sábado, 30 de abril de 2022

Santa Catalina de Siena

 

Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes

LA MÍSTICA. .— ¿Quién se atreverá a emprender la tarea de contar los méritos de Santa Catalina o de enumerar siquiera los títulos de gloria de que está rodeada? Se encuentra entre las primeras filas de las esposas de Jesús. Como virgen fiel se unió al Esposo divino desde sus tiernos años. Su vida, consagrada por tan noble voto, se deslizó en el seno de la familia, hasta que estuvo preparada para cumplir la alta misión a que la destinaba la Providencia divina. El Señor, que quería glorificar por ella el estado religioso la inspiró unirse por medio de la profesión a la orden tercera de los Frailes Predicadores. Tomó su hábito y practicó toda su vida sus santos ejercicios. Se trasluce desde el principio en los modales de la sierva de Dios algo celestial, como si un ángel hubiera bajado a vivir en la tierra para llevar en su cuerpo una vida humana. Su vuelo hacia Dios es irresistible, y hace pensar en el ímpetu que arrastra a las almas gloriosas hacia el supremo bien, ante cuya presencia estará ya siempre. En vano el peso de la carne mortal intenta retardar su vuelo; la energía de la penitencia la hace someterse, la suaviza y la aligera. Parece vivir sóla el alma en cuerpo transformado. Le basta para sostenerle el divino manjar de la Eucaristía; y la unión con Cristo es tan completa, que se imprime sus sagradas llagas en los miembros de la virgen y le dan a gustar los dolores de la Pasión.

Desde el interior de esta vida tan elevada sobre los humanos, Catalina no vive ajena a ninguna de las necesidades de sus hermanos. Su celo es fuego para las almas, su compasión tierna como la de una madre para con las dolencias de sus cuerpos. Dios abrió para ella la fuente de los milagros y Catalina los derrama a manos llenas sobre los hombres. Las enfermedades y la muerte misma obedecen a su mandato, los milagros se multiplican en torno de ella.


Las comunicaciones divinas con ella comenzaron desde sus primeros años, y el éxtasis llegó a ser en ella un estado casi habitual. Sus ojos vieron con frecuencia al divino resucitado que la prodiga sus caricias y sus pruebas. Los más altos misterios estuvieron a su alcance y una ciencia que nada tenía de terrena iluminó su inteligencia. Esta joven sin cultura compondrá escritos sublimes, en los cuales los horizontes más profundos de la doctrina del cielo, se exponen con precisión y elocuencia sobrehumanas, con un acento que aún hoy día penetra las almas.

ACCIÓN POLÍTICA. — No quiso el cíelo que tantas maravillas permanecieran ocultas en un rincón de Italia. Los santos son columnas de la Iglesia y si, a veces, su acción es misteriosa y callada, a veces también se manifiesta a las miradas de los hombres. Entonces se hacen patentes los resortes con que Dios gobierna al mundo. Al final del siglo xiv, era necesario hacer volver a la ciudad eterna al Vicario de Jesucristo, ausente de su Sede desde hacía más de sesenta años. Un alma santa, pudo con sus méritos y oraciones, lograr que se realizase este retorno tan deseado por toda la Iglesia; quiso el Señor esta vez qué esto fuera público; “en nombre de Roma abandonada, en nombre de su divino Esposo que también lo es de la Iglesia, Catalina pasa los Alpes, y se presenta al Pontífice que nunca vió a Roma, y a quien tampoco Roma había conocido. La Profetisa le intima respetuosamente el deber que tiene que cumplir; como garantía de su misión le revela un secreto que sólo él conoce. Gregorio XI se da por vencido y la ciudad eterna ve de nuevo a su padre y pastor. Pero, a la muerte del Pontífice, un cisma, presagio de mayores males, viene a desgarrar el seno de la Iglesia. Catalina, lucha contra la tempestad hasta su último aliento; pero el año treinta y tres se acerca; el Señor no quiere que sobrepase la edad que El consagró en su persona; ha llegado el tiempo de que la virgen vaya a continuar en los cielos su ministerio de intercesión por la Iglesia que tanto amó, y por las almas rescatadas con la sangre de Cristo.

Vida. — Santa Catalina nació en Sena el 25 de marzo de 1347. A los siete años hizo voto de castidad perpetua. Después de gran oposición su madre la permitió recibir el hábito de las Hermanas de Sto. Domingo, pero viviendo en el siglo. Su vida la pasó cuidando a los enfermos, calmando los odios que dividían a las familias, y convirtiendo pecadores con sus exhortaciones y oraciones. Escribió al Legado del Papa en Italia, pidiéndole la reforma del clero, la vuelta del Papado de Aviñón a Roma, y la organización de una cruzada contra los infieles. En 1376, enviada por los florentinos, emprendió un viaje a Aviñón, para defender ante el Sumo Pontífice la causa de Florencia, sobre la cual el Papa había tenido que lanzar el entredicho, a causa de su rebelión. Además se aprovechó para pedir de nuevo a Gregorio XI volviera a Roma. Al comienzo del gran Cisma, sostuvo ardientemente la causa de Urbano VI, sin lograr hacerla triunfar. Favorecida con las más elevadas gracias espirituales, dictó en el curso de sus éxtasis el Dialogo que encierra toda su doctrina mística. Murió en Roma, el año 1380. Su cuerpo descansa en la iglesia de Santa María de Minerva. El Papa Pío II la canonizó en 1461 y Pío IX en 1866 la declaró segunda patrona de Roma.

PLEGARIA POR TODOS. — Absorta la Iglesia en las glorias de la resurrección, se dirige a ti, oh Catalina, que sigues al Cordero a donde quiera que va’. En este lugar de destierro donde no puede detenerse por mucho tiempo, no goza de su presencia sino a intervalos; por lo cual te pregunta: “¿Encontraste al que ama mi alma?”2 Eres su Esposa, también ella lo es; pero para ti ya no hay velos, no hay separación, mientras que para ella el gozo es raro y fugaz, y la luz, velada por las sombras. ¡Pero cuál ha sido tu vida, oh Catalina! Has unido la más profunda compasión por los dolores de Jesús a las alegrías más embriagadoras de la vida gloriosa. Nos puedes iniciar en los misterios del Calvario y en las magnificencias de la Resurrección. Estamos en Pascua, en la vida nueva; procura que la vida de Jesús no se extinga en nuestras almas, sino que crezca por el amor del que la tuya nos ofrece admirable ejemplo.

PLEGARIA POR LA IGLESIA. — Concédenos participar, oh virgen, de tu adhesión filial a la Santa Iglesia, que te hizo emprender tan grandes cosas. Te afligías de sus dolores y te alegrabas en sus alegrías como hija sumisa. También nosotros deseamos amar a nuestra madre, proclamar los lazos que nos unen a ella, defenderla contra sus enemigos, ganarla nuevos hijos generosos y fieles.

El Señor se sirvió de tu débil brazo, oh mujer inspirada, para restituir en su silla al Romano Pontífice. Fuiste más fuerte que los elementos humanos que se afanaban por prolongar una situación desastrosa para la Iglesia. Las cenizas de Pedro en el Vaticano, las de Pablo en la Vía Ostiense, las de Lorenzo y Sebastián, las de Cecilia e Inés y las de tantos millares de mártires, saltaron de gozo en sus tumbas, cuando el carro triunfal que llevaba a Gregorio XI entró en la Ciudad.

PLEGARIA POR ITALIA. — Ruega también, oh Catalina, por Italia que tanto te amó y que estuvo tan orgullosa de tus gestas. En ella está suelta hoy la impiedad y la herejía; se blasfema el nombre de tu Esposo, se predica al pueblo descarriado las doctrinas más perversas, se le enseña a maldecir de todo lo que un día veneró, la Iglesia es ultrajada y la fe, desde tanto tiempo debilitada, amenaza extinguirse; acuérdate de tu desgraciada patria, oh Catalina. Es ya hora de que vengas en su ayuda y la libres de las garras de sus enemigos. La Iglesia entera espera de ti la salvación de esta ilustre provincia de su imperio; calma las tempestades y salva la fe en este naufragio que amenaza devorarlo todo.

miércoles, 27 de abril de 2022

Memorare a San José para una necesidad Urgente


 “Acuérdate, oh ilustre patriarca San José, por testimonio de Santa Teresa, tu  fiel devota, que jamás se oyó decir que ninguno que invocó tu protección o buscó tu mediación, haya quedado sin consuelo. Con esta confianza me presento ante ti, mi protector amoroso, casto esposo de María, padre adoptivo del Salvador de los hombres y dispensador de los tesoros de Su Sagrado Corazón. No desprecies mi oración ferviente, sino  escúchala favorablemente y obtén mi petición….


(Aquí mencione su solicitud)


Oremos

Oh Dios, que por tu inefable Providencia te dignaste elegir a San José para ser el esposo de tu Santísima Madre, concédenos, te suplicamos, que aquel a quien veneramos como nuestro protector en la tierra, sea nuestro intercesor en el Cielo. Tú que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

San José, patrono de una muerte dichosa, ruega por nosotros.

martes, 26 de abril de 2022

El Credo de los Apóstoles (Símbolo de los Apóstoles)


Creo en Dios, Padre Todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.
 
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
 
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

lunes, 25 de abril de 2022

San Marcos Evangelista

 

Año Litúrgico 
Dom Prosper Guéranger,
El León evangélico que asiste ante el trono de Dios, con el hombre, el toro y el águila, es honrado hoy por la Iglesia. Este día vió a Marcos subir de la tierra al cielo, ceñida su frente de Ia doble corona de Evangelista y mártir.


EL EVANGELISTA. — Al modo como los cuatro profetas mayores Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, resumen en sí la predicación de Israel, así también Dios quiso que la Nueva Alianza descansase sobre cuatro textos augustos, destinados a revelar al mundo la vida y doctrina de su Hijo encarnado. Marcos es discípulo de Pedro. Escribió su Evangelio en Roma bajo la inspiración del príncipe de los Apóstoles. Ya estaba en uso en la Iglesia la narración de Mateo, pero los fieles de Roma deseaban juntar con ella la narración personal de su Apóstol. Pedro no escribe personalmente sino que encarga a su discípulo tomar la pluma y el Espíritu Santo guía la mano del nuevo Evangelista. Marcos sigue la narración de San Mateo; la abrevia pero a la vez la completa. Una palabra, un detalle, manifiestan que Pedro, testigo de todo, ha inspirado el trabajo de su discípulo. Pero el nuevo Evangelista ¿pasará por alto, o tratará de atenuar la falta de su maestro? Al contrario; el Evangelio de Marcos será más duro que el de Mateo en la narración de la negación de Pedro. Da la impresión de que las amargas lágrimas provocadas por la mirada de Jesús en casa de Caifás no cesaron de correr. Cuando Marcos terminó su trabajo Pedro le reconoció y le aprobó; las iglesias acogieron con alegría esta segunda exposición de los misterios de la salvación del mundo, y el nombre de Marcos se hizo célebre por toda la tierra.

Mateo que comienza su Evangelio con la genealogía humana del Hijo de Dios realizó la figura del Hombre; Marcos la del León, porque comienza su narración por la predicación de San Juan Bautista, recordando que la misión del Precursor del Mesías había sido anunciada por Isaías al hablar de la Voz del que clama en el desierto; voz del león cuyos rugidos resuenan en las soledades.

EL MISIONERO. — Comenzó Marcos su apostolado cuando escribió su Evangelio. Llegó el momento, para Egipto, cuna de todos los errores, de recibir la verdad. La soberbia Alejandría vería levantarse dentro de sus muros la segunda Iglesia de la cristiandad, la segunda sede de Pedro. Marcos fué escogido por su Maestro para esta gran obra. Por su predicación, la doctrina salvadora germinó, floreció y fructificó en esta tierra infiel. Desde un principio se manifestó la autoridad de Pedro, aunque en distinto grado, en las tres grandes ciudades del imperio: Roma, Alejandría y Antioquía.

EL MÁRTIR. — La gloria de Marcos hubiera quedado incompleta sin la aureola del martirio. El gran éxito de la predicación del Santo Evangelista, le acarreó el furor de la antigua superstición egipcia. En una fiesta de Serapis, fué maltratado por los idólatras y arrojado a un calabozo. Por la noche se le apareció el Señor resucitado, cuya vida y obras había narrado, y le dijo estas célebres palabras que son la divisa de la república de Venecia: “¡Paz sea contigo, Marcos, mi Evangelista”! A lo que el discípulo emocionado contestó: ¡”Señor”! Su amor y su alegría no hallaron otras palabras. Del mismo modo Magdalena la mañana de Pascua enmudeció después de aquel grito salido de su corazón: “¡Maestro!” Al día siguiente, Marcos fué martirizado por los paganos. Pero había cumplido su misión en la tierra y se le abría el cielo para ir a ocupar, junto al trono del “Anciano de muchos días” la silla de honor en que le contempló en sublime visión el profeta de Patmos.

En el siglo ix la Iglesia de Occidente fué enriquecida con los despojos mortales de San .Marcos. Sus sagrados restos venerados hasta entonces en Alejandría, fueron trasladados a Venecia y bajo sus auspicios comenzaron los gloriosos destinos de esta ciudad, que habían de durar mil años. La fe en un tan gran patrón, obró maravillas en aquellos islotes y lagunas, de los que pronto surgió una ciudad tan poderosa como magnífica. El arte bizantino construyó la imponente y suntuosa iglesia que fué defensa de la reina de los mares y la nueva república acuñó sus monedas con la efigie del León de San Marcos. ¡Dichosa de ella si hubiera sido más sumisa a Roma y más severa en sus costumbres; nunca habría degenerado de su grandeza ni de la fe de sus mejores tiempos!

PLEGARIA. — Eres, oh Marcos, el misterioso León, uncido con el hombre, el toro y el águila al carro sobre el que el Rey de la gloria va a la conquista del mundo. Ya en la Antigua Ley te contempló Ezequiel en el cielo, y Juan, el profeta de la Nueva Ley, te reconoció junto al trono de Dios. ¡Qué grande es tu gloria!, historiador del Verbo hecho carne, manifiestas a todas las generaciones los títulos por los que le corresponden el amor y la adoración de los hombres. La Iglesia se inclina ante tus escritos y los proclama inspirados por el Espíritu Santo. Te hemos oído narrar el mismo día de Pascua la Resurrección de Nuestro Señor; haz, oh Santo Evangelista, que este misterio produzca en nosotros todos sus frutos; que nuestro corazón como el tuyo se una a Jesús resucitado, para que le sigamos por doquier en esta nueva vida que nos ha abierto resucitando El primero. Pídele se digne darnos su paz como se la dió a sus Apóstoles cuando se les apareció en el Cenáculo, como te la dió a ti mismo en la prisión.

Fuiste discípulo de Pedro; Roma se gloría de haberte tenido dentro de sus muros. Ruega por el sucesor de Pedro, tu maestro, y por la Iglesia de Roma combatida por la tempestad. León evangélico ruega al León de la Tribu de Judá en favor de su pueblo, despiértale de su sueño, que se levante con su poder y con su sola presencia ahuyentará a sus enemigos.

Apóstol de Egipto, ¿qué ha sido de tu Iglesia de Alejandría, segunda sede de Pedro, enrojecida con tu sangre? Hasta sus ruinas han desaparecido. El viento abrasador de la herejía desoló a Egipto y Dios airado desencadenó contra él, trece siglos ha, el torrente del Islam. ¿Deben aquéllas regiones renunciar para siempre a ver brillar la antorcha de la fe, hasta la venida del Juez de vivos y muertos? No lo sabemos, pero en medio de los acontecimientos que se suceden, osamos pedirte, oh Marcos, que intercedas por estas regiones que evangelizaste y en las cuales las almas están tan devastadas como su suelo.

Acuérdate también de Venecia. Su corona cayó, acaso para siempre; pero todavía vive allí un pueblo cuyos antepasados se consagraron a ti. Conserva la fe en su seno; haz que prospere, que se levante de sus desdichas y que dé gloria a Dios que ha descargado sobre ella su justicia.

LA PROCESION DE SAN MARCOS

HISTORIA. — Es de notar este día en los fastos litúrgicos por la célebre procesión llamada de San Marcos. Sin embargo de eso, este nombre no es exacto, ya que la procesión estaba ya fijada el 25 de abril, antes de la institución de la fiesta del Santo Evangelista, que aún no tenía día fijo en la Iglesia romana en el siglo vi. El verdadero nombre de esta procesión es el de “Letanías Mayores.” El nombre de Letanía, significa Súplica, y se dice de una procesión religiosa durante la cual se ejecutan cánticos cuyo fin es alcanzar algo del cielo. Esta palabra significa también la exclamación que se profiere al decir: “¡Señor, tén piedad de nosotros!” Este es el sentido de las palabras griegas: “Kyrie eleison.” Más tarde se ha dado el nombre de Letanías a todo el conjunto de invocaciones que se añadieron a las palabras griegas, de forma que llegaron a constituir una oración litúrgica, que en circunstancias importantes emplea la Iglesia.

A las Letanías Mayores, se le da este nombre para distinguirlas de las Letanías Menores o procesiones de Rogativas, instituidas en las Galias en el siglo v. Sabemos por un pasaje de San Gregorio Magno que era costumbre de la Iglesia de Roma, celebrar cada año una Letanía Mayor, en la que tomaban parte el clero y el pueblo y que esta costumbre era ya antigua. El Santo Pontífice no hizo sino fijar al 25 de abril esta Procesión, y señalar para estación la Iglesia de San Pedro. Muchos liturgistas han confundido con esta institución las procesiones que San Gregorio prescribió muchas veces en calamidades públicas y que son distintas de la de hoy. Esta era anterior, aunque no se conoce la fecha de su origen. Va fija a este día y no a la fiesta de San Marcos que es posterior. Si sucede que el 25 de abril cae en la semana de Pascua, la Procesión tiene lugar el mismo día, a no ser que en él caiga la Pascua. En cuanto a la fiesta del Evangelista se la traslada después de la octava.

Acaso se pregunte por qué se ha escogido el 25 de abril para fijar en él una Procesión y una Estación en que todo respira compunción y penitencia, en una estación del año en que la Iglesia se entrega a las alegrías de la Resurrección del Señor.

Entre los antiguos romanos el 25 de abril se celebraba la fiesta de las Robigales. Consistía en una procesión muy popular que iba de la vía Flaminia al templo del Robigo. En él se ofrecían sacrificios y oraciones a dicha divinidad para que preservarse los sembrados de la roya. En efecto, estamos en la época de las heladas tardías de la luna roja. Una vez más la Iglesia sustituyó una creencia pagana por otra cristiana.

No se puede dejar de consignar el contraste tan fuerte que existe entre las algrías del momento presente y los sentimientos de penitencia que deben acompañar a la Procesión y Estación de las Letanías Mayores, instituidas ambas con el fin de alcanzar la misericordia divina. Colmados de toda clase de favores en este santo tiempo, inundados por las alegrías pascuales no nos entristezcamos porque la Iglesia ponga por unas horas sentimientos de compunción que tanto convienen a los pecadores como nosotros.

Se trata de desviar los azotes que merecen las iniquidades de la tierra, de obtener por la humildad, y con la invocación de la Madre de Dios y de los Santos, el término de las enfermedades y la conservación de las mieses: de ofrecer a la justicia divina una compensación por el orgullo y malicia del hombre. Entremos en estos sentimientos y reconozcamos humildemente la parte que corresponde a nuestros pecados en los motivos que han excitado la cólera divina; y nuestras pobres súplicas, unidas a las de la Iglesia, obtendrán gracia para los culpables y para nosotros mismos que formamos parte de ellos.

Este día consagrado a la reparación de la gloria divina no podía pasar sin las expiaciones con que el cristiano debe acompañar la ofrenda de su corazón arrepentido. Hasta la reciente reforma del Derecho eclesiástico, en este día, se exigía en Roma la abstinencia de carne, y cuando fué implantada en Francia la Liturgia romana por Pipino y Cario Magno, como la gran Letanía del 25 de abril ya estaba en uso, se promulgó el precepto de abstinencia. El Concilio de Aquisgrán de 836 añadió la obligación de suspender los trabajos serviles y esta disposición se halla en los capitulares de Carlos el Calvo. En cuanto al ayuno propiamente tal, como el tiempo pascual no lo permite, parece no haberse observado por lo menos de un modo general. En el siglo ix afirma Amalario que no se observaba en Roma.

Mientras la procesión se cantan las Letanías de los Santos seguidas de numerosos versículos y oraciones que las completan. La Misa de la Estación se celebra según el rito de la Cuaresma, sin gloria y con color morado. Los fieles encontrarán la Misa y las Letanías en sus devocionarios. Nos falta espacio para reproducirlas aquí.

Permítasenos protestar contra la negligencia de muchos cristianos, de personas más o menos dadas a la piedad, a las cuales jamás se las ve asistir ni a la Procesión de San Marcos, ni a la de las Rogativas. La relajación en este punto ha llegado al colmo, sobre todo en las ciudades. Estos mismos fieles han recibido con satisfacción la dispensa de la abstinencia, que limitada al principio a algunas diócesis, en nuestros días ha sido extendida a todos los fieles, Al parecer, esta indulgencia debiera hacerles tomar mayor parte en la oración, ya que la dispensa ha aliviado la parte correspondiente a la penitencia. La Procesión de los fieles en las Letanías, forma parte esencial de este rito reconciliador, y Dios no está obligado a tener en cuenta unas oraciones en las que no toman parte aquellos que están llamados a ofrecérselas. Este es uno de los muchos puntos en que una pretendida devoción privada tiene engañadas a muchas personas. Cuando San Carlos Borromeo entró en la ciudad de Milán, también halló que su pueblo dejaba solos a los clérigos en la Procesión del 25 de abril. Se impuso a sí mismo la obligación de asistir e iba con los pies descalzos. No tardó el pueblo en seguir los pasos de su pastor.


sábado, 23 de abril de 2022

San Jorge defensor de la cristiandad

 

San Jorge es conocido por su intercesión en las batallas: El ejercito de Aragón ganó la batalla de Alcoraz contra los musulmanes gracias a la aparición de San Jorge.

 Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger

EL MÁRTIR. — Se nos propone hoy a San Jorge como el valeroso campeón de Cristo resucitado. La Iglesia oriental, que le llama el gran Mártir, introdujo pronto su culto en Occidente y la caballería cristiana le ha amado y honrado corno uno de sus más queridos patronos.

La Iglesia no lee en el oficio de Maitines la leyenda de San Jorge, sino simplemente un pasaje de San Cipriano sobre los combates de los mártires. En efecto, el decreto sobre los libros apócrifos atribuido al Papa San Gelasio, menciona entre los libros no recibidos las Actas de San Jorge, redactadas por un autor herético. Más modernamente se han encontrado unas Acias escritas en griego, a las que al principio se creyó debía darse mayor crédito, pero que al fin hay resultado también desprovistas de autoridad.

Sin embargo de eso, se puede afirmar que San Jorge padeció por la fe antes de Constantino en Lidda, ciudad de Palestina, hacia el año 303. Su martirio es confirmado por el culto que se le ha tributado por lo menos desde el siglo v.


SU CULTO. — Comenzó en Oriente. La ciudad en que padeció el martirio se llamó ciudad de San Jorge, y en ella se levantó una basílica en su honor. Musulmanes y cristianos creen que sus reliquias descansan en la cripta colocada debajo del altar. En Egipto tuvo dedicadas 40 iglesias y tres monasterios. En las Galias el rey Clodoveo, muerto en 512, construyó un monasterio y le dio el nombre de San Jorge, y San Germán de Parías (f 576) propagó mucho su culto. Santa Clotilde le tuvo una devoción particular y le dedicó la iglesia de su querida abadía de Chelles. Pero este culto alcanzó su mayor esplendor en la época de las Cruzadas, cuando nuestros caballeros fueron testigos de la veneración que los pueblos de Oriente tenían a San Jorge, y oyeron narrar las maravillas de su auxilio en los combates. Los historiadores bizantinos cuentan muchos casos notables, y los mismos cruzados no tardaron en experimentar los efectos de la confianza que habían puesto en el auxilio de este poderoso conductor de los ejércitos cristianos. La república de Génova le nombró su patrono y la de Venecia le honró, después de San Marcos, como su protector especial. Pero no lia habido nación del mundo católico que haya sobrepasado a Inglaterra en la devoción tributada a San Jorge. No solamente un Concilio nacional tenido en Oxford en 1222, ordenó que la fiesta del gran mártir se celebrase como de precepto en toda Inglaterra; no solamente el culto del valeroso soldado de Cristo fue profesado en la gran Bretaña por los primeros reyes normandos, sino que hay razones para sostener, como lo atestiguan los monumentos anteriores a las invasiones de Guillermo el Conquistador, que la devoción particular de la nación inglesa hacia San Jorge, le era tributada desde los siglos ix y x como a un protector particular. Eduardo III no hizo sino manifestar el sentimiento piadoso de su nación para con el celestial guerrero, cuando colocó debajo de su patrocinio la insigne orden de la Jarretera, que fundó en 1330. También debemos hacer mención de la orden militar de San Jorge que estableció Federico III en Alemania en 1468.

ICONOGRAFÍA. — A San Jorge se le representa montado en un dragón, y librando con este acto de valor a una princesa a la que el monstruo iba a devorar. Esta escena de la que el arte ha sabido sacar un gran partido, es puramente simbólica y tiene su origen en los monumentos iconográficos bizantinos. Significa el triunfo que San Jorge obtuvo sobre el demonio por su generosa confesión. La princesa representa a Alejandra, a quien la constancia del mártir conquistó a la fe. Ni en las Actas de San Jorge, ni en los himnos de la liturgia griega, se hace mención del dragón con que luchó el mártir, ni tampoco de la princesa a quien libró de un peligro temporal. Esta fábula sólo circuló en Occidente a partir del siglo xiv, y su origen viene de la interpretación demasiado naturalista de las efigies consagradas a San Jorge por los griegos, y que se introdujeron en nuestras iglesias al final de las Cruzadas.


PLEGARIA POR LA MILICIA TEMPORAL.— ¡Oh San Jorge, eres la honra de la milicia cristiana! El servicio del príncipe temporal no te hizo olvidar tus obligaciones para con el rey del cielo. Derramaste tu sangre por la fe de Cristo, y en recompensa él te ha constituido jefe y guía de los ejércitos cristianos. Sé su sostén ante las filas enemigas, y concede la victoria a los defensores de la causa justa. Protégelos debajo de tu estandarte, cúbrelos con tu escudo y esparce el miedo delante de ellos. El Señor es el Dios de los ejércitos, y la guerra entra a veces en los planes de su Providencia, ya en vista de su justicia, ya en la de su misericordia. Jefes y soldados tienen necesidad del auxilio celestial. Al hacer la guerra, parecerá a veces que hacen la obra del hombre, mientras que en realidad hacen la de Dios. Por esta razón son más accesibles que los demás hombres a los sentimientos generosos, y por eso mismo su corazón es más religioso. El sacrificio, el peligro, los eleva sobre ellos mismos; también los soldados tienen su lugar distinguido entre los fastos de los mártires. Vela por el ejército de nuestra patria. Hazle tan cristiano como valeroso; sabemos que no han puesto en vano en ti sus esperanzas los hombres de guerra.


PLEGARIA POR LA MILICIA ESPIRITUAL. — En la tierra no sólo existe milicia temporal; hay otra en la que están alistados todos los fieles de Cristo. San Pablo, hablando de todos nosotros, ha dicho: “que no serán coronados sino los que lucharen legítimamente”. Hemos de contar con la lucha en este mundo, si escuchamos las exhortaciones del mismo Apóstol: “Cubríos con la armadura de Dios, nos dice, para que podáis resistir los ataques del diablo. Tomad por cinturón la verdad, por coraza la justicia, por calzado la resolución de andar por el camino del Evangelio, por escudo la fe, por casco la esperanza de la salvación y por espada la palabra de Dios”. ¡Somos, pues, guerreros como tú! Nuestro Jefe divino resucitado, antes de subir al cielo quiere pasar revista a su ejército; preséntanos a El. Nos ha admitido en las filas de su guardia, a pesar de nuestras infidelidades pasadas; a nosotros por tanto corresponde hacernos dignos de tal honor. La prenda de la victoria la tenemos en la Eucaristía, ¿cómo nos hemos de dejar vencer? Vela por nosotros, ¡valiente guerrero! Que tus oraciones nos ayuden mientras tus ejemplos nos animan a luchar como tú contra Satanás. Cada pieza de nuestra armadura le es temible; el mismo Jesús la ha preparado para nosotros y la ha templado en su sangre; da fuerzas a nuestro valor, para que podamos como tú, presentársela entera, el día en que nos invite a su descanso eterno.



PLEGARIA POR TODA LA CRISTIANDAD. — La cristiandad entera tiene necesidad de que te acuerdes de los homenajes que te prodigó en otros tiempos. Por desgracia la antigua piedad hacia ti se ha enfriado, y para muchos cristianos tu fiesta pasa inadvertida. No te ofendas por ello, ¡oh santo mártir!, imita a tu Maestro que hace salir su sol sobre los buenos y malos. Ten piedad de este mundo en medio del cual ha sido sembrado el error, y que en este momento se agita en convulsiones terribles. Mira con compasión a Inglaterra, que ha sido seducida por el dragón infernal. Los antepasados te lo piden desde el cielo, ¡oh poderoso guerrero!; sus hijos te suplican desde la tierra. En nombre de Jesús resucitado te conjuramos ayudes a la resurrección de un pueblo que fue tuyo.


jueves, 21 de abril de 2022

Novena a Santa Catalina de Siena

 




1. Catalina, la más hermosa y gloriosa de las hijas de Santo Domingo, por ese espíritu de oración que fue tu delicia desde tu infancia, obtén para nosotros el amor y la práctica de la oración, y la gracia de conversar con Dios para que sean cada día más agradables a Él.


Gloria 


2. Por ese amor especial que tú, oh gran santa, tuviste a la virtud de la pureza, consagrándote a los ocho años de edad al Señor con un voto irrevocable, y luego rechazando las más honrosas ofertas de matrimonio: obtén para nosotros, te rogamos la gracia de ser siempre puros de mente y de corazón, y de detestar y aborrecer todo lo que pueda ofender en lo más mínimo a una virtud tan sublime que eleva a los hombres al rango de los ángeles, y los hace muy amados por Dios.


Gloria 


3. Por ese espíritu de retiro que te hizo, oh gran santa, no desear contemplar a nadie más que a tu Jesús, quien cuando te distraía el trabajo continuo en tu familia, te enseñó a construir una soledad en tu corazón y conservarla en todo tiempos llenos de pensamientos del cielo: obtén para nosotros, te rogamos, la gracia de amar tanto la soledad y el retiro, como quiera que el mundo nos invite a compartir sus placeres y sus pompas, para que nuestro corazón se vuelva siempre a Dios en medio de las preocupaciones más disipadoras que puede venir sobre nosotros en nuestro estado de vida.


Gloria


4. Por el espíritu de penitencia que te enseñó a infligirte a ti misma, incluso en tus primeros años, las más dolorosas mortificaciones: obtén para nosotros la gracia de soportar con paciencia las aflicciones que Dios quiera ordenar para nuestro bien y mortificarnos voluntariamente todas las inclinaciones perversas de nuestro corazón, y todos los deseos ingobernables de nuestros sentidos, para que podamos llegar a ser, en alguna medida, como nuestro modelo crucificado, Jesús.


Gloria


5. Por aquella caridad heroica que te llevó, oh gran santa, a asistir y ministrar con tus propias manos a los pobres enfermos que habían sido abandonados por todos con repugnancia, y por los cuales fuiste recompensada sólo con insultos, groserías y persecuciones: alcánzanos del Señor la gracia de estar, en todo tiempo, igualmente dispuestos a socorrer a nuestro prójimo en sus necesidades, y a perdonarle generosamente cuando sólo devuelve afrentas por los beneficios que le conferimos, para que merezcamos la bienaventuranza prometida en esta vida y en la próxima a la mansedumbre y a la verdadera misericordia.


Gloria


6. Por aquella luz sobrenatural con la que tú, oh gran santa, fuiste milagrosamente capaz de aconsejar al Romano Pontífice, que vino en persona a consultarte, cuando le obtuviste la reconciliación con sus adversarios, y su regreso a Roma: obtén para nosotros del Señor la gracia de saber, en todas nuestras dudas, lo que es más conforme a la voluntad de Dios, y más conducente a la salvación de las almas, para que en todas nuestras acciones podamos promover el honor de Dios y el bienestar de nuestro prójimo. 


Gloria


7. Por esa especial devoción que tú, oh gran santa, tuviste a Jesucristo en el Santísimo Sacramento, quien a veces te dio la comunión con sus propias manos: obtén para nosotros, te rogamos, la gracia de sentir hacia el Santísimo Sacramento la más ferviente devoción, para que nos regocijemos en conversar con Jesús y recibirlo en nuestro seno para su honor y gloria, y para la salvación de nuestras almas.


Gloria 



Santa Catalina, ruega por nosotros, para que podamos obtener lo que deseamos a través de esta novena, si lo que pedimos es agradable a Dios y conducente a nuestra salvación eterna. Que se haga la voluntad de Dios. Amén

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Plegaria a San Anselmo

 


PLEGARIA AL DEFENSOR DE LA LIBERTAD. — Oh Anselmo, Pontífice amado de Dios y de los hombres, la Santa Iglesia, a quien con tanto celo serviste aquí en la tierra, te tributa hoy sus homenajes como a uno de sus prelados más venerados. Imitador de la bondad del divino Pastor, nadie te sobrepasó en condescendencia y caridad. Conocías a todas tus ovejas y ellas te conocían a ti; velando día y noche en su custodia, jamás fuiste sorprendido por el asalto del lobo. Lejos de huir al acercarse, saliste a su encuentro, y ninguna violencia te pudo hacer retroceder. Heroico campeón de la libertad de la Iglesia, protégela en nuestros tiempos en que por todas partes se la pisotea y se la aniquila. Suscita por doquier Pastores émulos de tu santa independencia a fin de que el valor se reanime en el corazón de las ovejas y que todos los cristianos tengan a honra confesar que ante todo son miembros de la Iglesia, que los intereses de esta Madre de las almas, son superiores, a sus ojos, a los de cualquier sociedad terrestre.
PLEGARIA AL DOCTOR.— El Verbo divino te dotó, oh Anselmo, de esa filosofía completamente cristiana, que se humilla ante las verdades de la fe, y así purificada por la humildad, se eleva a las visiones más sublimes. Alumbrada con tus luces tan puras, la Iglesia, en recompensa, te ha otorgado el título de Doctor, tanto tiempo reservado a aquellos sabios que vivieron en las primeras edades del cristianismo y conservan en sus escritos como un reflejo de la predicación de los Apóstoles. Tu doctrina ha sido juzgada digna de compararse a la de los antiguos Padres, porque procede del mismo Espíritu; es más hija de la oración que del pensamiento. Obténnos, oh santo Doctor, que siguiendo tus huellas, nuestra fe, también busque la inteligencia. Muchos el día de hoy blasfeman lo que ignoran, y muchos ignoran lo que creen. De ahí una confusión desoladora, compromisos peligrosos entre la verdad y el error, la única doctrina verdadera desconocida, abandonada y sin defensa. Pide para nosotros, oh Anselmo, doctores que sepan alumbrar los caminos de la verdad y disipar las nubes del error, para que los hijos de la Iglesia no queden expuestos a la seducción.

PLEGARIA AL MONJE. — Dirige una mirada sobre la familia religiosa que te acogió en sus filas al salir de las vanidades del siglo, y dígnate extender sobre ella tu protección. De ella sacaste tú la vida del alma y la luz de tu inteligencia. Hijo de San Benito, acuérdate de tus hermanos. Bendícelos en Francia, donde abrazaste la vida monástica; bendícelos en Inglaterra, donde fuiste Primado entre los Pontífices, sin dejar de ser monje. Ruega, oh Anselmo, por las dos naciones que te han adoptado una después de otra. En la una, la fe está tristemente muy disminuida; la otra dominada por la herejía. Alcanza para las dos la misericordia del Señor. Es poderoso y no cierra sus oídos a la súplica de sus santos. Si ha determinado en su justicia no devolver a estas dos naciones su antigua constitución cristiana, obtén al menos que se salven muchas almas, que muchas conversiones consuelen a la Madre común, que los últimos obreros de la viña rivalicen con los primeros, en espera del día en que el Maestro descienda para recompensar a cada uno según sus obras.

AÑO LITÚRGICO – Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes

domingo, 17 de abril de 2022

Novena en honor a la Gloriosa Resurrección


¡Aleluya!

Este es el día que hizo el Señor:
celebrémoslo con transportes de alegría.

Oficio de la Iglesia

Jesús, que confundiste a todos tus enemigos vistiendo de gloria y esplendor ese cuerpo que había sido víctima de la crueldad del hombre, dame la gracia de morir a mí mismo para que pueda resucitar contigo y, a tu semejanza, conducir una vida nueva, divina, inmortal: nueva, por el cambio de conducta, divina por la generosidad y pureza de mi amor, inmortal por la perseverancia en hacer el bien. Obra en mi corazón, oh Señor, este feliz cambio; hazme pasar de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de una vida llena de imperfecciones a una vida perfecta y digna de Ti. Hazme ir de luz en luz, de virtud en virtud, hasta que llegue por fin a Ti, oh Dios de virtud, fuente de toda vida y de toda luz. A Ti también me dirijo, oh Virgen santa, Madre de Nuestro Salvador, en esta gozosa fiesta; dígnate hacerme partícipe de ese divino gozo que sentiste en el bendito día de su Resurrección. Seca mis lágrimas y libera mi corazón de toda tristeza opresiva. Deja que tu Hijo resucitado entre en mi corazón, como a través de las puertas cerradas, en el aposento alto. Que me diga, como a los apóstoles: "Paz a ti"; que me muestre, como a Tomás, sus sagradas llagas; que permanezca conmigo continuamente, y nunca más se aparte de mí.

A las Gloriosas Llagas de Jesús Resucitado

1. Mi Jesús resucitado, beso y adoro con devoción la llaga gloriosa de tu pie izquierdo, y te pido que me des la gracia de huir de toda ocasión de pecado y andar cada vez más en el camino de tus Mandamientos.

Gloria al Padre, etc.

2. Mi Jesús resucitado, beso y adoro con devoción la llaga gloriosa de tu pie derecho, y te pido que me des la gracia de caminar constantemente por el camino de la santidad cristiana hasta llegar a la casa de los santos en el paraíso.

Gloria al Padre, etc.

3. Mi Jesús resucitado, beso y adoro con devoción la llaga gloriosa de tu mano izquierda, y te pido que me liberes de todo mal, sea del cuerpo o del alma, y ​​muy especialmente del infeliz destino de los malvados que estarán a tu izquierda en el día del juicio.

Gloria al Padre, etc.

4. Mi Jesús resucitado, beso y adoro devotamente la herida gloriosa de tu mano derecha, y te pido que bendigas mi alma con ella, y que después de la muerte me abras las puertas del cielo.

Gloria al Padre, etc.

5. Mi Jesús resucitado, beso y adoro con devoción la llaga gloriosa de tu costado, y te ruego que enciendas en mi corazón el fuego de tu amor aquí, para que en adelante te ame eternamente en el cielo.

Gloria al Padre, etc.


María

Por último, te ruego, oh Santísima Virgen María, por tu gran alegría al ver a tu Hijo resucitado y glorificado, que nos obtengas la gracia de resucitar también después de nuestra muerte a la gloria eterna del paraíso.

Ave María, Gloria.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! 🕊️




 «La fe de los cristianos -dice San Agustín- es la resurrección de Cristo. No es gran cosa creer que Jesús ha muerto; esto lo creen también los paganos; todos lo creen. Lo verdaderamente grande es creer que ha resucitado».


La pascua es la fiesta principal y mas antigua de los cristianos. Es el corazón del año litúrgico. El papa León  la llama la fiesta mayor (festum festorum), y dice que la Navidad se celebra en preparación para la Pascua (Sermón xvii en Exodum). 
“Mane nobiscum, Domine!”

La temporada de la Pascua
Siendo la fiesta mas importante de la liturgia, la pascua se celebra por 50 días, desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés.  Según la liturgia actual, la cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la liturgia de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual.  El Viernes Santo se hace el "ayuno pascual" que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual .  El triduo culmina en la Vigilia Pascual del sábado por la tarde.
Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava  y se celebran como solemnidades del Señor. 
El agua bendecida en la Vigilia pascual se usa para los bautismo en toda la temporada de pascua.

jueves, 14 de abril de 2022

Requisitos básicos para los católicos

 



Creencias básicas del catolicismo

Libro Catolicismo para Dummies 


Como católico, básicamente se requiere que vivamos una vida cristiana, oremos diariamente, participemos en los sacramentos, obedezcamos la ley moral y aceptemos las enseñanzas de Cristo y la Iglesia. Los siguientes son los requisitos mínimos para nosotros los católicos:



  • Asistir a misa todos los domingos y días de precepto.
  • Confesar los pecados mortales al menos una vez cada año, y en peligro de muerte, y cuando sea necesario si se ha de comulgar. 
  • Recibir la Sagrada Comunión durante la Pascua. Sin embargo, se recomienda recibir semanalmente o diariamente.
  • Observar las leyes sobre ayuno y abstinencia: una comida completa el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; no comer carne los viernes de cuaresma. 
  • Obedecer las leyes matrimoniales de la Iglesia.
  • Apoyar a la Iglesia financieramente y de otra manera.
  • Participar en la misión de la Iglesia de Evangelización de las Almas.



Conocer la fe es el primer paso para ser católico, aceptar la fe es el segundo paso y practicar la fe es el tercer paso, y el más difícil. Obedecer las reglas implica apreciar la sabiduría y el valor de las diversas reglas y leyes. Y se nos pide que pongamos esa creencia en acción, que practiquemos lo que creemos.

lunes, 11 de abril de 2022

Lunes Santo Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger

 

LUNES SANTO


Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger

LA HIGUERA MALDITA, – Jesús vuelve de nuevo a Jerusalén con sus discípulos muy de mañana. Había partido en ayunas y, según el Evangelio, en medio de su camino sintió hambre Se acerca el Señor a una higuera: no tiene más que hojas. Queriendo darnos una lección, Jesús maldice a la higuera, que se seca al momento. Entonces anuncia el castigo de aquellos que se contentan con los buenos deseos sin producir frutos de conversión. La alusión a Jerusalén no era menos conminativa. Esta ciudad llena de celo por el culto externo tenía los corazones obcecados. y endurecidos; no tardaría mucho en desechar y crucificar al Hijo de Dios, de Abrahán, de Isaac y de Jacob.

Pasó gran parte del día en el templo, donde Jesús discutió largamente con los Príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. Hablaba con una vehemencia inusitada y deshacía sus preguntas insidiosas. Véanse los capítulos XXI, X X I I y X X I I I en que San Mateo pone de relieve la vehemencia de sus discursos en los que apostrofa con una energía creciente el crimen de su infidelidad y la terrible venganza que llevará consigo.

CASTIGO DE JERUSALÉN. — Finalmente Jesús salió del templo y se dirigió a Betania. Habiendo llegado al monte de los olivos, desde donde se dominaba la ciudad, se sentó un momento. Sus discípulos aprovecharon este descanso para preguntarle en qué tiempo tendrían lugar los castigos que acababa de predecir contra el templo. Entonces Jesús viendo en globo profético los desastres de Jerusalén y las calamidades del fin del mundo, pues la primera de estas desgracias es la figura de la segunda, anunció que sucedería cuando el pecado hubiese llegado a su colmo. En lo tocante a la destrucción de Jerusalén fijó la fecha al decir: “En verdad os digo que no pasará esta generación sin que se hayan cumplido todas estas cosas” ‘. Así fué; apenas habían trascurrido cuarenta años cuando los ejércitos imperiales preparados para exterminar el pueblo deicida, ponían sus tiendas en lo alto del monte Olívete, en el mismo lugar en que estaba ahora el Salvador y desde allí amenazaban a la Jerusalén ingrata y menospreciadora. Después de haber conversado largamente acerca del juicio final en el que serán juzgados todos los hombres, Jesús entra en Betania y consuela con su presencia el corazón traspasado de dolor de su Santísima Madre.

La Estación en Roma se celebra en la iglesia de Santa Práxedes. Esta iglesia, además de 2.300 cuerpos de mártires extraídos de las catacumbas y depositados en ella en el siglo ix por el Papa San Pascual I, posee la columna en que el Salvador fué flagelado, una importante reliquia de la Vera Cruz, tres espinas de la Corona, donadas por San Luis y las reliquias de San Carlos Borromeo.

M I SA

Las palabras del Introito están tomadas del Sal. XXXIV. Cristo invoca, por boca del profeta el auxilio de su Padre contra los enemigos que le acechan por todas partes.

INTROITO

Juzga, Señor, a los que me dañan, vence a los que me combaten: empuña las armas y el escudo, y levántate en mi ayuda, Señor, fortaleza de mi salud.— Salmo: Saca la espada, y cierra contra los que me persiguen: di a mi alma: Yo soy tu salud. — Juzga, Señor…

En la colecta la Iglesia nos enseña a recurrir a los méritos de la Pasión del Redentor cuando queramos obtener de Dios socorro en nuestras necesidades.

COLECTA

Suplicárnoste, oh Dios omnipotente, hagas que, los que desfallecemos, por nuestra flaqueza, en medio de tantas adversidades, respiremos por los méritos de la Pasión de tu unigénito Hijo, que vive y reina contigo.

EPISTOLA

Lección del Profeta Isaías (L, 5-10).

En aquellos días dijo Isaías: El Señor Dios me abrió el oído, y yo no le contradije: no me torné atrás. Di mi cuerpo a los que me herían, y mis mejillas a los que me mesaban el cabello: no aparté mi rostro de los que me injuriaban y escupían. El Señor Dios fué mi auxiliador, por eso no fui confundido: por eso puse en mi cara como una roca durísima, y sé que no seré confundido. Cerca está el que me justifica: ¿quién me contradirá? Estemos juntos: ¿quién será mi adversario? Acérquese a mí. He aquí que el Señor Dios es mi auxiliador: ¿quién me condenará? He aquí que todos envejecerán como un vestido: los comerá la polilla. ¿Quién hay entre vosotros que tema al Señor, que oiga la voz de su siervo? El que ande en tinieblas, y no tenga luz, confíe en el nombre del Señor y se apoye sobre su Dios.

PRUEBAS DEL MESÍAS. — Isaías, profeta preciso y elocuente en lo que hace relación a las pruebas del Mesías, nos revela hoy los padecimientos de nuestro Redentor y la paciencia con que sufrió los malos tratos de sus enemigos. Jesús ha aceptado la misión de víctima universal y no le apartará de su decisión ningún dolor ni humillación. “No escondí mi rostro ante las injurias y los esputos.” ¿Qué reparación no hemos de dar a la majestad soberana, que por salvarnos ha soportado tales ultrajes? He ahí a los judíos cobardes pero crueles: no tiemblan ante su víctima. No ha mucho una sola palabra les ha echado por tierra en el huerto de los Olivos; mas, luego, se ha dejado atar y arrastrar hasta el palacio del sumo sacerdote. Se le acusa. Se lanzan gritos contra su persona; nada responde. Jesús Nazareno, el doctor, el gran taumaturgo ha perdido su prestigio; todo está permitido en contra suya. Así sucede al pecador que permanece tranquilo cuando oyó rugir el rayo y no le ocasionó la muerte. Con todo, los ángeles se anonadan ante tan augusta Faz, desfigurada y ultrajada por estos miserables. Prosternémonos con ellos y pidamos perdón porque nuestros pecados fueron la causa del martirio de esta víctima divina.

Pero escuchemos las últimas palabras del Salvador y démosle gracias. El dijo: “Que no pierda ahora la esperanza el que andaba en las tinieblas y sin luz alguna.” Era el pueblo gentil sumido en el vicio y en la idolatría. No sabe lo que está sucediendo en Jerusalén; no sabe que la tierra es morada del Hombre-Dios y que este Hombre-Dios está padeciendo la opresión del pueblo que se había escogido y favorecido a manos llenas; pero pronto la luz del Evangelio derramará sus rayos sobre el pueblo infiel. Creerá y se someterá; amará a su Libertador hasta devolverle vida por vida y sangre por sangre. Entonces tendrá cumplimiento el oráculo de aquel indigno pontífice que, aunque a pesar suyo, profetizó la salvación del pueblo gentil por medio de la muerte de Jesús y anunció al mismo tiempo que esta muerte reuniría en una misma familia a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.

En el Gradual David continúa pidiendo venganza para los verdugos del Mesías, bien merecida por su ingratitud y dureza de corazón. El Tracto es el mismo del miércoles de Ceniza que la Iglesia repite los lunes, miércoles y viernes para implorar la divina misericordia en la penitencia cuaresmal.

GRADUAL

Levántate, Señor, y atiende a mi juicio: Dios mío y Señor mío, juzga mi causa. J. Saca la espada, y cierra contra los que me persiguen.

TRACTO

(Véase Miércoles de Ceniza, AQUÍ)

EVANGELIO

Continuación del santo Evangelio según San Juan. (XII, 1-9.) Seis días antes de la Pascua fué Jesús a Betania, donde había muerto Lázaro, a quien resucitó Jesús. Hiciéronle allí una gran comida: servía Marta, y Lázaro era uno de los sentados a la mesa con El. Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo precioso, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y enjugó sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que le había de entregar: ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se ha dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y tenía la bolsa, y sacaba lo que se echaba en ella. Dijo entonces Jesús: Dejadla que lo conservó para el día de mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Supo entonces mucha gente judía que se hallaba allí: y vinieron, no por Jesús solamente, sino también para ver a Lázaro, a quien El había resucitado de entre los muertos.

UNCIÓN DE JESÚS EN BETANIA.— Acabamos de oír la lectura del pasaje evangélico a que aludimos ha unos días, el sábado anterior al domingo de Ramos. Ha sido colocado en la misa de hoy porque antiguamente no había estación el Sábado. La Iglesia nos llama la atención con este episodio sobre los postreros días de nuestro Redentor, para hacernos sentir con él todos los acontecimientos que se realizan en este momento en torno suyo. María Magdalena cuya conversión nos había admirado hace unos días, está llamada a tomar parte en la Pasión y Resurrección de su Maestro. Tipo ideal del alma convertida y admitida a gozar de los favores celestes, debemos seguirla en todas las circunstancias en que la gracia divina la va a hacer tomar parte. La hemos visto siguiendo al Salvador paso a paso y ayudándole en sus necesidades; además el Santo Evangelio nos la muestra preferida a Marta su hermana, pues ha escogido la mejor parte. En estos días es objeto de nuestro interés principalmente por su tierna adhesión a Jesús. Sabe que le buscan para matarle y el Espíritu Santo que la guía interiormente por unos estados que se suceden, cada vez más perfectos, ha querido que hoy dé cumplimiento a una acción profética previendo lo que tanto teme.

Entre los tres presentes de los Magos, uno de ellos significa la muerte del Rey divino a quien estos hombres vinieron a visitar desde el lejano oriente. Era la mirra, perfume funerario empleado tan copiosamente en el entierro del Salvador. Hemos visto que la Magdalena, al convertirse, testimonió su cambio de vida derramando sobre los pies de Jesús un ungüento precioso. Ahora emplea también este medio como muestra de amor. Su Maestro está comiendo en casa de Simón el leproso; María está con él, como también sus discípulos; Marta sirviendo; hay paz en esta casa; pero todos presienten cosas adversas. De repente María Magdalena aparece con un vaso lleno de ungüento de nardo precioso. Se dirije a Jesús y arrojándose a sus pies los unje con este perfume y luego los enjuga con sus cabellos.

Jesús estaba tendido sobre un diván en donde los orientales se recuestan mientras comen; fué, pues, fácil que la Magdalena se pusiese a sus pies. Dos evangelistas, completada su narración por San Juan, nos muestran que ella derramó también sobre la cabeza del Salvador este oloroso ungüento. ¿Comprendía bien la Magdalena en este momento la importancia de la acción que la había inspirado el Espíritu Santo? Nada nos dice el Evangelio; pero Jesús reveló este misterio a sus apóstoles; y nosotros que nos hacemos eco de sus palabras, conocemos por esta acción que ha comenzado, podemos decir, la Pasión de nuestro Redentor, desde el momento en que la Magdalena le embalsama para su futura sepultura. El suave y penetrante olor del perfume se había extendido por toda la morada. Uno de los discípulos, Judas Iscariote, protesta contra lo que él llama gasto inútil. Su bajeza y codicia le habían hecho insensible a todo pudor. Muchos de los discípulos confirmaron su opinión; ¡sus pensamientos eran tan rústicos todavía! Jesús permitió esta protesta por varias razones. Quería anunciar su próxima muerte a los que le rodeaban revelándoles el secreto que contenía esta efusión de perfume sobre su cuerpo. En segundo lugar glorificar a la Magdalena, que le profesaba un amor tan tierno y tan ardiente; y entonces anunció que su fama se extendería por toda la tierra tan lejos cuanto se extendiese el Evangelio. En fin, quería consolar de antemano a las almas piadosas, a las que su amor inspiraría obras de liberalidad para su culto y resguardarlas de las críticas mezquinas de que serían objeto.

Recojamos estas enseñanzas divinas. Honremos a Jesús no sólo en su persona sino también en sus pobres. Honremos a la Magdalena y sigámosla hasta que pronto la veamos en el Calvario y en el sepulcro. En fin, dispongámonos a embalsamar a nuestro Salvador reuniendo para su entierro la mirra de los Magos que figura el sacrificio, y el precioso nardo de la Magdalena que representa el amor generoso y compaciente.

En el Ofertorio, el Salmista en nombre del Redentor, después de implorar el auxilio divino pide a Dios que se digne ser fiel en el cumplimiento de sus decretos en favor de la humanidad.

OFERTORIO

Líbrame de mis enemigos, Señor: a ti recurro, enséñame a cumplir tu voluntad: porque tú eres mi Dios. La Secreta contiene en sí toda la fuerza divina de nuestros augustos misterios. No sólo purifica este sacrificio del alma, sino que además la eleva a la unión perfecta con el que es su autor y principio.

SECRETA

Haz, oh Dios omnipotente, que estos sacrificios nos purifiquen con su poderosa virtud, y logren llevarnos más puros a su principio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

En la Comunión resuena una maldición contra los enemigos del Salvador. Asi, en el gobierno del mundo, ejecuta Dios a un mismo tiempo su misericordia y su justicia.

COMUNION

Avergüéncense y sean confundidos a una los que se alegran de mis males: vístanse de vergüenza y confusión los que hablan males contra mí.

La Iglesia concluye las súplicas de esta Misa pidiendo que sus hijos conserven el espíritu ferviente que acaban de recibir en su fuente.

POSCOMUNION

Comuníquennos, Señor, tus santos Misterios un fervor divino: con el que podamos gozar de sus delicias y de su fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Humillad vuestras cabezas delante de Dios.

ORACION

Ayúdanos, oh Dios, Salvador nuestro: y haz que celebremos alegres los beneficios con que te has dignado restaurarnos. Por Jesucristo, nuestro Señor.