martes, 1 de julio de 2025

Fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. 1 de julio

 



La devoción a la Preciosísima Sangre, fue propagada por el sacerdote San Gaspar del Búfalo. Por mandato del Papa Benedicto XIV se compusieron la Misa y el Oficio. que Pío IX, en cumplimiento de un voto hecho en Gaeta, extendió la fiesta litúrgica a la Iglesia universal [10 de agosto de 1849]. Por último Pío XI, de feliz memoria, como recuerdo del XIX Centenario de la Redención [1933], elevó el rango de dicha fiesta.

Jaculatoria  en reparación de las blasfemias

Padre Eterno, por la Sangre más preciosa de Jesucristo, glorifica Su santísimo nombre, de acuerdo con la intención y los deseos de Su adorable Corazón.


(Indulgencia de 300 días. - Pío X, 1908)
¡Cuán pocos hay que se valgan de la preciosa Sangre de Jesús para comprar su salvación! - San Ignacio




 
 
Reparemos la Blasfemia que profirió Bergoglio contra la Preciosa Sangre de Jesucristo.


† Oración de Reparación ~ Sangre de Cristo
 
Salve, Víctima de la salvación, ofrecida en el patíbulo de la cruz por mí y por todo el linaje humano. Salve, noble y preciosa sangre que mana de las llagas de Jesucristo crucificado y lava todos los crímenes del mundo. Acuérdate, Señor, del hombre que has rescatado con tu sangre; me arrepiento de haberte ofendido y propongo enmendarme en lo sucesivo.
Padre clementísimo, aleja de mí todas las iniquidades y pecados, para que, purificado de alma y cuerpo, merezca entrar dignamente en el lugar santísimo, y que este cuerpo y esta sangre que deseo tomar, aunque indigno, sirva para remisión de mis culpas, para purificar mi alma de sus delitos, para ahuyentar los torpes pensamientos, para devolverle los buenos sentimientos, para dar eficacia a las obras que a ti te agradan, y, finalmente, para firmísima protección contra las asechanzas del enemigo de mi alma y de mi cuerpo. Amén.
 San Ambrosio.
 
 Julio es el mes de la devoción a la preciosa Sangre de Jesús.

                           

El Año Litúrgico - Dom Prospero Gueranger:
HISTORIA DE LA FIESTA. — No debemos dejar de recordar aquí que esta fiesta es el memorial de una de las más brillantes victorias de la Iglesia. Pío IX fue expulsado de Roma en 1848 por la revolución triunfante; por estos mismos días, al año siguiente, volvió al poder. El 28, 29 y 30, con la protección de los Apóstoles, la hija primogénita de la Iglesia, fiel a su pasado glorioso, arrojó a sus enemigos de las murallas de la Ciudad Eterna; el 2 de Julio, fiesta de María, terminaba la conquista. En seguida un doble decreto notificaba a la Ciudad y al mundo el agradecimiento del Pontífice y la manera con que quería perpetuar por la sagrada Liturgia el recuerdo de estos sucesos. El 10 de Agosto, desde Gaeta, lugar de su refugio durante la lucha, Pío IX, antes de volver a tomar el mando de sus Estados, se dirigió al Jefe invisible de la Iglesia y se la confiaba por la institución de la fiesta de este día, recordándole que, por esta Iglesia, había derramado toda su Sangre.
Poco después, de nuevo en su capital, se dirigía a María, como lo hicieron en otras circunstancias S. Pío V y Pío VII; el Vicario de Jesucristo devolvía a la que es Socorro de ios cristianos, el honor de la victoria ganada el día de su gloriosa Visitación, y disponía que la fiesta del 2 de Julio se elevase del rito de doble mayor al de segunda clase para todas las Iglesias: preludio de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que el inmortal Pontífice proyectaba desde entonces, y que acabaría de aplastar la cabeza de la serpiente.
Durante el Jubileo que instituyó en 1933 para celebrar el 19 centenario de la Redención, Pío XI elevó la fiesta de la Preciosa Sangre al rito doble de primera clase, con el fin de inculcar más en el alma de los fieles el recuerdo y la estima de la Sangre del Cordero de Dios, y de alcanzar frutos más copiosos para nuestras almas.

viernes, 27 de junio de 2025

El Sagrado Corazón de Jesús es el remedio contra el liberalismo, el racionalismo, el orgullo, el egoísmo y el desenfreno de la sexualidad

 


El Papa Pío IX con la devoción al Sagrado Corazón combatió el racionalismo y el liberalismo.


"El Papa Pío IX veía en el Sagrado Corazón un remedio contra el liberalismo, cuando aprobaba, por la Consagración solemne del 16 de junio de 1875, una fórmula en la cual se encuentra una oración por la conversión de los católicos liberales. (El Sagrado Corazón de Jesús, autor P. Julio Chevalier MSC: Remedio de los males de la sociedad libro III cap. 3) 


 
 
Dos grandes males filosóficos para la Iglesia: el Papa Pío IX las expone y las combate con el Sagrado Corazón.
Racionalismo: uno de los frutos de la falta de piedad. Rechaza lo sobrenatural, niega la divinidad de Jesucristo, la autoridad de la Iglesia y proclama la indiferencia en materia de fe y religión, la independencia del pensamiento y de la voluntad: autonomía para decidir sobre el bien y el mal.

 

Liberalismo: el resumen de todos los errores modernos. San Pío IX en  1874, nos describe las características:
• El orgullo: “los conoceréis por que muestran su despecho sobre todo lo que significa una obediencia pronta, entera y absoluta a los decretos y avisos (de la 
Doctrina Moral de la Iglesia Católica). Se creen mas sabios que la Iglesia”.
• Servilismo hacia el estado: “adulan el poder civil, sin tener valentía para exponer lo que contraría a la verdad”. “se ponen a favor de la falsa libertad”.
• Espíritu de división: este error es mas peligroso pues se esconde bajo el velo de la caridad y la misericordia. Llaman a los hijos fieles de la Iglesia, retrógados, atrasados y faltos de progreso.

 

“La Iglesia y la Sociedad, dijo Pío IX en Septiembre de 1860, no tienen mas esperanza que en el Corazón de Jesús; El es quien los curará de todos sus males”. “Atravesamos tiempos difíciles. Todo está en peligro, tanto en el orden espiritual como en el temporal. En medio de calamidades tan grandes que pesan sobre el mundo, es absolutamente necesario que reavivemos inmediatamente nuestra piedad y pidamos todos juntos que la Sangre Divina que brota de Su Corazón nos proteja, nos atraiga hacia sí con los lazos de una caridad más ardiente, que inflame todos los hombres con el fuego sagrado que le consume, que les inspire los sentimientos que le animan a fin de hacerles agradables a Dios con una vida llena de buenas obras y de méritos”



• La Iglesia y la sociedad no tienen más esperanza que en el Sagrado Corazón de Jesús, es El quien los curará de todos los males. Predicad y difundid por todas partes la devoción al Sagrado Corazón, ella será la salvación del mundo. Apresuraos en organizaros y constituiros.”. (San Pío IX, dijo al fundador de los Misiones del Sagrado Corazón)

Corazones.org


Miserentissimus Redemptor encíclica del Papa Pío XI, emitida el 8 de mayo de 1928 sobre la reparación y expiación al Sagrado Corazón. 



La consagración

Mas, como en el siglo precedente y en el nuestro, por las maquinaciones de los impíos, se llegó a despreciar el imperio de Cristo nuestro Señor y a declarar públicamente la guerra a la Iglesia, con leyes y mociones populares contrarias al derecho divino y a la ley natural, y hasta hubo asambleas que gritaban: «No queremos que reine sobre nosotros» (Lc 19,14),  por esta consagración que decíamos, la voz de todos los amantes del Corazón de Jesús prorrumpía unánime oponiendo acérrimamente, para vindicar su gloria y asegurar sus derechos: «Es necesario que Cristo reine (1 Cor 15,25). Venga su reino». De lo cual fue consecuencia feliz que todo el género humano, que por nativo derecho posee Jesucristo, único en quien todas las cosas se restauran (Ef 1,10), al empezar este siglo, se consagra al Sacratísimo Corazón, por nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, aplaudiendo el orbe cristiano.

(...)

Expiación nuestra, sacerdotes en Cristo

8. Necesario es no olvidar nunca que toda la fuerza de la expiación pende únicamente del cruento sacrificio de Cristo, que por modo incruento se renueva sin interrupción en nuestros altares; pues, ciertamente, «una y la misma es la Hostia, el mismo es el que ahora se ofrece mediante el ministerio de los sacerdotes que el que antes se ofreció en la cruz; sólo es diverso el modo de ofrecerse»[2]; por lo cual debe unirse con este augustísimo sacrificio eucarístico la inmolación de los ministros y de los otros fieles para que también se ofrezcan como «hostias vivas, santas, agradables a Dios»(Rom 12,1). Así, no duda afirmar San Cipriano «que el sacrificio del Señor no se celebra con la santificación debida si no corresponde a la pasión nuestra oblación y sacrificio»[3].


Por ello nos amonesta el Apóstol que, «llevando en nuestro cuerpo la mortificación de Jesús»(2 Cor 4,10), y con Cristo sepultados y plantados, no sólo a semejanza de su muerte crucifiquemos nuestra carne con sus vicios y concupiscencias (cf Gál 5,24), «huyendo de lo que en el mundo es corrupción de concupiscencia»(2 Pe 1,4), sino que «en nuestros cuerpos se manifieste la vida de Jesús» (2 Cor 4,10), y, hechos partícipes de su eterno sacerdocio, «ofrezcamos dones y sacrificios por los pecados» (Heb 5,1).

(...)

Comunión Reparadora y Hora Santa

...

Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que habían de grabarse en las almas piadosas de manera que jamás se olvidarán: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado, y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor». Para reparar estas y otras culpas recomendó entre otras cosas que los hombres comulgaran con ánimo de expiar, que es lo que llaman Comunión Reparadora, y las súplicas y preces durante una hora, que propiamente se llama la Hora Santa; ejercicios de piedad que la Iglesia no sólo aprobó, sino que enriqueció con copiosos favores espirituales.


Necesidad actual de expiación por tantos pecados

12. Cuánta sea, especialmente en nuestros tiempos, la necesidad de esta expiación y reparación, no se le ocultará a quien vea y contemple este mundo, como dijimos, «en poder del malo» (1 Jn 5,19). De todas partes sube a Nos clamor de pueblos que gimen, cuyos príncipes o rectores se congregaron y confabularon a una contra el Señor y su Iglesia (2 Pe 2,2). Por esas regiones vemos atropellados todos los derechos divinos y humanos; derribados y destruidos los templos, los religiosos y religiosas expulsados de sus casas, afligidos con ultrajes, tormentos, cárceles y hambre; multitudes de niños y niñas arrancados del seno de la Madre Iglesia, e inducidos a renegar y blasfemar de Jesucristo y a los más horrendos crímenes de la lujuria; todo el pueblo cristiano duramente amenazado y oprimido, puesto en el trance de apostatar de la fe o de padecer muerte crudelísima. Todo lo cual es tan triste que por estos acontecimientos parecen manifestarse «los principios de aquellos dolores» que habían de preceder «al hombre de pecado que se levanta contra todo lo que se llama Dios o que se adora» (2 Tes 2,4).

Y aún es más triste, venerables hermanos, que entre los mismos fieles, lavados en el bautismo con la sangre del Cordero inmaculado y enriquecidos con la gracia, haya tantos hombres, de todo orden o clase, que con increíble ignorancia de las cosas divinas, inficionados de doctrinas falsas, viven vida llena de vicios, lejos de la casa del Padre; vida no iluminada por la luz de la fe, ni alentada de la esperanza en la felicidad futura, ni caldeada y fomentada por el calor de la caridad, de manera que verdaderamente parecen sentados en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Cunde además entre los fieles la incuria de la eclesiástica disciplina y de aquellas antiguas instituciones en que toda la vida cristiana se funda y con que se rige la sociedad doméstica y se defiende la santidad del matrimonio; menospreciada totalmente o depravada con muelles halagos la educación de los niños, aún negada a la Iglesia la facultad de educar a la juventud cristiana; el olvido deplorable del pudor cristiano en la vida y principalmente en el vestido de la mujer; la codicia desenfrenada de las cosas perecederas, el ansia desapoderada de aura popular; la difamación de la autoridad legítima (la difamación de la Sana doctrina de la Iglesia), y, finalmente, el menosprecio de la palabra de Dios, con que la fe se destruye o se pone al borde de la ruina.

Forman el cúmulo de estos males la pereza y la necedad de los que, durmiendo o huyendo como los discípulos, vacilantes en la fe míseramente desamparan a Cristo, oprimido de angustias o rodeado de los satélites de Satanás; no menos que la perfidia de los que, a imitación del traidor Judas, o temeraria o sacrílegamente comulgan o se pasan a los campamentos enemigos. Y así aun involuntariamente se ofrece la idea de que se acercan los tiempos vaticinados por nuestro Señor: «Y porque abundó la iniquidad, se enfrió la caridad de muchos» (Mt 24,12). 


Encíclica del papa Pío XII dedicó al culto sobre el Sagrado Corazón de Jesús "HAURIETIS AQUAS" de 15 de mayo de 1956.



I. FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA

Dificultades y objeciones

3. La Iglesia siempre ha tenido y tiene en tan grande estima el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús: lo fomenta y propaga entre todos los cristianos, y lo defiende, además, enérgicamente contra las acusaciones del naturalismo y del sentimentalismo; sin embargo, es muy doloroso comprobar cómo, en lo pasado y aun en nuestros días, este nobilísimo culto no es tenido en el debido honor y estimación por algunos cristianos, y a veces ni aun por los que se dicen animados de un sincero celo por la religión católica y por su propia santificación.

«Si tú conocieses el don de Dios» [7]. Con estas palabras, venerables hermanos, Nos, que por divina disposición hemos sido constituidos guardián y dispensador del tesoro de la fe y de la piedad que el Divino Redentor ha confiado a la Iglesia, conscientes del deber de nuestro oficio, amonestamos a todos aquellos de nuestros hijos que, a pesar de que el culto del Sagrado Corazón de Jesús, venciendo la indiferencia y los errores humanos, ha penetrado ya en su Cuerpo Místico, todavía abrigan prejuicios hacia él y aun llegan a reputarlo menos adaptado, por no decir nocivo, a las necesidades espirituales de la Iglesia y de la humanidad en la hora presente, que son las más apremiantes. Pues no faltan quienes, confundiendo o equiparando la índole de este culto con las diversas formas particulares de devoción, que la Iglesia aprueba y favorece sin imponerlas, lo juzgan como algo superfluo que cada uno pueda practicar o no, según le agradare; otros consideran oneroso este culto, y aun de poca o ninguna utilidad, singularmente para los que militan en el Reino de Dios, consagrando todas sus energías espirituales, su actividad y su tiempo a la defensa y propaganda de la verdad católica, a la difusión de la doctrina social católica, y a la multiplicación de aquellas prácticas religiosas y obras que ellos juzgan mucho más necesarias en nuestros días. Y no faltan quienes estiman que este culto, lejos de ser un poderoso medio para renovar y reforzar las costumbres cristianas, tanto en la vida individual como en la familiar, no es sino una devoción, más saturada de sentimientos que constituida por pensamientos y afectos nobles; así la juzgan más propia de la sensibilidad de las mujeres piadosas que de la seriedad de los espíritus cultivados.

Otros, finalmente, al considerar que esta devoción exige, sobre todo, penitencia, expiación y otras virtudes, que más bien juzgan pasivas porque aparentemente no producen frutos externos, no la creen a propósito para reanimar la espiritualidad moderna, a la que corresponde el deber de emprender una acción franca y de gran alcance en pro del triunfo de la fe católica y en valiente defensa de las costumbres cristianas; y ello, dentro de una sociedad plenamente dominada por el indiferentismo religioso que niega toda norma para distinguir lo verdadero de lo falso, y que, además, se halla penetrada, en el pensar y en el obrar, por los principios del materialismo ateo y del laicismo.


La doctrina de los papas

4. ¿Quién no ve, venerables hermanos, la plena oposición entre estas opiniones y el sentir de nuestros predecesores, que desde esta cátedra de verdad aprobaron públicamente el culto del Sacratísimo Corazón de Jesús? ¿Quién se atreverá a llamar inútil o menos acomodada a nuestros tiempos esta devoción que nuestro predecesor, de i. m., León XIII, llamó «práctica religiosa dignísima de todo encomio», y en la que vio un poderoso remedio para los mismos males que en nuestros días, en forma más aguda y más amplia, inquietan y hacen sufrir a los individuos y a la sociedad? «Esta devoción —decía—, que a todos recomendamos, a todos será de provecho». Y añadía este aviso y exhortación que se refiere a la devoción al Sagrado Corazón: «Ante la amenaza de las graves desgracias que hace ya mucho tiempo se ciernen sobre nosotros, urge recurrir a Aquel único, que puede alejarlas. Mas ¿quién podrá ser Este sino Jesucristo, el Unigénito de Dios? "Porque debajo del cielo no existe otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de ser salvos" [8]. Por lo tanto, a El debemos recurrir, que es "camino, verdad y vida"» [9].

No menos recomendable ni menos apto para fomentar la piedad cristiana lo juzgó nuestro inmediato predecesor, de f. m., Pío XI, en su encíclica Miserentissimus Redemptor: «¿No están acaso contenidos en esta forma de devoción el compendio de toda la religión y aun la norma de vida más perfecta, puesto que constituye el medio más suave de encaminar las almas al profundo conocimiento de Cristo Señor nuestro y el medio más eficaz que las mueve a amarle con más ardor y a imitarle con mayor fidelidad y eficacia?» [10].

Nos, por nuestra parte, en no menor grado que nuestros predecesores, hemos aprobado y aceptado esta sublime verdad; y cuando fuimos elevado al sumo pontificado, al contemplar el feliz y triunfal progreso del culto al Sagrado Corazón de Jesús entre el pueblo cristiano, sentimos nuestro ánimo lleno de gozo y nos regocijamos por los innumerables frutos de salvación que producía en toda la Iglesia; sentimientos que nos complacimos en expresar ya en nuestra primera Encíclica [11]. Estos frutos, a través de los años de nuestro pontificado —llenos de sufrimientos y angustias, pero también de inefables consuelos—, no se mermaron en número, eficacia y hermosura, antes bien se aumentaron. Pues, en efecto, muchas iniciativas, y muy acomodadas a las necesidades de nuestros tiempos, han surgido para favorecer el crecimiento cada día mayor de este mismo culto: asociaciones, destinadas a la cultura intelectual y a promover la religión y la beneficencia; publicaciones de carácter histórico, ascético y místico para explicar su doctrina; piadosas prácticas de reparación y, de manera especial, las manifestaciones de ardentísima piedad promovidas por el Apostolado de la Oración, a cuyo celo y actividad se debe que familias, colegios, instituciones y aun, a veces, algunas naciones se hayan consagrado al Sacratísimo Corazón de Jesús. Por todo ello, ya en Cartas, ya en Discursos y aun Radiomensajes, no pocas veces hemos expresado nuestra paternal complacencia [12].

martes, 17 de junio de 2025

Fiestas del mes de Junio

 

Mes de junio dedicado al Sagrado Corazón de Jesús


El Corazón de Jesús es el remedio de todos nuestros males. Remedio contra el liberalismo, el racionalismo, el orgullo y el desenfreno de la sexualidad


La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida en toda la Iglesia por el papa Pío XII, para obtener por medio de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia, la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes".

Del texto de la consagración del Papa Pío XII: "Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número"




Martirologio Romano: Memoria de los santos Carlos Lwanga y doce compañeros
Fiesta Litúrgica: 3 de junio
Mártires por defender su pureza y la fe

En 1920, el Papa Benedicto XV los proclamó beatos. Catorce años después, en 1934, el Papa Pío XI nombró a Carlos Lwanga "Patrón de la juventud del África cristiana".


Martirio de San Pelayo, el mártir que convirtió a muchos en la prisión.

Mártir por la fe y la pureza.
Memorial: 26 de junio
Patronazgo: Castidad y jóvenes, personas abandonadas, víctimas de tortura, Castro Urdiales, España


21 de Junio San Luis Gonzaga, Patrón de la Juventud Católica
San Luis Gonzaga fue elegido por el Papa Benedicto XIII y nuevamente por el Papa Pío XI, como el patrón de la juventud.




jueves, 1 de mayo de 2025

Novena Infalible al Sagrado Corazón de Jesús pidiendo un Milagro por intercesión de Doña Lucilia

 

En honor a Doña Lucilia por su fidelidad a Cristo.







Por la señal  de la Santa Cruz, de nuestros  enemigos, líbranos Señor  Dios nuestro.

En el nombre del Padre, y del Hijo  , y del Espíritu Santo. Amén.

Oh Jesús mío, habéis dicho: “En verdad os digo, pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá.”
He aquí que llamo, busco y pido con fe y confianza la gracia que deseo alcanzar en esta novena:

Haga una pausa aquí para hacer sus peticiones al Sagrado Corazón de Jesús.

Sagrado Corazón de Jesús, protege nuestras familias.




Padre nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío.
✞✞✞


Oh Jesús mío, habéis dicho: “En verdad os digo, lo que se pidiese a Mi Padre en Mi Nombre, Él lo dará a vosotros.” He aquí que en vuestro nombre, le pido al Padre Celestial con fe y confianza la gracia que deseo alcanzar en esta novena.
℣. Corazón de Jesús, generoso para aquellos que te invocan ℟. Ten piedad de nosotros.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío.
✞✞✞



Oh Jesús mío, habéis dicho: “ En verdad os digo, que el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás.” He aquí que, animado por Vuestras infalibles palabras, ahora pido con fe y confianza la gracia que deseo alcanzar en esta novena.

℣. Sagrado Corazón de Jesús, Magnánimo con todos los que te invocan .Ten piedad de nosotros.

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío.
✞✞✞
Oremos: Oh Sagrado Corazón de Jesús, a quien sólo una cosa es imposible, esto es, la de no tener compasión de los infelices, ten piedad de nosotros, y concédenos la gracia que os pedimos, mediante el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, Vuestra tierna Madre, y nuestra Madre compasiva. Amén.

Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora y abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús: fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, Oh Piadosa, Oh dulce Virgen María.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
℣. San José, Padre Guardián de Jesús,
℟. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.















 

Juan 11:40


 Jesús le contestó:

—¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?