SENTIDO DE LA FIESTA DE LA CRUZ. —- “Hermanos, temed en vosotros los mismos sentimientos que Cristo Jesús: el cual, poseyendo la forma de Dios, no creyó que era una rapiña el ser igual a Dios, sino que se anonadó tomando la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres, y mostrándose en lo exterior como hombre. Se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Estas palabras del Apóstol, que leemos en la Epístola de la Misa, nos dan el sentido de la fiesta que celebramos hoy. Los términos de siervo y de cruz, cierto que son para nosotros palabras corrientes: han perdido el sentido infamante que en el mundo antiguo, antes de la era cristiana, tenían: los destinatarios de San Pablo debieron comprender, mejor que nosotros, todo su horror y en consecuencia, apreciar también mejor hasta qué abismos se había bajado Cristo en su encarnación y su muerte de Cruz.
EL CULTO DE LA CRUZ. — Cristo padeció este suplicio espantoso por cada uno de nosotros. Con un amor infinito ofreció al Padre el sacrificio de su cuerpo extendido en la Cruz. Este instrumento de suplicio, objeto de infamia hasta entonces, se convierte en gloria para los cristianos: San Pablo sólo se gloría en la cruz del Señor, en la que está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección, la cual nos ha hecho libres y salvos.
El culto de la Cruz, como instrumento de nuestra redención, logró una gran extensión en la Iglesia cristiana. La Cruz es adorada y recibe homenajes que ninguna otra reliquia recibe; además las fiestas de la Santa Cruz revisten especial esplendor. El acontecimiento feliz del hallazgo de la Cruz ya fué festejado el 3 de mayo (Invención de la Santa Cruz): hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Exaltación de la Cruz, cuyo origen es bastante complejo, pero su historia nos facilitará precisar el objeto.
ORÍGENES DE LA FIESTA DE ESTE DÍA. — El 14 de septiembre es la fecha del aniversario de una dedicación que en la historia eclesiástica ha dejado un gran recuerdo.
El 14 de septiembre de 335 una multitud de curiosos, de peregrinos, de monjes, de clérigos y de prelados llegados de todas las provincias del Imperio, se juntaban en Jerusalén con motivo de la Dedicación del santuario magníficamente restaurado por el emperador Constantino, en el mismo sitio en que el Señor padeció y fué sepultado.
En años sucesivos el aniversario continuó celebrándose con no menos pompa. La peregrina española Eteria, que al fin del siglo iv fué a Jerusalén, nos refiere que más de cincuenta obispos asistían todos los años a las solemnidades del 14 de septiembre. La Dedicación tenía la husma categoría que la Pascua o la Epifanía, duraba ocho días y atraía una gran afluencia de peregrinos.
DOBLE OBJETO DE LA FIESTA. — El aniversario de la Dedicación se celebraba además con otros fines. Era el primero el recordar la antigua fiesta judía de los tabernáculos con que se ponía fin a las faenas de la vendimia. Se cree que caía en el día 14 de septiembre y la fiesta cristiana de la Dedicación debía reemplazarla. Pero hay otro recuerdo específicamente cristiano que ya desde fines del siglo iv estaba ligado a la fiesta del 14 de septiembre: la Invención del sagrado madero de la Cruz. Una ceremonia litúrgica, que lleva por nombre la Elevación o la Exaltación (hypsosis) 1 de la Cruz, conmemoraba todos los años este feliz descubrimiento. El punto mismo donde había sido fijada la Santa Cruz se consideraba como el centro del mundo. Y por eso un sacerdote levantaba el lefio sagrado de la Cruz hacia las diversas partes del mundo. Como recuerdo de la ceremonia, los peregrinos se llevaban una pequeña redoma con aceite que había tocado a la Cruz.
PROPAGACIÓN DE LA FIESTA. — Esta ceremonia fué tomando cada vez mayor importancia, de modo que en el siglo vi los recuerdos de la Invención de la Cruz y de la Dedicación del Gólgota quedaron en segundo plano.
NUEVO ESPLENDOR DE LA FIESTA. — En el correr de los siglos, un acontecimiento realzó de modo singular el esplendor de la fiesta de la Exaltación. El 614 los Persas tomaron Jerusalén y la pasaron a sangre y fuego. A continuación de las victorias del piadoso emperador Heraclio, se restauró la Ciudad Santa y Heraclio consignó la restitución de la Santa Cruz que los invasores habían llevado a Tesifonte. El 21 de marzo de 630, la Cruz fué nuevamente erigida en la Iglesia del Santo Sepulcro 2 y el 14 de septiembre siguiente se volvió a continuar conHa ceremonia de la Exaltación.
NUEVO CARÁCTER DE LA FIESTA. — Queda uno sorprendido al ver en la restauración de la antigua ceremonia un carácter nuevo de tristeza y de penitencia. Quizá contribuyesen las desgracias del imperio a hacer de esta ceremonia de adoración, un oficio de intercesión en el que no se cesa de repetir una y otra vez el Kyrie eleison. El ayuno es de rigor este día, al menos entre los monjes.
Este carácter de intercesión se nota en los textos litúrgicos propios de la fiesta de este día. Así el Ofertorio y la Poscomunión imploran protección y ayuda, mientras que el Evangelio recuerda la Exaltación del Hijo del Hombre en la Cruz, prefigurada por la serpiente de bronce.
Ya que un rito de la fiesta de este día fué largo tiempo la adoración de la Cruz, transcribiremos la oración que San Anselmo compuso para la ceremonia del Viernes Santo:
¡Oh Cruz Santa, cuya vista nos recuerda aquella otra Cruz sobre la cual Nuestro Señor Jesucristo, con su propia muerte, nos libró de la muerte eterna, a la que miserablemente nos lanzábamos, y por la cual nos resucitó a la vida eterna que habíamos perdido por el pecado; adoro, venero y glorifico en ti aquella Cruz que representas y, en ella, al Señor misericordioso que por medio de ella realizó su obra de misericordia! ¡Oh Cruz amable, donde están nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección! ¡Oh madero precioso por quien fuimos libertados y salvados! ¡Oh símbolo con que fuimos sellados para Dios! ¡Oh Cruz gloriosa en quien únicamente debemos gloriarnos!
Y ¿cómo te alabaremos? ¿De qué modo te ensalzaremos? ¿Con qué corazón te rogaremos? ¿Con qué gusto me gloriaré en ti? Por ti se vacia el infierno; queda cerrado para todos los que fueron rescatados por ti. Los demonios por ti están amedrentados, reprimidos, vencidos, aplastados. El mundo por ti se renueva y hermosea, gracias a la verdad que brilla con esplendidez y a la justicia que en El reina. Por ti es justificada la naturaleza humana, pecadora; condenada, se salva; esclava del pecado y del infierno, consigue la libertad; muerta, vuelve a la vida. Por ti se restaura y perfecciona esta ciudad bienaventurada del cielo. Por ti Dios, el Hijo de Dios, quiso ser obediente a su Padre hasta la muerte para bien nuestro; por eso, puesto en la cruz, recibió un nombre que está por encima de todo nombre. Por ti preparó su trono y restableció su reino.
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