martes, 24 de enero de 2023

Novena a la Santísima Virgen del Buen Suceso

Nuestra Contrarrevolución consiste en practicar fielmente nuestra fe y poner en Acción Nuestra Tradición Católica.



ACTO DE CONTRICIÓN 
Creo en Dios: fortaleced. Señor, mi fe; espero en Dios: afirmad, Señor, mi esperanza; amo a Dios: encended, Señor mi amor; pésame de haberos ofendido. ¡Oh Dios mío! aumentad, Señor, mi arrepentimiento; que yo os prometo, con el auxilio de vuestra Gracia y el patrocinio poderoso de María Santísima del Buen Suceso, nunca más pecar. Tened, Señor, piedad y misericordia de mí. Amén.

 Oración para todos los días
¡Oh Excelentísima e Inmaculada Reina del Cielo, María Santísima del Buen Suceso. Hija predilecta del Eterno Padre, amantísima Madre del Divino Hijo, Esposa carísima del Espíritu Santo, excelso Trono de la Majestad Divina, Templo augusto de la Santísima Trinidad, en quien las tres Divinas Personas han derramado los tesoros de su Poder, Sabiduría y Amor! Acordaos, Virgen María del Buen Suceso, de que Dios os ha hecho tan grande para que podáis socorrer a los miserables pecadores. Acordaos que habéis prometido muchas veces mostraros Madre piadosa de los que recurran a Vos, me acojo Madre misericordiosísima y os ruego, por el amor que os tuvo el Altísimo, me alcancéis de Dios Padre una fe tan viva, que jamás pierda de vista las máximas eternas: del Hijo, una Esperanza tan firme, que siempre aspire a lograr aquella gloria que El me adquirió con su Sangre; y del Espíritu Santo, una caridad tan inflamada, que yo viva siempre amando al Sumo Bien y a Vos, Virgen Santísima hasta que, por vuestra intercesión, pueda ir a amar y gozarle eternamente en la gloria. Amén. 

Saludemos a María Por Hija predilecta de Dios Padre. Ave María, 
Saludemos a María Por Madre escogida de Dios Hijo. Ave María, 
Saludemos a María Por Esposa singular del Espíritu Santo. Ave María,  Gloria Patri, et Filio

DÍA PRIMERO

 
Considera cuán grandes e incomparables son los prodigios del Ser Omnipotente, 
manifestando los tesoros de su Misericordia en favor de sus redimidos. Pues, si admiramos los excesos de 
su bondad en la multitud de beneficios con que nos ha enriquecido, con mayor razón debemos asombrarnos y llenarnos de la gratitud por el beneficio más demostrativo de su diestra mano, 
con que nos ha engrandecido, dándonos a una excelentísima y privilegiada Criatura, como María, para nuestro consuelo, principalmente para los que le sirven y aman de corazón, inspirando a los padres e hijos de la Iglesia, 
 diversos títulos y advocaciones con que la honrasen, diesen cultos, y recibiesen los mayores favores de su amparo y protección;
 como lo han experimentado muchas veces los verdaderos devotos de la Madre de Dios; especialmente por medio de la portentosísima Imagen del Buen Suceso, existente en el Templo del Hospital Real de la Villa de Madrid,
 que es tan prodigiosa, desde el especial con que fue hallada repentinamente en un yermo, sin ser buscado ese Tesoro;
 pudiendo decirse lo que del mismo Dios expresa el profeta Isaías, déjeme hallar de quien no venía en mi busca y destíneme al bien de los que no habían hecho opinión de mi bondad ni formado crédito de mi largueza. Por este prodigioso principio, parece que el Altísimo hizo patente su Voluntad de que fuese honrada y venerada su Santísima Madre en la advocación del Buen Suceso. 


 Oración. 
 ¡Oh Señor de infinita bondad!, que con la milagrosa invención de esta imagen de María Santísima nos habéis dado un recurso poderoso para acudir con toda confianza a su amable protección en nuestras necesidades, concédenos los auxilios con que encontremos fervor y confianza para saber honrar y servir a esta vuestra Criatura predilecta; para que por su intercesión alcancemos nuestra santificación y después el Cielo, Amén. 

 ACCION DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN para todos los días 
 ¡Oh Virgen bendita entre todas las mujeres!, nos faltan voces para daros gracias por los innumerables beneficios que de vuestra mano recibimos. El día que nacisteis al mundo puede llamarse día de gracia, de salud y de consuelo. Vos sois el honor del género humano, la alegría del Paraíso, la prenda amada de Dios y la salud de nuestro pueblo. ¿Qué méritos tenemos, Virgen Santísima del Buen Suceso, para que os deis a conocer por Madre nuestra? ¿Sea infinitamente bendito aquel Dios que así lo quiso! Sé Vos igualmente bendita, Virgen María pues, sin embargo de nuestras ingratitudes os mostráis a nuestro favor tan propicia. Haced, pues, Madre clementísima que vuestra Imagen sea nuestro consuelo en la tierra, siendo nuestro refugio, nuestro auxilio, y protección, así en las necesidades públicas como privadas. Haced que se aparten de nosotros las guerras; la peste, el hambre, los rayos, los terremotos y todos los azotes que por nuestras culpas merecemos. Rogad por la Santa Iglesia (Rogad por la Santa Madre Iglesia, por sus ministros legítimos y por la derrota de sus enemigos que se han infiltrado en la Jerarquía). Oíd las súplicas de los que os invocan, acordaos que sois nuestra Abogada, nuestra Madre; pues como a tal ponemos en Vos nuestra confianza. A vos recurrimos, y esperamos que nos alcanzaréis de vuestro Hijo, el perdón de nuestras culpas y perseverancia en la gracia hasta la muerte. Amén. (Aquí elevando cada uno su corazón a Dios, pida por intercesión de María Santísima del Buen Suceso, lo que desea alcanzar.) 

 GOZOS A LA SANTÍSIMA VIRGEN
 María Virgen Madre cuya preeminencia tiene siempre absorta a toda la tierra. 
 Respóndase: Ampáranos pía, pues eres Madre nuestra. 
 Sola sin ejemplo diste complacencia al Verbo del Padre, que en tu honor se esmera. 
 Eres el más digno templo de la Excelsa Trinidad augusta, en quien te embelesas.
 En ti tiene asiento la misma pureza, los Ángeles gozo, los tristes clemencia. 
 El orbe cristiano te clama por Reina; el Rey de los reyes te tiene a su diestra. 
 ¡Oh Madre de Gracia! ¡Oh esperanza nuestra! de náufragos puerto y del mar estrella. 
 Puerta del Empíreo patente y perpetua, salud del enfermo, luz en las tinieblas. 
 Por ti, pues, logremos ver a Dios en esa corte de los Santos, donde vive y reina. 
 Guía nuestros pasos y asístenos tierna, ¡Oh dulce María!, en la hora postrera. 
 Admite alabanza de afectuosa lengua, que expresar no puede tus raras grandezas. 

 Antífona
 Santa María, socorred a los miserables, ayudad a los débiles, esforzad a los afligidos, rogad por el pueblo, interceded por el clero, pedid por los devotos; sientan Señora, vuestro favor y amparo, todos los que celebran vuestra memoria santísima. 

V. Rogad por nosotros ¡Oh Virgen del Buen Suceso! 
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo. 

 ORACIÓN FINAL 
 Os rogamos, Dios y Señor Nuestro, que nos concedáis la salud del alma y del cuerpo por la intercesión de la gloriosa Virgen María; por cuyos méritos y los de su soberano Hijo Jesús, esperamos ser libres de los males presentes, y alcanzar los bienes eternos. Amén. 



 DÍA SEGUNDO 
 Considera en la alta providencia del Altísimo como quiso favorecer a los mortales, manifestándoles un tesoro escondido en la preciosa imagen su Santísima Madre, bajo la advocación del Buen Suceso, con prodigiosa suerte. Porque habiendo muerto el hermano Bernardino de Obregón, fundador de la Hermandad de los Mínimos para el servicio de enfermos; fue elegido para remplazarle Gabriel de Fontaned y éste con Guillermo Rigosa fueron a impetrar del Sumo Pontífice la aprobación del Instituto y del hábito y cruz morada que le distingue: luego que ellos llegaron a los confines del Principado de Cataluña, pasando por el pueblo de Traigueras de la jurisdicción de Tortosa, les sobrevino una espantosa tempestad, de agua y granizo, acompañada de truenos y relámpagos cuyos estruendos herían sus pechos con horror y espanto. En tales conflictos acudieron a Dios suplicándole que les deparara algún albergue, a donde pudiesen refugiarse para disponerse a bien morir, porque la porfía y rigor de la tempestad, les persuadía ser inevitable un fracaso. Mas, como la Divina Misericordia premia la resignación y la paciencia, dispuso que aquel trabajo fuese presagio de una feliz aventura; porque a la medrosa claridad de un relámpago, divisaron unas peñas algo desviadas del camino, y hallaron en ella una espaciosa concavidad tan bien labrada y dispuesta que parecía obra de pulido artífice y en lo alto y cóncavo de aquellas peñas vieron un resplandor admirable y sintieron juntamente una fragancia suavísima y unos aromas celestiales, que excedían en mucho a los olores terrenos. Bañóseles el alma de una alegría tan grande mezclada con afecto de admiración y reverencia, que sintieron al mismo tiempo un impulso interior de conocer las causas de aquellas maravillas. 

 Oración. 
 ¡Oh Dios admirable en todas vuestras obras!, que convertisteis siempre los más azarosos sucesos de la vida en pruebas de vuestras misericordias, y que en los conflictos más desesperados disponéis los preludios de vuestros prodigios en favor nuestro como hicisteis con los hermanos Mínimos por medio de esa horrorosa tempestad; concedednos por intercesión de esa Reina del Buen Suceso, la virtud de la paciencia, para sufrir con ánimo resignado los trabajos que os enviare vuestra Divina Voluntad: porque Vos mismo los convertiréis en consuelos de esta vida y después nos daréis el premio eterno, donde cantaremos para siempre vuestras alabanzas y de María Santísima. Amén. 

 DÍA TERCERO 
 Considera como los viajeros impulsados por la gracia y atraídos por la curiosidad de examinar tan sorprendentes maravillas, se encaminaron al sitio en donde divisaron su refugio: descalzáronse y trepando, con grandes dificultades y con mutua ayuda, por enriscados peñascos y abruptos despeñaderos; llegaron a la concavidad divisada a la claridad del relámpago. ¡Y cuál su sorpresa de gozos y admiración!, al contemplar en esa cueva primorosamente trabajada por la naturaleza como espacioso templo, una hermosísima Imagen de la Santísima Virgen con su bello Hijo en el brazo izquierdo, un cetro en la mano derecha y ceñida la frente con preciosísima corona. Su traje a la antigua, pero aseado, y a un lado otro de la misma tela y hechura. Adornan el sitio muchas y variadas flores que alfombraban el pavimento y trepando por las paredes embalsamaban con exquisita fragancia la dichosa estancia de la Reina del Cielo. Mas era de singular reparo una lámpara incrustada en la roca con habilísimo artificio, que encendida despedía el fulgor de muchas luces. ¡Cuánta belleza y encanto propios para honrar a tan admirable Señora! ¡Cuánta sorpresa y admiración para los absortos viajeros! quienes extasiados contemplaban un trozo de Cielo y desahogaban su corazón convulso y anhelante en presencia de su Madre que por modo tan casual, y después de tan horrorosa tormenta, se les presentaba radiante de hermosura y afabilísimo rostro para servirles de refugio y de consuelo en tan desesperado trance. Desahoga, pues alma mía, tus penas ante la imagen de María, siempre que los pesares de la vida y los peligros más inminentes quieren hacerte desesperar; acude a Ella con tranquilidad y confianza, agradeciendo a Dios, porque ha ostentado su Omnipotencia, haciendo encontrar en tan escondido paraje esa portentosa imagen; para honra de la Inmaculada Virgen, y para que todos la venerásemos bajo tan preciosa advocación del Buen Suceso.

Oración. ¡Oh Dios de Misericordia!, que jamás abandonas en la desolación a quien te sirve fiel y fervoroso en medio de los azares y peligros del tiempo, y que para nuestro refugio en las adversidades nos mandas acudir a vuestra Madre y abogada de los atribulados concédenos un corazón tierno y fervoroso para buscar a María y hallarla amante y protectora siempre que la sirvamos de verdad, para merecer, por su intercesión una vida cristiana y después el Cielo. Amén. 

DÍA CUARTO 
Considera cuál sería el gozo inefable que se apoderó de los buenos Hermanos al contemplar tantos primores que circundaban; estancia tan magnífica, en donde sobresalía como astro esplendoroso la Imagen de su Madre querida, ante quien se postraron reverentes para bendecirle y agradecerle un don tan singular y de una dicha tan extraordinaria, levantando sus pensamientos y afectos a consideraciones celestiales, creyéndose favorecidos por una aspiración sobrenatural; porque todo lo que veían y sentían no era, en ese paraje de tan inaccesible roca, y tan lejos de todo caserío, previsión de manos humanas. Repitieron con fervor sus oraciones de agradecimiento y solicitando luz y gracia del Cielo para resolver lo que deberían hacer y determinaron averiguar el origen de ese santuario y de la Imagen, y de las piadosas personas o comunidad que cuidaban tan prodigiosamente de este culto, y aunque les parecía imposible que tanta magnificencia fuera obra de los hombres en lugar tan retirado e inaccesible, sin embargo, la prudencia y la piedad les aconsejaban hacer primero cuidadosas inquisiciones sobre el caso; y andando por los caseríos menos retirados de la cueva, que estaban mas de tres leguas de distancia, no hallaron quien les diera la .más leve noticia de la Imagen, aun cuando entre las personas a quienes preguntaron habían ancianos de ochenta y de cien años, quienes jamás habían oído hablar de la existencia y culto de imagen alguna en esos solicitados peñascos ni en otro lugar vecino a la comarca. Pondera, ahora, alma mía, el estupor y santo gozo de los Hermanos, dueños ya de un hallazgo extraordinario; cómo se postraron de nuevo ante la Santa Imagen, le dieron efusivas gracias, con ósculos y abrazos de entusiasmos, eligiéndola por especial patrona y medianera con el título muy significativo de la Madre del Buen Suceso. Arranca de tu corazón sanos afectos de gratitud piadosa, derrama tus sentimientos de admiración por un prodigio tan señalado en favor de esos dos Santos Hermanos: únete a ellos en las caricias a María, ámala y obséquiala con resoluciones generosas, porque tú también la has encontrado misericordiosamente en el camino peligroso de la vida entre el horror de la tempestad de las pasiones. 
Oración
¡Oh Dios de infinita caridad!, que nos habéis dado en vuestra Madre una prenda preciosa de consuelo, hallándola en el camino de azarosa vida para tenerla como escudo de defensa en las persecuciones y peligros, como Madre del Buen Suceso; para que siendo agradecidos a vuestra bondad, os correspondamos con virtudes y con una tierna y constante devoción a María Santísima; para que por su intercesión merezcamos hallar el Cielo. Amén. 

DÍA QUINTO 
Considera como ya convencidos los santos viajeros de que su precioso hallazgo les pertenecía, encerraron a la hermosa Imagen en una cestilla, y con tan amable y poderosa compañía continuaron fácil y alegremente el viaje hasta Roma; en donde recibidos benignamente por el Santo Padre Pablo V, varón castísimo y piadoso, fueron agasajados por él, quien informado del hallazgo de la imagen de la Virgen y viéndola tan preciosa y radiante de sobrenatural aspecto, postróse ante Ella, colgó su precioso pectoral de oro y esmalte en el cuello de la estatua, concediendo gracias e indulgencias a todos los que la venerasen, y encargando a los religiosos afortunados que la habían encontrado de manera tan prodigiosa, que la honrasen con devoción y celo propagando su culto en todas partes. A todo esto y aun con el nombre de Nuestra Señora del Buen Suceso, que le dio el Papa, sin saberlo, vieron todos especiales muestras de ser este hallazgo sobrenatural; difundiéndose este don prodigioso en inagotable fuente de gracias y portentos, que experimentó la ciudad de Valencia a donde le trajeron los religiosos Mínimos, trasladándola después con solemne pompa al suntuoso templo de Madrid, capital de España, en donde siguió siendo portentosísima la venerada Imagen, extendiéndose su culto y su valimiento por toda Europa y aun hasta las más lejanas regiones de nuestra América. Anímate, alma mía, en presencia de María, que te sale al encuentro en los más duros trances de la vida y te muestra su rostro risueño y encantador para consolarte. Mira, al Padre de los fieles postrado en su presencia, ofrendándote sus mejores preseas y encargándote que le seas devota y confiad en el valimiento de María. Alégrate del estado en que te ha puesto Dios, junto a María que te sirve de compañía y de protectora; alábale, bendícele y obséquiale también el pectoral de tu amor, colocando a sus pies tu pasión dominante; ofreciéndole el trabajar con empeño y constancia en vencerte para obtener los singulares favores que tantas personas piadosas han conseguido de esta Santa Imagen del Buen Suceso. 
Oración. 
¡Oh Dios soberano!, que habéis deparado en vuestro Supremo Consejo darnos de compañera en nuestra peregrinación a la Santísima Virgen del Buen Suceso que nos sirva de guía, de guarda y protectora en los conflictos, y que en Ella vayamos llenos de confianza y facilidad en el viaje hacia la morada de nuestro Padre Eterno, en donde recibiremos todo lo que pedimos: concédenos un corazón abrasado en amor a la Virgen Santísima del Buen Suceso para ofrecérselo a esta Divina Madre, con don de gratitud; un amor firme y constante y el vencimiento de nuestras pasiones, por los inmensos beneficios que hemos recibido de sus manos compasivas: y para tenerla siempre propicia en la vida, y después dulce amparo en la muerte, para merecer la salvación eterna. Amén.

 DÍA SEXTO 

Considera como nuestra ciudad de Quito, y su más antiguo Monasterio, el de Conceptas, experimentó también el favor más especial de la gloriosa Madre del Buen Suceso, apareciéndose prodigiosamente a la Madre Mariana de Jesús Torres, española, una de las fundadoras de este Monasterio y estando ella en ese entonces de Abadesa, el año de mil seiscientos diez; esto es, a los treinta y tres años de fundado este Monasterio. La afortunada y piadosa religiosa que con tierna devoción oraba sola, y derramaba su corazón implorando el socorro de María en la advocación del Buen Suceso, por las necesidades de su alma, de sus hermanas de clausura y toda la sociedad; estaba absorta en el fervor de su plegaria dirigida con tan profunda fe y confianza, con tan vivos deseos de ver e interesar a María en sus peticiones, que alzaba los ojos anhelantes al Cielo, como llamando a su Madre para que venga a socorrerla y concederle cuánto le pedía humildemente y con sincero interés del bien de su convento, y de toda la Iglesia Católica. Y he aquí que una refulgente luz inunda el templo, y la buena monja se queda estática y admirada de tanto resplandor, ocupando su mente un estupor repentino y su corazón un gozo inexplicable. Crece su fe y se aumenta su devoción mientras la luz va difundiéndose ante sus miradas atónitas y deslumbradas por una claridad nunca vista. Un gozo singular embarga su corazón sorprendido por el suave calor de afectos sobrehumanos, redobla sus plegarias en éxtasis de confianza ilimitada. Ahí dichosa alma, que dejando la mezquina tierra, mira al Cielo con los ojos de una fe vivísima y penetrante; abre con ella un conducto a la luz de divinas claridades y se inunda en los resplandores de la divinidad... "El justo vive de la fe", el justo hace su Cielo el mezquino suelo atrayendo con la fe las luces que no despiden ninguno de los astros matinales. Avivemos, alma mía, la fe en los misterios revelados; veamos con ojos de inteligencia ilustrada por las verdades religiosas todos los actos de nuestra vida, abstrayendo todo pensamiento de los rastreros usos de la vida material y fijando con esfuerzos de fe, nuestro entendimiento en el gobierno de la Providencia Divina que dirige nuestros corazones. Y principalmente en la oración dejemos la tierra, y trasladémonos con el pensamiento a lo más alto del Cielo, en donde Dios Omnipotente y María Hija, Madre y Esposa moran, esperan nuestra humilde actitud de peregrinos que postrados a sus pies, imploramos las gracias que necesitamos. 
Oración. 
¡Oh!, luz inaccesible de verdad sobrenatural que ilumináis con vuestros resplandores celestiales nuestra senda que nos lleva a Vos teniendo por guía y protección a vuestra predilecta criatura María Santísima; ilustrad nuestras inteligencias con esa luz de la Fe viva y firme con que la Madre del Buen Suceso resplandeció a los ojos de la afortunada religiosa de este Monasterio, haciéndola contemplar absorta las bellezas de la gloriosa Virgen; para que ansiosas de gozar de los bienes sobrenaturales no ambicionemos otra cosa en tierra que la protección de María Santísima y una constante y segura fe en los misterios revelados, que nos hagan vivir contemplando los fulgores de nuestra dicha futura y anhelando gozar de vuestra vista y de la de María Santísima por toda la eternidad. Amén. 

DÍA SÉPTIMO 

Considera como la afortunada religiosa, en el fervor de su plegaria e ilustrada por esa vivísima luz en que se vio inundada, fijó sus ojos en el foco de esos resplandores, encontrando ante sí una bellísima Señora de extraordinaria hermosura y suavidad en el semblante, que risueña y amable despedía de sí resplandecientes fulgores, teniendo en su brazo izquierdo un Niño que lucía también como el lucero matutino, lleno de Gracia y simpatía, de dulzura y de candoroso afecto en su semblante. Hermoso cetro de reluciente oro y pedrería, empuñaba con su mano derecha la preciosa visión, y ceñía sus sienes con magnífica corona de deslumbrantes brillos. Llevaba también su traje en todo semejante al de la Imagen de María del Buen Suceso, cuyo prodigioso hallazgo hemos considerado en los días anteriores, y a quien se encomendaba entonces la piadosa Concepta que obtuvo el favor de esta visión. Absorta se quedó la buena religiosa y confundida al verse así visitada por su Madre Celestial. Se enardeció su alma en gratitud sin límites y se inundó su corazón en santos afectos y entre sus coloquios exuberantes de viva Fe y valiente amor y confianza, le preguntó: ¿Quién sois, y qué queréis?... Y ¡oh! ¡Prodigio de bondad!... Con suave y dulce voz le contestó la visión: "Soy María del Buen Suceso a quien con tan tierno afecto has invocado; tu oración me ha sido muy grata, tu fe me ha traído, tu amor me ha invitado a visitarte". Pondera, alma mía, el singular privilegio de esta afortunada religiosa, que mereció por su fe, su atención y fervor en la oración, atraer a María Santísima a su presencia y contemplarla tan bella, tan pura y tan hermosa; solazarse con sus resplandores, gozar de sus cariños y escuchar su amabilísima voz. ¡Ah!, ¡dichosa criatura!, ¡cuán enamorada quedarías de tu Madre Celestial!, ¡cuán vehemente sería tu inclinación a obsequiarla y bendecirla!, ¡cuánto la querrías en adelante!... ¡Cómo sería tu oración continua, atenta y devotísima!... Aliéntanos también a nosotros la bondad de María para invocarla con penetrante fe en su advocación del Buen Suceso, para orar siempre con atención y confianza, considerando que sólo la fe viva y el cuidado en fervorizar nuestro corazón con vigilante atención y piadosos afectos, han de merecernos ser escuchados y favorecidos por la Virgen Santísima, sino con visiones privilegiadas, a lo menos con otros dones de gracia y de triunfo sobre nuestras pasiones y sobre los enemigos de la religión... 
Oración. 
¡O Dios bondadoso y padre amante de vuestras almas escogidas! que os dignáis premiar su fe y anhelantes afectos de piedad, con las visitas de María Santísima, llenándolas de fervor y de piedad que les conduce a la santidad; oíd también nuestros ruegos para que la presencia de esta Imagen aparecida del Buen Suceso, ilumine más y más nuestra fe y nos aliente en la confianza de ser escuchados benignamente por Ella, y concedednos más y más fe en su poderoso patrocinio, más confianza de alcanzar lo que pedimos y más fervor en nuestras oraciones: para que apoyadas en el valimiento de esta nuestra poderosa Patrona consigamos librarnos de los peligros que nos amenazan, serviros con más empeño y conseguir la dicha de estar en vuestra compañía y la de María Santísima en el Cielo. Amén. 

DÍA OCTAVO 
Considera que la Santísima Virgen al hacer su aparición a una religiosa, no era para favorecerla a ella sola con una gracia singular y transitoria; porque los dones especiales de Dios que no se prodigan sino con providenciales planes de fomentar la piedad, excitar el progreso moral y la disciplina religiosa en la generalidad de los miembros de una Comunidad, de un pueblo o de toda la Iglesia y por esto María Santísima del Buen Suceso en la aparición a esta religiosa le dijo "que era Voluntad de Dios que se mandara trabajar una estatua que representara a la aparición en todos sus detalles para que fuera colocada en el coro donde oran todas las religiosas y sobre el respaldo de la silla de la Abadesa, a fin de que considerasen a la memorable Imagen de un prodigio singular, como la principal Prelada"; y fuera estímulo de agradecimiento perpetuo, de atención especial en el rezo, de perfección en la obediencia, de firmeza en la fe, de confiada esperanza y de ardoroso amor a María Santísima que así se ofrecía a vivir gobernando ese Monasterio. ¡Ah si tuviéramos una fe viva!, ¡con cuánta veneración y respeto estaríamos delante de esa Imagen!, ¡cómo recordáramos de su bondadosísima aparición de sus promesas y favores!, ¡cuán confiadas no serían nuestras súplicas, cuán atentos nuestros rezos, cuán ferviente nuestra oración, cuán espontánea nuestra obediencia, cuán regular nuestra observancia de los Mandamientos y de los deberes de nuestro estado! Aviva, alma mía tu fe y si no la tienes tanta, pídele a Dios y a María del Buen Suceso, para que aprovechando el don especial y privilegio singular hecho a este Monasterio no nos hagamos responsables de desperdicio y menosprecio de las gracias con que la Providencia ha querido fomentar nuestra piedad y ejercitar nuestras virtudes de fe, confianza, caridad, obediencia y observancia de todas nuestras obligaciones.

Oración. 
¡Oh Dios!, amante cuidadoso de las Comunidades piadosas que a Vos se congregan y que con prodigios especiales vigiláis por su regular observancia y ostentáis vuestra poderosa providencia en portentos de marcada protección; oye ahora nuestros ruegos acude a nuestros clamores, enciende vivísima la luz de nuestra fe en vuestra protección poderosa, para no temer a nuestros enemigos; porque si Vos nos amparáis, nadie nos hará daño; y dadnos en María Santísima del Buen Suceso una confianza ilimitada y la gracia de que en la obediencia y en el cumplimiento de nuestra regla, para no despreciar un don tan singular magnífico de prelada tan Santa y de protectora tan poderosa, a fin de que seamos siempre súbditas agradecidas y sumisas, respetuosas y observantes; y así podamos un día cantar con gloria sus favores y sus alabanzas en el Cielo en presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que privilegiaron a María como Hija, Madre y Esposa de la Santísima Trinidad, Dios uno que vives y reinas por toda la eternidad. Amén.

 DÍA NOVENO 
Considera cómo la tímida religiosa al oír el mandato de María Santísima, de que se mandara hacer una estatua del tamaño y figura de la aparición, se excusó diciendo que sería imposible que ningún escultor reprodujera tan rara belleza ni fijara con precisión la estatura y demás proporciones de la obra. Y la hermosa visión, con más amable condescendencia, le contestó: "No temas por ello; trae acá el cordón con que te ciñes y mide la altura". Y como por natural cobardía no se atreviese la Religiosa a tocar con sus manos a María, Ella cogió el un extremo de la cuerda y lo puso a la altura de su cabeza, mientras la dichosa monjita aplicaba a los pies la medida exacta de la maravillosa visión. "He ahí, le dijo, la altura de la estatua que mandarás hacer; y las demás proporciones resultarán de la misma. Coloca esta estatua en el lugar indicado con un báculo y las llaves de la clausura en mi mano derecha, porque quiero ser Abogada y Protectora de este Monasterio". Dicho lo cual desapareció la visión. Penetra ahora en el corazón de la Religiosa que acaba de recibir fervor tan señalado y misión tan grata de María Santísima; cómo quedaría agradecidísima, reconocida y llena de tantos afectos hacia la Virgen. ¡Qué recuerdos tan piadosos!, ¡qué propósitos tan firmes!; qué anhelos tan cordiales... ¡Ah! Busca, alma mía, en tu corazón esos sentimientos, y procura deshacerlo en gratitud para con la Abogada y Protectora de este Monasterio, y venerar su Imagen con los más tiernos agradecimientos y vehementes deseos de corresponder a tan singulares beneficios con una santa vida, obediente y observante de los más mínimos conceptos de tus reglas. Pues la buena religiosa favorecida por la visión, se apresuró mandar a trabajar la estatua con el más hábil escultor, y ahí está para perpetua memoria esa imagen hermosa, llena de dulzura y majestad, que se venera en el coro alto de este monasterio, a cuyo patrocinio acuden siempre las religiosas en los más graves conflictos. Ella ha sido el refugio del pueblo en sus necesidades, y por su intercesión se ha obtenido señalados portentos y gracias especiales para la Comunidad. La medida está dada por María también de su humildad, de su obediencia, de su amor de Dios y del prójimo: imítala, y esculpirás también tú una imagen de la Virgen Santísima en tu corazón. Apresúrate como aquella religiosa a trabajar la imagen moral de tu Madre Virgen en tus costumbres y en tus afectos, en tu porte y en tu trato; en tu fidelidad a la regla y en tu oración, en tu mansedumbre y en tu candor, en tu pureza, en tu desprendimiento de los bienes terrenos, aspirando sólo a los bienes celestiales.
 
Oración. 
¡Oh Dios! Padre cuidadoso de tus criaturas que de todas maneras muestras esa Providencia de gobierno paternal y cariñoso para con nosotros, dándonos principalmente a María Santísima como Abogada, Protectora y ejemplar modelo de virtud; infunde a nuestros corazones un constante anhelo de imitar a esa nuestra Madre Reina, tomando en nuestros pensamientos, deseos y acciones a la medida de los de María Santísima para asemejarlos a Ella en lo que permita nuestra naturaleza frágil y auxílianos con tu Divina Gracia para vencernos en nuestras pasiones y alcanzar los altos merecimientos de nuestra Madre en favor de sus hijas que le imploran con tierna gratitud en sus necesidades apremiantes a fin de que teniéndola siempre por Abogada, la hallaremos también propicia en el último trance de la vida, y logremos de su compañía en el Cielo. Amén

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