domingo, 19 de febrero de 2023

Súplica a Santa Bernardita de Soubirous


– Del Año Litúrgico de Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes
 


 — Santa Bernardita, cuando te buscaban los visitantes, mientras vivías se les decía: “Mirad, es la más pequeña.” Y ahora ha llegado a ser muy grande y en ti se cumple de modo perfecto aquella palabra del Evangelio. “El que se humilla será ensalzado.” El Señor ha hecho contigo lo que en otro tiempo hizo con la Virgen, que se te apareció en Lourdes, ha mirado con complacencia tu humildad y pequeñez y todas las generaciones te proclamarán bienaventurada. Cuando tuviste el honor de ser canonizada, el 8 de diciembre de 1933, Pío XI invitó a todos los cristianos a seguir tus huellas santísimas, imitar tu vida y tu humildad, tu fe y tu caridad ardiente. Haz que amemos como tú “todo lo pequeño” y busquemos sin cesar el silencio y el olvido, la abnegación y la obediencia que nos ganarán las complacencias del Altísimo. Respondistes con fidelidad a las inspiraciones del cielo; alcánzanos con tus oraciones y tus méritos, que respondamos con generosidad a la gracia de Dios, que nos llama a un estado más perfecto, más santo. Si no nos es posible rivalizar contigo en la pureza de vida, intentaremos, al menos, tener un celo semejante para hacer penitencia, cada una según su condición. Finalmente, haz que amemos a la Santísima Virgen como la amaste tú. No sólo nos alegramos cuando te honramos porque eres una gran santa, sino también porque tu tiempo es el tiempo de la Inmaculada. “Miré a la Santísima Virgen todo lo que pude”, decías tú. Oh si pudiésemos contemplarla con toda nuestra atención y con todo nuestro amor, como tú en Massbielle, y poco tiempo después en su altar de Nevers. No pretendemos ser honrados con una aparición pero cuando leemos el Evangelio, cuando meditamos cada día los misterios del Rosario, cuando guardamos nuestros corazones puros establecemos, desde aquí abajo, tratamos con la Santísima Virgen y ansiamos ir a contemplar su belleza en el cielo. Como en Lourdes, Nuestra Señora está cerca de nosotros, “atrayente, sonriente, mirándonos como una madre mira a sus hijos.” Ruega, oh Santa Bernardita, ruega para que no entristezcamos su mirada bondadosa. “Nos hace una señal para que nos acerquemos…” Su gesto maternal nos atrae, pero, alárganos la mano y llévanos tú misma a la Inmaculada.



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