Gloria
2. Por ese amor especial que tú, oh gran santa, tuviste a la virtud de la pureza, consagrándote a los ocho años de edad al Señor con un voto irrevocable, y luego rechazando las más honrosas ofertas de matrimonio: obtén para nosotros, te rogamos la gracia de ser siempre puros de mente y de corazón, y de detestar y aborrecer todo lo que pueda ofender en lo más mínimo a una virtud tan sublime que eleva a los hombres al rango de los ángeles, y los hace muy amados por Dios.
Gloria
3. Por ese espíritu de retiro que te hizo, oh gran santa, no desear contemplar a nadie más que a tu Jesús, quien cuando te distraía el trabajo continuo en tu familia, te enseñó a construir una soledad en tu corazón y conservarla en todo tiempos llenos de pensamientos del cielo: obtén para nosotros, te rogamos, la gracia de amar tanto la soledad y el retiro, como quiera que el mundo nos invite a compartir sus placeres y sus pompas, para que nuestro corazón se vuelva siempre a Dios en medio de las preocupaciones más disipadoras que puede venir sobre nosotros en nuestro estado de vida.
Gloria
4. Por el espíritu de penitencia que te enseñó a infligirte a ti misma, incluso en tus primeros años, las más dolorosas mortificaciones: obtén para nosotros la gracia de soportar con paciencia las aflicciones que Dios quiera ordenar para nuestro bien y mortificarnos voluntariamente todas las inclinaciones perversas de nuestro corazón, y todos los deseos ingobernables de nuestros sentidos, para que podamos llegar a ser, en alguna medida, como nuestro modelo crucificado, Jesús.
Gloria
5. Por aquella caridad heroica que te llevó, oh gran santa, a asistir y ministrar con tus propias manos a los pobres enfermos que habían sido abandonados por todos con repugnancia, y por los cuales fuiste recompensada sólo con insultos, groserías y persecuciones: alcánzanos del Señor la gracia de estar, en todo tiempo, igualmente dispuestos a socorrer a nuestro prójimo en sus necesidades, y a perdonarle generosamente cuando sólo devuelve afrentas por los beneficios que le conferimos, para que merezcamos la bienaventuranza prometida en esta vida y en la próxima a la mansedumbre y a la verdadera misericordia.
Gloria
6. Por aquella luz sobrenatural con la que tú, oh gran santa, fuiste milagrosamente capaz de aconsejar al Romano Pontífice, que vino en persona a consultarte, cuando le obtuviste la reconciliación con sus adversarios, y su regreso a Roma: obtén para nosotros del Señor la gracia de saber, en todas nuestras dudas, lo que es más conforme a la voluntad de Dios, y más conducente a la salvación de las almas, para que en todas nuestras acciones podamos promover el honor de Dios y el bienestar de nuestro prójimo.
Gloria
7. Por esa especial devoción que tú, oh gran santa, tuviste a Jesucristo en el Santísimo Sacramento, quien a veces te dio la comunión con sus propias manos: obtén para nosotros, te rogamos, la gracia de sentir hacia el Santísimo Sacramento la más ferviente devoción, para que nos regocijemos en conversar con Jesús y recibirlo en nuestro seno para su honor y gloria, y para la salvación de nuestras almas.
Gloria
Santa Catalina, ruega por nosotros, para que podamos obtener lo que deseamos a través de esta novena, si lo que pedimos es agradable a Dios y conducente a nuestra salvación eterna. Que se haga la voluntad de Dios. Amén
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