Virgen santísima, Madre del Verbo encarnado, tesoro de la gracia y refugio de nosotros miserables pecadores, con fe viva recurrimos a tu amor maternal, y te pedimos la gracia de hacer siempre la voluntad de Dios y la tuya. En tus santísimas manos ponemos nuestro corazón, y te pedimos salud del cuerpo y del alma; y como tenemos la segura esperanza de que tú, Madre nuestra amantísima, nos escucharás, te decimos con fe viva:
Ave María, tres veces
Oremos
¡Defiende, te suplicamos, oh Señor! por intercesión de María santísima, siempre virgen, a los siervos tuyos de toda enfermedad; y dígnate misericordiosamente protegerlos, postrados en la sinceridad de sus corazones ante Ti, contra las asechanzas del enemigo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
(Indulgencia de 100 días, una vez al día. León XII, n de agosto de 1824.
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