Nuestra Contrarrevolución consiste en practicar fielmente nuestra fe y poner en Acción Nuestra Tradición Católica.
ACTO DE CONTRICIÓN
Creo en Dios: fortaleced. Señor, mi fe; espero en Dios:
afirmad, Señor, mi esperanza; amo a Dios: encended, Señor
mi amor; pésame de haberos ofendido. ¡Oh Dios
mío! aumentad, Señor, mi arrepentimiento; que yo os
prometo, con el auxilio de vuestra Gracia y el patrocinio
poderoso de María Santísima del Buen Suceso, nunca más
pecar. Tened, Señor, piedad y misericordia de mí. Amén.
Oración para todos los días
¡Oh Excelentísima e Inmaculada Reina del Cielo, María
Santísima del Buen Suceso. Hija predilecta del Eterno Padre,
amantísima Madre del Divino Hijo, Esposa carísima del
Espíritu Santo, excelso Trono de la Majestad Divina, Templo
augusto de la Santísima Trinidad, en quien las tres Divinas
Personas han derramado los tesoros de su Poder, Sabiduría y
Amor! Acordaos, Virgen María del Buen Suceso, de que Dios
os ha hecho tan grande para que podáis socorrer a los
miserables pecadores. Acordaos que habéis prometido
muchas veces mostraros Madre piadosa de los que recurran a
Vos, me acojo Madre misericordiosísima y os ruego, por el
amor que os tuvo el Altísimo, me alcancéis de Dios Padre una
fe tan viva, que jamás pierda de vista las máximas eternas: del
Hijo, una Esperanza tan firme, que siempre aspire a lograr
aquella gloria que El me adquirió con su Sangre; y del Espíritu
Santo, una caridad tan inflamada, que yo viva siempre
amando al Sumo Bien y a Vos, Virgen Santísima hasta que, por
vuestra intercesión, pueda ir a amar y gozarle eternamente en
la gloria. Amén.
Saludemos a María
Por Hija predilecta de Dios Padre. Ave María,
Saludemos a María
Por Madre escogida de Dios Hijo. Ave María,
Saludemos a María
Por Esposa singular del Espíritu Santo. Ave María, Gloria Patri, et Filio
DÍA PRIMERO
Considera cuán grandes e incomparables son los prodigios
del Ser Omnipotente,
manifestando los tesoros de su
Misericordia en favor de sus redimidos. Pues, si admiramos
los excesos de
su bondad en la multitud de beneficios con que
nos ha enriquecido, con mayor razón debemos asombrarnos y
llenarnos de la gratitud por el beneficio más demostrativo de
su diestra mano,
con que nos ha engrandecido, dándonos a
una excelentísima y privilegiada Criatura, como María, para
nuestro consuelo, principalmente para los que le sirven y
aman de corazón, inspirando a los padres e hijos de la Iglesia,
diversos títulos y advocaciones con que la honrasen, diesen
cultos, y recibiesen los mayores favores de su amparo y
protección;
como lo han experimentado muchas veces los
verdaderos devotos de la Madre de Dios; especialmente por
medio de la portentosísima Imagen del Buen Suceso,
existente en el Templo del Hospital Real de la Villa de Madrid,
que es tan prodigiosa, desde el especial con que fue hallada
repentinamente en un yermo, sin ser buscado ese Tesoro;
pudiendo decirse lo que del mismo Dios expresa el profeta
Isaías, déjeme hallar de quien no venía en mi busca y
destíneme al bien de los que no habían hecho opinión de mi
bondad ni formado crédito de mi largueza. Por este
prodigioso principio, parece que el Altísimo hizo patente su
Voluntad de que fuese honrada y venerada su Santísima
Madre en la advocación del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Señor de infinita bondad!, que con la milagrosa
invención de esta imagen de María Santísima nos habéis dado
un recurso poderoso para acudir con toda confianza a su
amable protección en nuestras necesidades, concédenos los
auxilios con que encontremos fervor y confianza para saber
honrar y servir a esta vuestra Criatura predilecta; para que
por su intercesión alcancemos nuestra santificación y después
el Cielo, Amén.
ACCION DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN para todos los días
¡Oh Virgen bendita entre todas las mujeres!, nos faltan
voces para daros gracias por los innumerables beneficios que
de vuestra mano recibimos. El día que nacisteis al mundo
puede llamarse día de gracia, de salud y de consuelo. Vos sois
el honor del género humano, la alegría del Paraíso, la prenda
amada de Dios y la salud de nuestro pueblo. ¿Qué méritos
tenemos, Virgen Santísima del Buen Suceso, para que os deis
a conocer por Madre nuestra? ¿Sea infinitamente bendito
aquel Dios que así lo quiso! Sé Vos igualmente bendita, Virgen
María pues, sin embargo de nuestras ingratitudes os mostráis
a nuestro favor tan propicia. Haced, pues, Madre
clementísima que vuestra Imagen sea nuestro consuelo en la
tierra, siendo nuestro refugio, nuestro auxilio, y protección,
así en las necesidades públicas como privadas. Haced que se
aparten de nosotros las guerras; la peste, el hambre, los
rayos, los terremotos y todos los azotes que por nuestras
culpas merecemos. Rogad por la Santa Iglesia (Rogad por la Santa Madre Iglesia, por sus ministros legítimos y por la derrota de sus enemigos que se han infiltrado en la Jerarquía). Oíd las súplicas de los que os invocan, acordaos que
sois nuestra Abogada, nuestra Madre; pues como a tal
ponemos en Vos nuestra confianza. A vos recurrimos, y
esperamos que nos alcanzaréis de vuestro Hijo, el perdón de
nuestras culpas y perseverancia en la gracia hasta la muerte.
Amén.
(Aquí elevando cada uno su corazón a Dios, pida por
intercesión de María Santísima del Buen Suceso, lo que
desea alcanzar.)
GOZOS A LA SANTÍSIMA VIRGEN
María Virgen Madre
cuya preeminencia
tiene siempre absorta
a toda la tierra.
Respóndase:
Ampáranos pía,
pues eres Madre nuestra.
Sola sin ejemplo
diste complacencia
al Verbo del Padre,
que en tu honor se esmera.
Eres el más digno
templo de la Excelsa
Trinidad augusta,
en quien te embelesas.
En ti tiene asiento
la misma pureza,
los Ángeles gozo,
los tristes clemencia.
El orbe cristiano
te clama por Reina;
el Rey de los reyes
te tiene a su diestra.
¡Oh Madre de Gracia!
¡Oh esperanza nuestra!
de náufragos puerto
y del mar estrella.
Puerta del Empíreo
patente y perpetua,
salud del enfermo,
luz en las tinieblas.
Por ti, pues, logremos
ver a Dios en esa
corte de los Santos,
donde vive y reina.
Guía nuestros pasos
y asístenos tierna,
¡Oh dulce María!,
en la hora postrera.
Admite alabanza
de afectuosa lengua,
que expresar no puede
tus raras grandezas.
Antífona
Santa María, socorred a los miserables, ayudad a los
débiles, esforzad a los afligidos, rogad por el pueblo,
interceded por el clero, pedid por los devotos; sientan Señora,
vuestro favor y amparo, todos los que celebran vuestra
memoria santísima.
V. Rogad por nosotros ¡Oh Virgen del Buen Suceso!
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Cristo.
ORACIÓN FINAL
Os rogamos, Dios y Señor Nuestro, que nos concedáis la
salud del alma y del cuerpo por la intercesión de la gloriosa
Virgen María; por cuyos méritos y los de su soberano Hijo
Jesús, esperamos ser libres de los males presentes, y alcanzar
los bienes eternos. Amén.
DÍA SEGUNDO
Considera en la alta providencia del Altísimo como quiso
favorecer a los mortales, manifestándoles un tesoro
escondido en la preciosa imagen su Santísima Madre, bajo la
advocación del Buen Suceso, con prodigiosa suerte. Porque
habiendo muerto el hermano Bernardino de Obregón,
fundador de la Hermandad de los Mínimos para el servicio de
enfermos; fue elegido para remplazarle Gabriel de Fontaned y
éste con Guillermo Rigosa fueron a impetrar del Sumo
Pontífice la aprobación del Instituto y del hábito y cruz
morada que le distingue: luego que ellos llegaron a los
confines del Principado de Cataluña, pasando por el pueblo de
Traigueras de la jurisdicción de Tortosa, les sobrevino una
espantosa tempestad, de agua y granizo, acompañada de
truenos y relámpagos cuyos estruendos herían sus pechos con
horror y espanto. En tales conflictos acudieron a Dios
suplicándole que les deparara algún albergue, a donde
pudiesen refugiarse para disponerse a bien morir, porque la
porfía y rigor de la tempestad, les persuadía ser inevitable un
fracaso. Mas, como la Divina Misericordia premia la
resignación y la paciencia, dispuso que aquel trabajo fuese
presagio de una feliz aventura; porque a la medrosa claridad
de un relámpago, divisaron unas peñas algo desviadas del
camino, y hallaron en ella una espaciosa concavidad tan bien
labrada y dispuesta que parecía obra de pulido artífice y en lo
alto y cóncavo de aquellas peñas vieron un resplandor
admirable y sintieron juntamente una fragancia suavísima y
unos aromas celestiales, que excedían en mucho a los olores
terrenos. Bañóseles el alma de una alegría tan grande
mezclada con afecto de admiración y reverencia, que
sintieron al mismo tiempo un impulso interior de conocer las
causas de aquellas maravillas.
Oración.
¡Oh Dios admirable en todas vuestras obras!, que
convertisteis siempre los más azarosos sucesos de la vida en
pruebas de vuestras misericordias, y que en los conflictos más
desesperados disponéis los preludios de vuestros prodigios en
favor nuestro como hicisteis con los hermanos Mínimos por
medio de esa horrorosa tempestad; concedednos por
intercesión de esa Reina del Buen Suceso, la virtud de la
paciencia, para sufrir con ánimo resignado los trabajos que os
enviare vuestra Divina Voluntad: porque Vos mismo los
convertiréis en consuelos de esta vida y después nos daréis el
premio eterno, donde cantaremos para siempre vuestras
alabanzas y de María Santísima. Amén.
DÍA TERCERO
Considera como los viajeros impulsados por la gracia y
atraídos por la curiosidad de examinar tan sorprendentes
maravillas, se encaminaron al sitio en donde divisaron su
refugio: descalzáronse y trepando, con grandes dificultades y
con mutua ayuda, por enriscados peñascos y abruptos
despeñaderos; llegaron a la concavidad divisada a la claridad
del relámpago. ¡Y cuál su sorpresa de gozos y admiración!, al
contemplar en esa cueva primorosamente trabajada por la
naturaleza como espacioso templo, una hermosísima Imagen
de la Santísima Virgen con su bello Hijo en el brazo izquierdo,
un cetro en la mano derecha y ceñida la frente con
preciosísima corona. Su traje a la antigua, pero aseado, y a un
lado otro de la misma tela y hechura. Adornan el sitio muchas
y variadas flores que alfombraban el pavimento y trepando
por las paredes embalsamaban con exquisita fragancia la
dichosa estancia de la Reina del Cielo. Mas era de singular
reparo una lámpara incrustada en la roca con habilísimo
artificio, que encendida despedía el fulgor de muchas luces.
¡Cuánta belleza y encanto propios para honrar a tan
admirable Señora! ¡Cuánta sorpresa y admiración para los
absortos viajeros! quienes extasiados contemplaban un trozo
de Cielo y desahogaban su corazón convulso y anhelante en
presencia de su Madre que por modo tan casual, y después de
tan horrorosa tormenta, se les presentaba radiante de
hermosura y afabilísimo rostro para servirles de refugio y de
consuelo en tan desesperado trance.
Desahoga, pues alma mía, tus penas ante la imagen de
María, siempre que los pesares de la vida y los peligros más
inminentes quieren hacerte desesperar; acude a Ella con
tranquilidad y confianza, agradeciendo a Dios, porque ha
ostentado su Omnipotencia, haciendo encontrar en tan
escondido paraje esa portentosa imagen; para honra de la
Inmaculada Virgen, y para que todos la venerásemos bajo tan
preciosa advocación del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Dios de Misericordia!, que jamás abandonas en la
desolación a quien te sirve fiel y fervoroso en medio de los
azares y peligros del tiempo, y que para nuestro refugio en las
adversidades nos mandas acudir a vuestra Madre y abogada
de los atribulados concédenos un corazón tierno y fervoroso
para buscar a María y hallarla amante y protectora siempre
que la sirvamos de verdad, para merecer, por su intercesión
una vida cristiana y después el Cielo. Amén.
DÍA CUARTO
Considera cuál sería el gozo inefable que se apoderó de
los buenos Hermanos al contemplar tantos primores que
circundaban; estancia tan magnífica, en donde sobresalía
como astro esplendoroso la Imagen de su Madre querida,
ante quien se postraron reverentes para bendecirle y
agradecerle un don tan singular y de una dicha tan
extraordinaria, levantando sus pensamientos y afectos a
consideraciones celestiales, creyéndose favorecidos por una
aspiración sobrenatural; porque todo lo que veían y sentían
no era, en ese paraje de tan inaccesible roca, y tan lejos de
todo caserío, previsión de manos humanas. Repitieron con
fervor sus oraciones de agradecimiento y solicitando luz y
gracia del Cielo para resolver lo que deberían hacer y
determinaron averiguar el origen de ese santuario y de la
Imagen, y de las piadosas personas o comunidad que
cuidaban tan prodigiosamente de este culto, y aunque les
parecía imposible que tanta magnificencia fuera obra de los
hombres en lugar tan retirado e inaccesible, sin embargo, la
prudencia y la piedad les aconsejaban hacer primero
cuidadosas inquisiciones sobre el caso; y andando por los
caseríos menos retirados de la cueva, que estaban mas de
tres leguas de distancia, no hallaron quien les diera la .más
leve noticia de la Imagen, aun cuando entre las personas a
quienes preguntaron habían ancianos de ochenta y de cien
años, quienes jamás habían oído hablar de la existencia y
culto de imagen alguna en esos solicitados peñascos ni en
otro lugar vecino a la comarca.
Pondera, ahora, alma mía, el estupor y santo gozo de los
Hermanos, dueños ya de un hallazgo extraordinario; cómo se
postraron de nuevo ante la Santa Imagen, le dieron efusivas
gracias, con ósculos y abrazos de entusiasmos, eligiéndola por
especial patrona y medianera con el título muy significativo
de la Madre del Buen Suceso. Arranca de tu corazón sanos
afectos de gratitud piadosa, derrama tus sentimientos de
admiración por un prodigio tan señalado en favor de esos dos
Santos Hermanos: únete a ellos en las caricias a María, ámala
y obséquiala con resoluciones generosas, porque tú también
la has encontrado misericordiosamente en el camino
peligroso de la vida entre el horror de la tempestad de las
pasiones.
Oración.
¡Oh Dios de infinita caridad!, que nos habéis dado en
vuestra Madre una prenda preciosa de consuelo, hallándola
en el camino de azarosa vida para tenerla como escudo de
defensa en las persecuciones y peligros, como Madre del
Buen Suceso; para que siendo agradecidos a vuestra bondad,
os correspondamos con virtudes y con una tierna y constante
devoción a María Santísima; para que por su intercesión
merezcamos hallar el Cielo. Amén.
DÍA QUINTO
Considera como ya convencidos los santos viajeros de que
su precioso hallazgo les pertenecía, encerraron a la hermosa
Imagen en una cestilla, y con tan amable y poderosa
compañía continuaron fácil y alegremente el viaje hasta
Roma; en donde recibidos benignamente por el Santo Padre
Pablo V, varón castísimo y piadoso, fueron agasajados por él,
quien informado del hallazgo de la imagen de la Virgen y
viéndola tan preciosa y radiante de sobrenatural aspecto,
postróse ante Ella, colgó su precioso pectoral de oro y esmalte
en el cuello de la estatua, concediendo gracias e indulgencias
a todos los que la venerasen, y encargando a los religiosos
afortunados que la habían encontrado de manera tan
prodigiosa, que la honrasen con devoción y celo propagando
su culto en todas partes. A todo esto y aun con el nombre de
Nuestra Señora del Buen Suceso, que le dio el Papa, sin
saberlo, vieron todos especiales muestras de ser este hallazgo
sobrenatural; difundiéndose este don prodigioso en
inagotable fuente de gracias y portentos, que experimentó la
ciudad de Valencia a donde le trajeron los religiosos Mínimos,
trasladándola después con solemne pompa al suntuoso
templo de Madrid, capital de España, en donde siguió siendo
portentosísima la venerada Imagen, extendiéndose su culto y
su valimiento por toda Europa y aun hasta las más lejanas
regiones de nuestra América.
Anímate, alma mía, en presencia de María, que te sale al
encuentro en los más duros trances de la vida y te muestra su
rostro risueño y encantador para consolarte. Mira, al Padre de
los fieles postrado en su presencia, ofrendándote sus mejores
preseas y encargándote que le seas devota y confiad en el
valimiento de María. Alégrate del estado en que te ha puesto
Dios, junto a María que te sirve de compañía y de protectora;
alábale, bendícele y obséquiale también el pectoral de tu
amor, colocando a sus pies tu pasión dominante; ofreciéndole
el trabajar con empeño y constancia en vencerte para obtener
los singulares favores que tantas personas piadosas han
conseguido de esta Santa Imagen del Buen Suceso.
Oración.
¡Oh Dios soberano!, que habéis deparado en vuestro
Supremo Consejo darnos de compañera en nuestra
peregrinación a la Santísima Virgen del Buen Suceso que nos
sirva de guía, de guarda y protectora en los conflictos, y que
en Ella vayamos llenos de confianza y facilidad en el viaje
hacia la morada de nuestro Padre Eterno, en donde
recibiremos todo lo que pedimos: concédenos un corazón
abrasado en amor a la Virgen Santísima del Buen Suceso para
ofrecérselo a esta Divina Madre, con don de gratitud; un amor
firme y constante y el vencimiento de nuestras pasiones, por
los inmensos beneficios que hemos recibido de sus manos
compasivas: y para tenerla siempre propicia en la vida, y
después dulce amparo en la muerte, para merecer la
salvación eterna. Amén.
DÍA SEXTO
Considera como nuestra ciudad de Quito, y su más
antiguo Monasterio, el de Conceptas, experimentó también el
favor más especial de la gloriosa Madre del Buen Suceso,
apareciéndose prodigiosamente a la Madre Mariana de Jesús
Torres, española, una de las fundadoras de este Monasterio y
estando ella en ese entonces de Abadesa, el año de mil
seiscientos diez; esto es, a los treinta y tres años de fundado
este Monasterio. La afortunada y piadosa religiosa que con
tierna devoción oraba sola, y derramaba su corazón
implorando el socorro de María en la advocación del Buen
Suceso, por las necesidades de su alma, de sus hermanas de
clausura y toda la sociedad; estaba absorta en el fervor de su
plegaria dirigida con tan profunda fe y confianza, con tan
vivos deseos de ver e interesar a María en sus peticiones, que
alzaba los ojos anhelantes al Cielo, como llamando a su Madre
para que venga a socorrerla y concederle cuánto le pedía
humildemente y con sincero interés del bien de su convento,
y de toda la Iglesia Católica.
Y he aquí que una refulgente luz inunda el templo, y la
buena monja se queda estática y admirada de tanto
resplandor, ocupando su mente un estupor repentino y su
corazón un gozo inexplicable. Crece su fe y se aumenta su
devoción mientras la luz va difundiéndose ante sus miradas
atónitas y deslumbradas por una claridad nunca vista. Un
gozo singular embarga su corazón sorprendido por el suave
calor de afectos sobrehumanos, redobla sus plegarias en
éxtasis de confianza ilimitada.
Ahí dichosa alma, que dejando la mezquina tierra, mira al
Cielo con los ojos de una fe vivísima y penetrante; abre con
ella un conducto a la luz de divinas claridades y se inunda en
los resplandores de la divinidad... "El justo vive de la fe", el
justo hace su Cielo el mezquino suelo atrayendo con la fe las
luces que no despiden ninguno de los astros matinales.
Avivemos, alma mía, la fe en los misterios revelados;
veamos con ojos de inteligencia ilustrada por las verdades
religiosas todos los actos de nuestra vida, abstrayendo todo
pensamiento de los rastreros usos de la vida material y
fijando con esfuerzos de fe, nuestro entendimiento en el
gobierno de la Providencia Divina que dirige nuestros
corazones. Y principalmente en la oración dejemos la tierra, y
trasladémonos con el pensamiento a lo más alto del Cielo, en
donde Dios Omnipotente y María Hija, Madre y Esposa
moran, esperan nuestra humilde actitud de peregrinos que
postrados a sus pies, imploramos las gracias que necesitamos.
Oración.
¡Oh!, luz inaccesible de verdad sobrenatural que ilumináis
con vuestros resplandores celestiales nuestra senda que nos
lleva a Vos teniendo por guía y protección a vuestra predilecta
criatura María Santísima; ilustrad nuestras inteligencias con
esa luz de la Fe viva y firme con que la Madre del Buen Suceso
resplandeció a los ojos de la afortunada religiosa de este
Monasterio, haciéndola contemplar absorta las bellezas de la
gloriosa Virgen; para que ansiosas de gozar de los bienes
sobrenaturales no ambicionemos otra cosa en tierra que la
protección de María Santísima y una constante y segura fe en
los misterios revelados, que nos hagan vivir contemplando los
fulgores de nuestra dicha futura y anhelando gozar de vuestra
vista y de la de María Santísima por toda la eternidad. Amén.
DÍA SÉPTIMO
Considera como la afortunada religiosa, en el fervor de su
plegaria e ilustrada por esa vivísima luz en que se vio
inundada, fijó sus ojos en el foco de esos resplandores,
encontrando ante sí una bellísima Señora de extraordinaria
hermosura y suavidad en el semblante, que risueña y amable
despedía de sí resplandecientes fulgores, teniendo en su
brazo izquierdo un Niño que lucía también como el lucero
matutino, lleno de Gracia y simpatía, de dulzura y de
candoroso afecto en su semblante. Hermoso cetro de
reluciente oro y pedrería, empuñaba con su mano derecha la
preciosa visión, y ceñía sus sienes con magnífica corona de
deslumbrantes brillos. Llevaba también su traje en todo
semejante al de la Imagen de María del Buen Suceso, cuyo
prodigioso hallazgo hemos considerado en los días anteriores,
y a quien se encomendaba entonces la piadosa Concepta que
obtuvo el favor de esta visión.
Absorta se quedó la buena religiosa y confundida al verse
así visitada por su Madre Celestial. Se enardeció su alma en
gratitud sin límites y se inundó su corazón en santos afectos y
entre sus coloquios exuberantes de viva Fe y valiente amor y
confianza, le preguntó: ¿Quién sois, y qué queréis?... Y ¡oh!
¡Prodigio de bondad!... Con suave y dulce voz le contestó la
visión: "Soy María del Buen Suceso a quien con tan tierno
afecto has invocado; tu oración me ha sido muy grata, tu fe
me ha traído, tu amor me ha invitado a visitarte".
Pondera, alma mía, el singular privilegio de esta
afortunada religiosa, que mereció por su fe, su atención y
fervor en la oración, atraer a María Santísima a su presencia y
contemplarla tan bella, tan pura y tan hermosa; solazarse con
sus resplandores, gozar de sus cariños y escuchar su
amabilísima voz. ¡Ah!, ¡dichosa criatura!, ¡cuán enamorada
quedarías de tu Madre Celestial!, ¡cuán vehemente sería tu
inclinación a obsequiarla y bendecirla!, ¡cuánto la querrías en
adelante!... ¡Cómo sería tu oración continua, atenta y
devotísima!...
Aliéntanos también a nosotros la bondad de María para
invocarla con penetrante fe en su advocación del Buen
Suceso, para orar siempre con atención y confianza,
considerando que sólo la fe viva y el cuidado en fervorizar
nuestro corazón con vigilante atención y piadosos afectos,
han de merecernos ser escuchados y favorecidos por la Virgen
Santísima, sino con visiones privilegiadas, a lo menos con
otros dones de gracia y de triunfo sobre nuestras pasiones y
sobre los enemigos de la religión...
Oración.
¡O Dios bondadoso y padre amante de vuestras almas
escogidas! que os dignáis premiar su fe y anhelantes afectos
de piedad, con las visitas de María Santísima, llenándolas de
fervor y de piedad que les conduce a la santidad; oíd también
nuestros ruegos para que la presencia de esta Imagen
aparecida del Buen Suceso, ilumine más y más nuestra fe y
nos aliente en la confianza de ser escuchados benignamente
por Ella, y concedednos más y más fe en su poderoso
patrocinio, más confianza de alcanzar lo que pedimos y más
fervor en nuestras oraciones: para que apoyadas en el
valimiento de esta nuestra poderosa Patrona consigamos
librarnos de los peligros que nos amenazan, serviros con más
empeño y conseguir la dicha de estar en vuestra compañía y
la de María Santísima en el Cielo. Amén.
DÍA OCTAVO
Considera que la Santísima Virgen al hacer su aparición a
una religiosa, no era para favorecerla a ella sola con una
gracia singular y transitoria; porque los dones especiales de
Dios que no se prodigan sino con providenciales planes de
fomentar la piedad, excitar el progreso moral y la disciplina
religiosa en la generalidad de los miembros de una
Comunidad, de un pueblo o de toda la Iglesia y por esto María
Santísima del Buen Suceso en la aparición a esta religiosa le
dijo "que era Voluntad de Dios que se mandara trabajar una
estatua que representara a la aparición en todos sus detalles
para que fuera colocada en el coro donde oran todas las
religiosas y sobre el respaldo de la silla de la Abadesa, a fin de
que considerasen a la memorable Imagen de un prodigio
singular, como la principal Prelada"; y fuera estímulo de
agradecimiento perpetuo, de atención especial en el rezo, de
perfección en la obediencia, de firmeza en la fe, de confiada
esperanza y de ardoroso amor a María Santísima que así se
ofrecía a vivir gobernando ese Monasterio.
¡Ah si tuviéramos una fe viva!, ¡con cuánta veneración y
respeto estaríamos delante de esa Imagen!, ¡cómo
recordáramos de su bondadosísima aparición de sus
promesas y favores!, ¡cuán confiadas no serían nuestras
súplicas, cuán atentos nuestros rezos, cuán ferviente nuestra
oración, cuán espontánea nuestra obediencia, cuán regular
nuestra observancia de los Mandamientos y de los deberes de
nuestro estado!
Aviva, alma mía tu fe y si no la tienes tanta, pídele a Dios y
a María del Buen Suceso, para que aprovechando el don especial y privilegio singular hecho a este Monasterio no nos
hagamos responsables de desperdicio y menosprecio de las
gracias con que la Providencia ha querido fomentar nuestra
piedad y ejercitar nuestras virtudes de fe, confianza, caridad,
obediencia y observancia de todas nuestras obligaciones.
Oración.
¡Oh Dios!, amante cuidadoso de las Comunidades
piadosas que a Vos se congregan y que con prodigios
especiales vigiláis por su regular observancia y ostentáis
vuestra poderosa providencia en portentos de marcada
protección; oye ahora nuestros ruegos acude a nuestros
clamores, enciende vivísima la luz de nuestra fe en vuestra
protección poderosa, para no temer a nuestros enemigos;
porque si Vos nos amparáis, nadie nos hará daño; y dadnos en
María Santísima del Buen Suceso una confianza ilimitada y la
gracia de que en la obediencia y en el cumplimiento de
nuestra regla, para no despreciar un don tan singular
magnífico de prelada tan Santa y de protectora tan poderosa,
a fin de que seamos siempre súbditas agradecidas y sumisas,
respetuosas y observantes; y así podamos un día cantar con
gloria sus favores y sus alabanzas en el Cielo en presencia del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que privilegiaron a María
como Hija, Madre y Esposa de la Santísima Trinidad, Dios uno
que vives y reinas por toda la eternidad. Amén.
DÍA NOVENO
Considera cómo la tímida religiosa al oír el mandato de
María Santísima, de que se mandara hacer una estatua del
tamaño y figura de la aparición, se excusó diciendo que sería
imposible que ningún escultor reprodujera tan rara belleza ni
fijara con precisión la estatura y demás proporciones de la
obra. Y la hermosa visión, con más amable condescendencia,
le contestó: "No temas por ello; trae acá el cordón con que te
ciñes y mide la altura". Y como por natural cobardía no se
atreviese la Religiosa a tocar con sus manos a María, Ella cogió
el un extremo de la cuerda y lo puso a la altura de su cabeza,
mientras la dichosa monjita aplicaba a los pies la medida
exacta de la maravillosa visión. "He ahí, le dijo, la altura de la
estatua que mandarás hacer; y las demás proporciones
resultarán de la misma.
Coloca esta estatua en el lugar indicado con un báculo y
las llaves de la clausura en mi mano derecha, porque quiero
ser Abogada y Protectora de este Monasterio". Dicho lo cual
desapareció la visión.
Penetra ahora en el corazón de la Religiosa que acaba de
recibir fervor tan señalado y misión tan grata de María
Santísima; cómo quedaría agradecidísima, reconocida y llena
de tantos afectos hacia la Virgen. ¡Qué recuerdos tan
piadosos!, ¡qué propósitos tan firmes!; qué anhelos tan
cordiales... ¡Ah! Busca, alma mía, en tu corazón esos
sentimientos, y procura deshacerlo en gratitud para con la
Abogada y Protectora de este Monasterio, y venerar su
Imagen con los más tiernos agradecimientos y vehementes
deseos de corresponder a tan singulares beneficios con una
santa vida, obediente y observante de los más mínimos
conceptos de tus reglas.
Pues la buena religiosa favorecida por la visión, se
apresuró mandar a trabajar la estatua con el más hábil
escultor, y ahí está para perpetua memoria esa imagen
hermosa, llena de dulzura y majestad, que se venera en el
coro alto de este monasterio, a cuyo patrocinio acuden
siempre las religiosas en los más graves conflictos. Ella ha sido
el refugio del pueblo en sus necesidades, y por su intercesión
se ha obtenido señalados portentos y gracias especiales para
la Comunidad.
La medida está dada por María también de su humildad,
de su obediencia, de su amor de Dios y del prójimo: imítala, y
esculpirás también tú una imagen de la Virgen Santísima en tu
corazón. Apresúrate como aquella religiosa a trabajar la
imagen moral de tu Madre Virgen en tus costumbres y en tus
afectos, en tu porte y en tu trato; en tu fidelidad a la regla y
en tu oración, en tu mansedumbre y en tu candor, en tu
pureza, en tu desprendimiento de los bienes terrenos,
aspirando sólo a los bienes celestiales.
Oración.
¡Oh Dios! Padre cuidadoso de tus criaturas que de todas
maneras muestras esa Providencia de gobierno paternal y
cariñoso para con nosotros, dándonos principalmente a María
Santísima como Abogada, Protectora y ejemplar modelo de
virtud; infunde a nuestros corazones un constante anhelo de
imitar a esa nuestra Madre Reina, tomando en nuestros
pensamientos, deseos y acciones a la medida de los de María
Santísima para asemejarlos a Ella en lo que permita nuestra
naturaleza frágil y auxílianos con tu Divina Gracia para
vencernos en nuestras pasiones y alcanzar los altos
merecimientos de nuestra Madre en favor de sus hijas que le
imploran con tierna gratitud en sus necesidades apremiantes
a fin de que teniéndola siempre por Abogada, la hallaremos
también propicia en el último trance de la vida, y logremos de
su compañía en el Cielo. Amén
No hay comentarios.:
Publicar un comentario