domingo, 26 de junio de 2022

Súplica a San Pelayo por España -Mártir de la Pureza y la Fe por rechazar la homosexualidad y el Islam

 Mártir por la fe y la pureza.

Memorial: 26 de junio 

Martirio de San Pelayo, el mártir que convirtió a muchos en la prisión.


Patronazgo: Castidad y jóvenes, personas abandonadas, víctimas de tortura, Castro Urdiales, España. 

Ejemplo de virtud de castidad juvenil frente a la homosexualidad. 

Modelo de pureza, de heroísmo y de fe para sacerdotes y seminaristas.


San Pelayo es el patrono del Seminario Menor de Tui, sus restos fueron trasladado a León y posteriormente a Oviedo, donde es venerado en un monasterio de monjas benedictinas.






SÚPLICA POR ESPAÑA.

(– Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes

— Oh Pelayo, ¡cuán grande es tu gloria en el cielo! Con Justo y Pastor, con Dominguito del Val, con Eulalia y Julia y con Flora formas un manojito de encendidos claveles y de blancas azucenas digno de presentarse al Rey de la gloria. Ni la brillante corte del Califa de Córdoba, ni sus deslumbrantes promesas engañaron tus ojos. Preferiste a esos engañosos y caducos placeres la incomparable gloria prometida por Jesucristo a los que dan su vida por él. Acuérdate de pedir por España, libre ya de musulmanes pero no de marxistas, para que conserve su fe. Sobre todo ruega por la juventud, cuya fe trata de pervertirse con doctrinas de perversas filosofías, y cuya castidad se encuentra amenazada por un sensualismo pagano.





San Antonio de Padua Confesor y Doctor de la Iglesia: Estos son los siete candelabros que iluminan a todas las iglesias, reunidas por el Espíritu de la gracia septiforme, en medio de las cuales el prelado, a semejanza del Hijo del hombre, o sea, de Jesucristo, debe caminar en la pobreza, en la humildad, en la obediencia, vestido del alba blanca. El alba es la túnica talar, que llevaba Aarón, y significa la castidad del cuerpo, a la que se debe unir la pureza del corazón.




Del oficio de lectura, 26 de junio, San Pelayo, Mártir


De las cartas de san Bernardo, abad

Carta 42, a Enrique, arzobispo de Sens

La castidad, la caridad y la humildad carecen externamente de relieve, pero no de belleza; y, ciertamente, no es poca su belleza, ya que llenan de gozo a la divina mirada. ¿Qué hay más hermoso que la castidad, la cual purifica al que ha sido concebido de la corrupción, convierte en familiar de Dios al que es su enemigo y hace del hombre un ángel?


El hombre casto y el ángel son diferentes por su felicidad, pero no por su virtud. Y, si bien la castidad del ángel es más feliz, sabemos que la del hombre es más esforzada. Sólo la castidad significa el estado de la gloria inmortal en este tiempo y lugar de mortalidad; sólo la castidad reivindica para sí, en medio de las solemnidades nupciales, el modo de vida de aquella dichosa región en la cual ni los hombres ni las mujeres se casarán, y permite, así en la tierra la experiencia de la vida celestial.


Sin embargo, aunque la castidad sobresalga de modo tan eminente, sin la caridad no tiene ni valor ni mérito. La castidad sin la caridad es una lámpara sin aceite; y, no obstante, como dice el sabio, qué hermosa es la generación casta, con caridad, con aquella caridad que, como escribe el Apóstol, brota del corazón limpio, de la buena conciencia y de la fe sincera.



Oración

Señor, Padre nuestro, que prometiste a los limpios de corazón la recompensa de ver tu rostro, concédenos tu gracia y tu fuerza, para que, a ejemplo de san Pelayo, mártir, antepongamos tu amor a las seducciones del mundo y guardemos el corazón limpio de todo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.





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