La soberbia (del latín superbia ), usada como sinónimo de orgullo (del francés orgueil). La palabra griega orgullo es tuphoo.
"enaltecido","altivo", "engreído"
Typhóō (de typhos, "humo") - propiamente, soplar humo, nublar el aire; (figuradamente) tener una mentalidad turbia (confusa) que resulta en la ceguera moral, y un juicio deficiente que resulta en aún más pérdida de lucidez espiritual.
“El principio de la soberbia es apartarse de Dios y alejarse el corazón del Creador. Porque el pecado es el principio de la soberbia y el que se entrega a ella esparce abominación” (Eclesiástico10:14-15).
Santo Tomás de Aquino definió los 7 pecados capitales. Los “pecados capitales que la tradición cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno. Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria (en latín, luxuria), la gula, la pereza (acidia)”.
Por el pecado de soberbia "la criatura vuelve su espalda a Dios, no por debilidad e ignorancia, sino solamente porque en su autoexaltación no se molesta en someterse".
Tobias 4:14 "La soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud"
El orgullo o la arrogancia, es un deseo desordenado, un hambre de gloria con desprecio de la grandeza y gloria de Dios, es el amor propio que busca la atención y el honor hacia la propia persona, que trata de igualarse a Dios. La soberbia es uno de los mayores pecados según la Biblia, y su origen es el mismo pecado original de rebelión contra Dios, en el deseo de los hombres de considerarse dioses, creyendo conocer el bien y el mal. El hombre peca de soberbia cuando desprecia las leyes divinas que prohíben el pecado. El hombre, por soberbia, se rebela contra la sujeción a Dios Todopoderoso, desprecia y desobedece Su Santa Ley.
Proverbios 8:13
Temer al Señor es aborrecer el mal; la arrogancia y el orgullo, la mala conducta y la boca perversa, las detesto.
“El principio de todo pecado es la soberbia” (Ecles. 10,15).
Santo Tomás Moro habla del orgullo como cabeza y raíz de todos los vicios, y Santo Tomás de Aquino considera el pecado de (orgullo) soberbia “la reina de todos los vicios, y pone en su lugar a la vanagloria como uno de los pecados capitales”
“Todos los pecados son repulsivos ante Dios, pero el más repulsivo de todos es el orgullo del corazón”.
San Antonio de Padua
San Gregorio:
“Cuando la soberbia, reina de todos los vicios, se hace dueña del corazón, lo entrega a los siete vicios capitales, lo mismo que a capitanes de un ejército de devastación, de los que nacen muchos otros vicios”.
(La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de soberbia, por la que el hombre no se somete a las reglas de la fe. (Santo Tomás, Suma Teológica,2-2, q. 10, a. 1).
Pedro 2:2, Judas 3-13
«Hay otros animales que llevan los cuernos dirigidos hacia adelante, como los unicornios. Esto simboliza la soberbia de los hipócritas, que disfrazan su soberbia bajo la apariencia de la religión. De ellos dice el Eclesiástico: “No faltan algunos que se humillan falsamente; pero su interior está lleno de engaño” (19, 23). Y el bienaventurado Gregorio: “Preciosa cosa es la humildad, con la cual la misma soberbia quiere disfrazarse, para no ser despreciada”.
Ezequiel 16
49 Éste fue el crimen de Sodoma, tu hermana, y de sus hijas: soberbia, gula y pereza; no socorrieron al pobre, al indigente,
50 sino que se llenaron de orgullo y cometieron lo que yo detesto (cometieron actos repugnantes, cometieron abominaciones delante de Mí); por eso los aniquilé, como has visto.
“Nascosta superbia, manifesta lussuria”:
Como dice san Augustín, «suele castigar Dios la secreta soberbia con manifiesta lujuria».
El pecado de Sodoma comenzó con el pecado de soberbia
por César Vidal
En este artículo y los siguientes, intentaré detenerme en las fases de ese proceso de degeneración moral que acaba desembocando, de forma irremisible, en el juicio divino. Afortunadamente, el proceso aparece descrito en Ezequiel 16:49-50: “
He aquí que la maldad de tu hermana Sodoma fue ésta: soberbia, abundancia de pan, abundancia de ocio tuvieron tanto ella como sus hijas, y no amparó la mano del débil y del necesitado. Y se llenaron de soberbia y cometieron abominación delante de mi, y al ver lo que perpetraban, las eliminé”. La sucinta –pero, como veremos, sustanciosa– descripción de Ezequiel indica sin lugar a dudas cuál es el primer paso de depravación que concluye en la práctica de la homosexualidad (abominación) y el juicio de Dios. De manera quizá sorprendente para algunos no es la lujuria ni el deseo desaforado sino la soberbia. Lo que introduce la primera cuña entre Dios y los seres humanos es la convicción de estos últimos de que pueden actuar sin tener en cuenta la ley de Dios y de que, en lugar de someterse a Su Palabra, pueden someter ésta a sus opiniones humanas. Semejante conducta es mera soberbia y tiene consecuencias fatales. Los ejemplos de soberbia en las Escrituras comienzan en el mismo jardín del Edén cuando Adán y Eva deciden que van a actuar no según el mandato de Dios, sino según lo que a ellos les parece bello a la vista y agradable al gusto (Génesis 3:6). Por supuesto, ambos podrían haber aceptado humildemente que Dios sabía mejor que ellos lo que era bueno, pero, soberbiamente, hicieron lo contrario con unas consecuencias devastadoras para el género humano. Esa misma soberbia –cuyo contrapunto es Abraham– es la que hallamos en Babel donde los hombres decidieron prepararse un abrigo frente a cualquier castigo divino y lo único que lograron fue sumirse en la confusión más horrenda (Génesis 11:1 ss). Esa misma soberbia es la que, a fin de cuentas, hallamos en la descripción del proceso de degeneración moral que Pablo describe en Romanos 1:18-23, al señalar que los seres humanos en lugar de someterse humildemente a Dios, se crearon sus propias (y repugnantes) divinidades y se entregaron a razonamientos que les parecían sofisticados, pero que no pasaban de ser necedades tenebrosas. El pecado de Sodoma comienza, al fin y a la postre, cuando un individuo o una sociedad decide que su opinión es tan buena –en la práctica, mejor- como la de Dios. Cuando en lugar de atender a lo que la Escritura enseña, se dedica a indicarnos que esas eran ideas quizá buenas para otros tiempos, pero inaceptables para nuestro día; cuando decide que las enseñanzas sobre la sexualidad o la familia contenidas en la Biblia son inaceptables porque chocan con la ideología de género o cuando, a fin de cuentas, decide que –en su inmensa soberbia– sabe más que la Palabra de Dios y puede afeitarla o recortarla como si fuera la barba de un gañán, en ese momento se han dado los primeros pasos en el pecado de Sodoma y hacia su trágico destino.
Sobre las seudo-leyes que abogan por el derecho a pecar:
Y si una autoridad decreta leyes contrarias a la Ley de Dios, estas leyes serán inicuas y su fuerza legal será nula, porque no son justas y apartan a los hombres de la salvación.
«¿Qué muerte más funesta para el alma como la libertad de errar?» San Agustín
Sentir orgullo de rebelarse contra Dios y obstinarse en vivir en pecado mortal es una obra demoníaca.
Sobre las seudo-leyes que abogan por el derecho a pecar:
Y si una autoridad decreta leyes contrarias a la Ley de Dios, estas leyes serán inicuas y su fuerza legal será nula, porque no son justas y apartan a los hombres de la salvación.
«¿Qué muerte más funesta para el alma como la libertad de errar?» San Agustín
Sentir orgullo de rebelarse contra Dios y obstinarse en vivir en pecado mortal es una obra demoníaca.
La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no aprueban su espíritu, y aun terminan por tenerles aborrecimiento. (S. Juan de la Cruz, Noche Oscura,1,2).
La reprensión, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a los soberbios. (San Cirilo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 52).
La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no aprueban su espíritu, y aun terminan por tenerles aborrecimiento. (S. Juan de la Cruz, Noche Oscura,1,2).
La reprensión, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a los soberbios. (San Cirilo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 52).
¡Qué grande es la vanagloria de creerse que pueda el hombre hacerse Dios! ¡Desgraciado! Por haber querido vanamante divinizarte te has rebajado hasta infrahumanizarte.
Proverbios 16:18El preludio de la ruina es el orgullo; el preludio de la caída, el espíritu altanero (presunción).
La vanagloria, la ambición y la presunción son habitualmente enumeradas como los vicios hijos del soberbia, porque están bien adaptados para servir a sus desordenados fines.
Dice santo Tomás: los demás vicios huyen de Dios, pero la soberbia se enfrenta a él.
La vanagloria es una comida del alma que le brinda primero manjares deliciosos, pero después la deja vacía, despojada de virtudes, en una absoluta desnudez, estéril y pobre de frutos espirituales (CASIANO, Instituciones,5).
(El demonio procura) enredar nuestros pasos en las zarzas de la vanagloria (CASIANO, Instituciones,11).
Los ancianos usan de una comparación felicísima para describir el carácter de esta enfermedad que es la vanagloria. La asemejan a la cebolla y a otras plantas bulbosas. Quitáis una capa y encontráis una segunda: y cuantas más suprimís más envolturas halláis en ellas (CASIANO, Instituciones,11).
El preludio de la ruina es el orgullo; el preludio de la caída, el espíritu altanero (presunción).
La vanagloria, la ambición y la presunción son habitualmente enumeradas como los vicios hijos del soberbia, porque están bien adaptados para servir a sus desordenados fines.
Dice santo Tomás: los demás vicios huyen de Dios, pero la soberbia se enfrenta a él.
La vanagloria es una comida del alma que le brinda primero manjares deliciosos, pero después la deja vacía, despojada de virtudes, en una absoluta desnudez, estéril y pobre de frutos espirituales (CASIANO, Instituciones,5).
(El demonio procura) enredar nuestros pasos en las zarzas de la vanagloria (CASIANO, Instituciones,11).
Los ancianos usan de una comparación felicísima para describir el carácter de esta enfermedad que es la vanagloria. La asemejan a la cebolla y a otras plantas bulbosas. Quitáis una capa y encontráis una segunda: y cuantas más suprimís más envolturas halláis en ellas (CASIANO, Instituciones,11).
San Francisco de Asís:
San Francisco de Asís:
Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados (Admon. 5, 3).
Lo más terrible de ese pecado es que, cuanto más domina al hombre, menos culpable se cree éste del mismo. En efecto, jamás el orgulloso querrá convencerse de que lo es, ni jamás reconocerá que no anda bien: todo cuanto hace y todo cuanto habla, está bien hecho y bien dicho. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el orgullo).
Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados (Admon. 5, 3).
Lo más terrible de ese pecado es que, cuanto más domina al hombre, menos culpable se cree éste del mismo. En efecto, jamás el orgulloso querrá convencerse de que lo es, ni jamás reconocerá que no anda bien: todo cuanto hace y todo cuanto habla, está bien hecho y bien dicho. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre el orgullo).
Leemos en Malaquías 3:15 el aparente triunfo momentáneo de los soberbios: ¡Los malvados no sólo prosperan, sino que ponen a Dios a prueba y se salen con la suya! Pero si no se arrepienten y se obstinan en pecar les aguarda el Castigo eterno: Malaquías 4:1, 2 Pedro 3:7,Judas 1:7
Judas 1:7 Biblia Martin Nietocomo a Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, que, al igual que aquéllas, se dedicaron a la lujuria y la homosexualidad y quedaron como ejemplo, sujetas a la pena del fuego eterno.
"Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría." —Proverbios 11:2
La Palabra de Dios condena la practica de la homosexualidad, a los afeminados (a los que se 'cambian' de sexo, a los travestis), a los activistas gay y a todos los que aprueban la homosexualidad.
Romanos 1:32 - Biblia Torres Amat 1825
los cuales en medio de haber conocido la justicia de Dios, no echaron de ver, que los que hacen tales cosas, son dignos de muerte eterna, y no sólo los que las hacen, sino también los que aprueban a los que las hacen.
“Los soberbios mucho se han burlado de mi, pero yo no me he apartado de tu ley” (Sal. 118, 51).
“Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da la gracia” (Sant. 4,6).
San Gregorio dice “la soberbia es signo clarísimo de reprobación, mientras que la humildad lo es de predestinación”.
“El orgullo es la fuente de todos los vicios y la causa de todos los males que acontecen y acontecerán hasta la consumación de los siglos”.(Santo Cura de Ars, Sermón sobre el orgullo).
SAN ALFONSO MARIA LIGORIO:
«Salviano escribe que fue por el pecado de impureza que Dios envió el castigo a la Tierra con el diluvio universal, causado porque la lluvia continuó durante cuarenta días y cuarenta noches. En este diluvio, las aguas subieron quince codos por encima de las cimas de las montañas más altas; y sólo ocho personas, junto con Noé se salvaron en el arca. El resto de los habitantes de la Tierra, que eran más numerosos entonces que en la actualidad, fueron castigados con la muerte como castigo de los vicios de la impureza. Note las palabras del Señor al hablar de este castigo que infligió a ese pecado. "Mi Espíritu no permanecerá en el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne" - Génesis 6:3. "Eso es", dice Liranus, "demasiado profundamente involucrado en los pecados carnales". El Señor añadió: "Porque me arrepiento de haberlo hecho" - Génesis 6:7. La indignación de Dios no es como la nuestra, que nubla la mente, y nos conduce a excesos; su ira es un juicio perfectamente justo y tranquilo, por el cual Dios castiga y repara de desordenes del pecado. Sin embargo, para hacernos comprender la intensidad de su odio por el pecado de la impureza, Él se representa a sí mismo como apesadumbrado por haber creado al hombre, que tan gravemente lo ofendió por este vicio. Nosotros vemos hoy en día un castigo temporal más severo infligido en esto, que en cualquier otro pecado. Ve a los hospitales, y escucha los gritos de tantos jóvenes, que, en castigo de sus impurezas, están obligados a someterse a los más severos tratamientos y a las operaciones más dolorosas, y que, si se escapan de la muerte, estan según la amenaza divina, débiles y sujetos a los dolores más insoportables para el resto de sus vidas. "Por eso yo, el Señor, digo: Puesto que te has olvidado de mí y me has vuelto la espalda, tendrás que sufrir el castigo de tu libertinaje y de tus fornicaciones." Ezequiel 23:35»
Afirma San Francisco de Asís que quien posee una virtud las posee a todas, y quien ofende a una de ellas a todas ofende.
No existe ninguna otra pasión como la soberbia, capaz de aniquilar las virtudes y despojar al hombre de toda justicia y santidad. Al modo de una enfermedad contagiosa que afecta a todo el organismo, y no se contenta con debilitar un solo miembro sino que corrompe el cuerpo entero, así esta pasión derriba a aquellos que están ya firmes en la cima de la virtud para deshacerse de ellos. (Casiano, Instituciones,12).
1. LA CURA DEL ESPÍRITU DE ORGULLO ES: ESPÍRITU DE HUMILDAD.
Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más grande será ante Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es delante de Dios. (San Agustín, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).
La epístola de Santiago nos enseña lo que debemos hacer para volvernos humildes:
- Someternos a Dios (Santiago 4: 7).
- Acercarnos al Señor (Santiago 4: 8).
- Perseguir la santidad (Santiago 4: 8 purifiquen su corazón, santifiquen sus corazones). "Quiten el pecado de su vida, pecadores. Concentren su mente en Dios, ustedes que quieren (amar) seguir a Dios y al mundo".
- Arrepentirnos (Santiago 4: 9). Un Corazón contrito significa "estar completamente arrepentido, sintiendo remordimiento y afectado por la culpa, profundamente arrepentido y deseando expiar el pecado".
- Ir a la confesión: Santiago 5:16
- Resistir la tentación. Huir de las ocasiones de pecado (Santiago 4:7) y de las malas compañías.
3. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LUJURIA ES: ESPÍRITU DE CASTIDAD.
4. LA CURA DEL ESPÍRITU DE IRA ES: ESPÍRITU DE PACIENCIA.
5. LA CURA DEL ESPÍRITU DE LA GULA ES: EL ESPÍRITU DE LA TEMPLANZA.
6. ESPÍRITU DE LA ENVIDIA LA CURA ES: ESPÍRITU DE CARIDAD.
7. LA CURA DEL ESPÍRITU DE PEREZA ES: ESPÍRITU DE DILIGENCIA.
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