en ella a Jesucristo. El mundo ignora hasta su existencia; sobre su trono, Tiberio, que vive entre el pavor de las conjuraciones no sospecha en absoluto esta expedición de un nuevo género que va a abrirse y llegará a conquistar al imperio romano. Pero a estos guerreros les hace falta una armadura, y una armadura de temple celestial. Jesús les anuncia que están para recibirla. "Quedaos en la ciudad, les dice, hasta que hayáis sido revestidos de el poder de lo alto'". ¿Cuál es, pues, esta armadura? Jesús se lo va a explicar. Les recuerda la promesa del Padre, "esta promesa, dice, que habéis oído de mi boca. Juan ha bautizado en agua; pero vosotros, dentro de pocos días, seréis bautizados en el Espíritu Santo".

HACIA EL MONTE DE LOS OLIVOS. — Pero la hora de la separación ha llegado. Jesús se levanta y todos los asistentes se disponen a seguir sus pasos. Ciento veinte personas se encontraban reunidas allí con la madre del triunfador que el cielo reclamaba. El Cenáculo estaba situado sobre el monte Sión, una de las colinas que cerraba el cerco de Jerusalén. El cortejo atraviesa una parte de la ciudad, dirigiéndose hacia la puerta oriental que se abre sobre el valle de Josafat. Es la última vez que Jesús recorre las calles de la ciudad réproba. Invisible en adelante a los ojos de este pueblo que ha renegado de El, avanza al frente de los suyos, como en otro tiempo la columna luminosa que dirigió los pasos del pueblo israelita.

¡Qué bella e imponente es esta marcha de María, de los discípulos y de las santas mujeres, en pos de Jesús que no debe detenerse más que en el cielo, a la diestra del Padre! La piedad de la edad media la celebraba en otro tiempo por una solemne procesión que precedía a la Misa de este gran día. Dichosos siglos, en que los cristianos deseaban seguir cada uno de los pasos del Redentor y no sabían contentarse, como nosotros, de algunas vagas nociones que no pueden engendrar más que una piedad vaga como ellas.

LA ALEGRÍA DE MARÍA.-—Se pensaba también entonces en los sentimientos que debieron ocupar el corazón de María durante los últimos instantes que gozó de la presencia de su hijo. Se preguntaba qué era lo que más pesaba en su corazón maternal, si la tristeza de no ver más a Jesús, o la dicha de sentir que iba por fin a entrar en la gloria que le era debida. La respuesta venía al punto al pensamiento de esos verdaderos cristianos, y nosotros también, nos la damos a nosotros mismos. ¿No había dicho Jesús a sus discípulos: "¿Si me amaseis, os alegraríais de que fuese a mi Padre?'". Ahora bien, ¿quién amó más a Jesús que María?

El corazón de la madre estaba pues alegre en el momento de este inefable adiós. María no podía pensar en sí misma, cuando se trataba del triunfo debido a su hijo y a su Dios.

Después de las escenas del Calvario, podía ella aspirar a otra cosa que a ver al fin glorificado al que ella conocía por el soberano Señor de todas las cosas, al que ella había visto tan pocos días antes, negado, blasfemado, expirando en medio de los dolores más atroces.

El cortejo ha atravesado el valle de Josafat y ha pasado el torrente del Cedrón; se dirige por la pendiente del monte de los Olivos. ¡Qué recuerdos vienen a la memoria! Este torrente, del que el Mesías había bebido el agua fangosa en sus humillaciones, se ha convertido hoy para El en el camino de la gloria. Así lo había anunciado David. Se deja a la izquierda el huerto que fue testigo de la Agonía, la gruta en que fue presentado a Jesús y aceptado por El el cáliz de todas las expiaciones del mundo. Después de haber franqueado un espacio que San Lucas calcula como el que les era permitido recorrer a los judíos en día de Sábado, se llega al terreno de Betania a esta aldea en que Jesús buscaba la hospitalidad de Lázaro y de sus hermanas. Desde este rincón del monte de los Olivos se dominaba Jerusalén que aparecía majestuosa con su templo y sus palacios.

Esta vista emocionó a los discípulos. La patria terrestre hace aún palpitar el corazón de estos hombres; por un momento olvidan la maldición pronunciada sobre la ingrata ciudad de David, y parecen no acordarse ya de que Jesús acaba de hacerles ciudadanos y conquistadores del mundo entero. El delirio de la grandeza mundana de Jerusalén les ha seducido de repente y osan preguntar a Jesús su Maestro: "Señor, ¿es este el momento en que establecerás el reino de Israel?"

Jesús responde a esta pregunta indiscreta: "No os pertenece saber los tiempos y los momentos que el Padre ha reservado a su poder." Estas palabras no quitaban la esperanza de que Jerusalén fuese un día reedificada por Israel convertido al cristianismo; pues este restablecimiento de la ciudad de David no debía tener lugar más que al fin de los tiempos, y no era conveniente que el Salvador diese a conocer el secreto divino. La conversión del mundo pagano, la fundación de la Iglesia, era lo que debía preocupar a los discípulos. Jesús les lleva inmediatamente a la misión que les dió momentos antes: "Vais a recibir, les dice, el poder del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra'".

LA ASCENSIÓN AL CIELO. — Según una tradición que remonta a los primeros siglos del cristianismo, era el medio día la hora en que Jesús fue elevado sobre la cruz cuando, dirigiendo sobre la concurrencia una mirada de ternura que debió detenerse con complacencia filial sobre María, elevó las manos y les bendijo a todos. En este momento sus pies se desprendieron de la tierra y se elevó al cielo.

Los asistentes le seguían con la mirada; pero pronto entró en una nube que le ocultó a sus ojos2. Los discípulos tenían aún los ojos fijos en el cielo, cuando, de repente, dos Ángeles vestidos de blanco se presentaron ante ellos y les dijeron: "Varones de Galilea, ¿porqué estáis mirando al cielo? Ese Jesús que os ha dejado para elevarse al cielo vendrá un día de la misma manera que le habéis visto subir". Del mismo modo que el Salvador ha subido, debe el Juez descender un día: todo el futuro de la Iglesia está comprendido en estos dos términos. Nosotros vivimos ahora bajo el régimen del Salvador; pues nos ha dicho que "el hijo del hombre no ha venido para juzgar al, mundo, sino para que el mundo sea por El salvado". Y con este fin misericordioso los discípulos acaban de recibir la misión de ir por toda la tierra y de convidar a los hombres a la salvación, mientras tienen tiempo.

¡Qué inmensa es la tarea que Jesús les ha confiado, y en el momento en que van a dar comienzo a ella Jesús les abandona! Les es preciso descender solos del monte de los Olivos de donde ha partido El para el cielo, Su corazón, sin embargo, no está triste; tienen con ellos a María, y la generosidad de esta madre incomparable se comunica a sus almas. Aman a su Maestro; su dicha en adelante consistirá en pensar que ha entrado en su descanso.

Los discípulos entraron de nuevo en Jerusalén "llenos de una viva alegría", nos dice S. Lucas, expresando por esta sola palabra uno de los caracteres de esta fiesta de la Ascensión, impregnada de una tan dulce melancolía, pero que respira al mismo tiempo más que cualquier otra alegría y el triunfo. Durante su Octava, intentaremos penetrar los misterios y presentarla en toda su magnificencia; hoy nos limitaremos a decir que esta solemnidad es el cumplimiento de todos los misterios del Redentor y que ha consagrado para siempre el jueves de todas las semanas, día tan augusto por la institución de la santa Eucaristía.

RITOS ANTIGUOS. — Hemos hablado de la procesión solemne por la cual se celebraba, en la edad media, la partida de Jesús y de sus discípulos al monte de los Olivos; debemos recordar también que en este día se bendecía solemnemente el pan y los frutos nuevos, en memoria de la última comida que el Salvador tomó en el Cenáculo. Imitemos la piedad de estos tiempos en que los cristianos tenían a pecho el recoger los menores rasgos de la vida del Hombre-Dios y de apropiárselos, por decirlo así, reproduciendo en su modo de vivir todas las circunstancias que el santo Evangelio les revelaba. Jesucristo era verdaderamente amado y adorado en esos tiempos en que los hombres se acordaban sin cesar que es el soberano Señor. Actualmente, es el hombre quien reina con sus peligros y riesgos. Jesucristo es rechazado en lo íntimo de la vida privada. Y por tanto, tiene derecho a ser nuestra preocupación de todos los días y de todas las horas.

Los Angeles dijeron a los Apóstoles: "Del mismo modo que le habéis visto subir, así bajará un día." ¡Ojalá le hubiésemos amado y servido durante su ausencia con suficiente diligencia, para que pudiésemos soportar sus miradas cuando aparezca!

martes, 24 de mayo de 2022

“En todos los peligros invoquen a María auxiliadora, y les aseguro que serán librados” Don Bosco

 


PALABRAS DADAS POR DON BOSCO A SUS ALUMNOS EL 20 DE MAYO DE 1877



"Estamos en la fiesta de Pentecostés, en la novena de María Santísima Auxiliadora.

Durante este mes, se obtienen cada día muchas gracias de la Virgen.

Unas veces son personas que vienen aquí a esta nuestra iglesia a pedir favores o a agradecer los recibidos; otras, llegan cartas de lejos con relatos de sucesos admirables, atribuidos a la invocación de nuestra buena Madre, y que expresan la gratitud de los agraciados.

Pero las gracias más grandes son las que no se conocen.

¡Cuántas y cuántas personas hay que, por intercesión de María Santísima, pudieron ordenar los asuntos de su alma!

Y, sin ir más lejos, aquí en nuestra casa son innumerables las gracias obtenidas y que se van obteniendo por muchos jóvenes, que invocaron a María con el título de Auxilium Christianorum, y obtuvieron gracias espirituales.

Uno logró perder una mala costumbre, otro adquirió una virtud difícil de practicar…

Os recomiendo, pues, por cuanto sé y puedo, que invoquéis todos a María Santísima en esta novena.

Esta Madre piadosa concede fácilmente las gracias que necesitamos, y sobre todo las espirituales. Ella es poderosísima en el Cielo y cualquier gracia que pida a su Divino Hijo, le es concedida al instante.

La Iglesia nos da a conocer el poder y la benignidad de María con aquel himno que empieza: Si coeli quaeris ianuas, Mariae nomen invoca. (Si buscas las puertas del cielo, invoca el nombre de María).

Si, para entrar en el cielo, basta invocar el nombre de María, preciso es decir también que Ella es poderosa.

Su nombre es representado como puerta del cielo, y todos los que quieren entra en él deben encomendarse a María.

Recurramos nosotros a Ella, especialmente para que nos ayude en el momento de la muerte.

La Iglesia, en efecto, dice en otro lugar que María, por sí sola, es terrible como un ejército ordenado para la batalla, que lucha contra los enemigos de nuestra alma.

Aunque, en el sentido literal de la Sagrada Escritura, estas palabras se refieren a los enemigos de la Iglesia, sin embargo el espíritu de la Iglesia misma las refiere también a nuestros enemigos particulares en las cosas del alma.

Sólo al oír el nombre de María, se dan a la fuga los demonios.

Por eso, es llamada Auxilium Christianorum, Auxilio de los Cristianos, lo mismo contra los enemigos exteriores que contra los enemigos interiores.

Nosotros principalmente debemos encomendarnos a Ella, nosotros que celebramos su fiesta de manera particular como nuestra propia fiesta, aun cuando sea fiesta de la Iglesia universal.

Por este motivo os recomiendo cuanto sé y puedo, y deseo que mi consejo quede grabado en vuestra mente y en vuestro corazón; invocad siempre el nombre de María, especialmente con la jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis.

Es una oración breve y muy eficaz, según lo dice la experiencia. La he aconsejado a muchos y todos, o casi todos, me dijeron que habían obtenido estupendos resultados.

Otros me aseguraron lo mismo, aunque nadie se lo había aconsejado, sino que habían adquirido el habito de rezarla por sí mismos.

Todos nosotros tenemos nuestras debilidades, y, por eso, todos necesitamos auxilio.

Por tanto, cuando querais obtener una gracia espiritual, tomad la costumbre de rezar, de vez en cuando, esta jaculatoria.

Es una gracia espiritual verse libre de tentaciones de aflicciones de espíritu, de falta de fervor, de vergüenza en la confesión, que haga demasiado pesada la manifestación de los pecados.

Si alguno de vosotros quiere que cese una obstinada tentación, vencer una pasión, verse libre de muchos peligros de esta vida, o alcanzar una gran virtud, no tiene más que hacer que invocar a María Auxiliadora.

Estas y otras gracias espirituales son las que se obtienen en mayor cantidad, y que no se llegan a saber y hacen más provecho a las almas.

No es del caso que os enumere los muchísimos que invocándola con esta jaculatoria, obtuvieron gracias especiales.

He aconsejado la jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis, a cientos, a millares, de casa y de fuera de ella, les recomendé que, si no habían sido escuchados rezando esta jaculatoria, vinieran a decírmelo.

Y, hasta ahora, no ha venido ninguno a decirme que no había obtenido la gracia.

Digo mal, he de corregir mi error, hubo alguno, como hoy mismo, que vino a quejarse de no haber sido escuchado.

¿Pero, sabéis por qué? Habiéndole preguntado, confesó que sí había tenido la intención de invocar a María, pero que después no la había invocado.

En este caso no es la Virgen María la que falla, somos nosotros los que fallamos, no rezándole; no es que María no nos escucha, somos nosotros los que no queremos que nos escuche.

La oración debe hacerse con insistencia, con perseverancia, con fe, con verdadero deseo de ser escuchados.

Quiero que hagáis todos esta prueba y que animéis a que la hagan también todos vuestros parientes y amigos.

En esta próxima fiesta de María Auxiliadora, si viniesen a veros y, si no vienen, escribiéndoles una carta, o dándoles recado en familia, decidles de mi parte: -Don Bosco os asegura que si queréis obtener alguna gracia espiritual, recéis a la Virgen con esta jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis, y seréis escuchados.

Se entiende que se rece con las condiciones que ha de tener toda oración.

Si no sois escuchados, haréis un favor a don Bosco escribiéndole.

Si yo llego a saber que uno de vosotros ha rezado bien, pero en vano, escribiré inmediatamente una carta a San Bernardo diciéndole que se equivocó cuando dijo: “Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir que alguno te haya invocado sin tu auxilio recibir”..

Pero, podéis estar seguros de que no ocurrirá que tenga que escribir una carta a san Bernardo.

Y, si tal me ocurriese, entonces el santo Doctor sabrá encontrar en seguida algún defecto en la oración del suplicante.

Os reís por lo de enviar una carta a san Bernardo.

¿Es que no sabemos dónde se encuentra san Bernardo? ¿Acaso no está en el cielo?

-Hay dificultad en correos, se oyó exclamar a don Miguel Rúa; no saben cómo hacer llegar a destino la tal carta.

-Ciertamente, contestó don Bosco, que para llegar hasta la morada de san Bernardo, haría falta una ambulancia de correos, que corriese muy aprisa y quién sabe cuánto tiempo.

No bastaría el telégrafo y, aunque la corriente eléctrica recorra en un relámpago grandísima distancia, sin embargo, en este caso, faltarían los hilos. Pero, para escribir a los santos, nosotros tenemos un medio más veloz que los coches, el tren o el telégrafo, y no temáis que los santos no reciban nuestras cartas en seguida, aun cuando el cartero llegara con retraso.

En efecto, ahora mismo, mientras os hablo, con mi pensamiento, más veloz que el rayo, me levanto a los espacios del cielo, subo arriba, arriba, por encima de las estrellas, recorro distancias inconmensurables, y llego al sitial de san Bernardo, que es uno de los más grandes santos del paraíso.

Haced, pues, la prueba que os he dicho y si no sois escuchados no encontraremos dificultad en enviar una carta a san Bernardo.

Bromas aparte, os repetiré que al fin de esta novena que todavía está en curso, grabéis en vuestro corazón estas palabras: María, Auxilium Christianorum, ora pro me, y las recéis en todo peligro, en toda tentación, en toda necesidad y siempre; y que pidáis también a María Auxiliadora la gracia de poder invocarla.

Y yo os prometo que el demonio fracasará.

¿Sabéis qué quiere decir que el demonio fracasará? Quiere decir que no tendrá ningún poder sobre vosotros, no logrará nunca haceros cometer un pecado, y tendrá que batirse en retirada. Mientras tanto, en el santo sacrificio y en los otros ejercicios piadosos, yo os recomendaré a todos al Señor para que os ayude, os bendiga, os proteja y os conceda sus gracias por medio de María Santísima.
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*Memorias Biográficas. Volumen 13

domingo, 22 de mayo de 2022

Oración a santa Rita de Casia por una causa imposible




 Plegaria  

Bajo el peso del dolor, a ti, querida santa Rita, yo recurro confiado en ser escuchado. Libera, te ruego, mi pobre corazón de las angustias que lo oprimen y devuelve la calma a mi espíritu, lleno de preocupaciones.


Tú que fuiste elegida por Dios como abogada de los casos más desesperados, obtén la gracia que ardientemente te pido [pedir la gracia que se desea].


Si mis culpas son un obstáculo para el cumplimiento de mis deseos, obténme de Dios la gracia del arrepentimiento y del perdón mediante una sincera confesión.


No permitas que durante más tiempo yo derrame lágrimas de amargura.


Oh, santa de la espina y de la rosa, premia mi gran esperanza en ti,

y en todas partes daré a conocer tu gran misericordia con las almas afligidas.


Oh Esposa de Jesús Crucificado, ayúdame a bien vivir y a bien morir.


Amén.