EL AÑO LITÚRGICO – Dom Prospero Gueranger, Abad de Solesmes
21 de Marzo San Benito
Apenas habían transcurrido cuarenta días desde que Santa Escolástica se elevó a los cielos, cuando San Benito, su hermano, se elevó a su vez, por un camino luminoso, hacia la morada que debía reunirlos a los dos para siempre. La partida de uno y de otro para la mansión celestial, acaeció en este período que coincide casi todos los años con el tiempo de Cuaresma. Pero ocurre también que, a veces, la fiesta de la virgen Escolástica ha sido ya celebrada cuando la santa Cuaresma abre su curso, mientras que la solemnidad de San Benito tiene lugar constantemente en los días consagrados a la penitencia cuaresmal. El Señor, que también lo es del tiempo, ha querido que los fieles, durante sus ejercicios de penitencia, tengan cada año ante los ojos un modelo y un protector.
PADRE DE EUROPA. — La posteridad, en efecto, tenía derecho a conocer la historia y las virtudes de un hombre cuya acción sobre la Iglesia y la sociedad han sido tan saludables a través de los siglos. Para conocer la influencia de Benito, sería necesario recorrer los anales de todos los pueblos de Occidente, desde el siglo vix hasta nuestros días. Benito es el padre de Europa; es quien, por medio de sus hijos, numerosos como las estrellas del cielo y las arenas del mar, levantó las ruinas de la sociedad romana, aplastada por los bárbaros; quien presidió al establecimiento del derecho público y privado de las naciones que surgieron después de la conquista; quien llevó el Evangelio y la civilización a Inglaterra y a Alemania, a los países del Norte y hasta los pueblos eslavos; quien enseñó la agricultura y destruyó la esclavitud; quien salvó, en fin, el tesoro de las letras y de las artes del naufragio que iba a devorarlos para siempre y dejar a la raza humana sumida en las tinieblas.
Su POSTERIDAD. — Un número inmenso de Santos y Santas que reconocen a Benito por Padre depura y santifica la sociedad todavía medio salvaje. Una larga serie de Sumos Pontífices, formados en el claustro benedictino, preside los destinos de este mundo nuevo y crea para él esas instituciones fundadas únicamente en la ley moral y destinadas a neutralizar la fuerza bruta que sin ella hubiera prevalecido. Innumerables Obispos salidos de la escuela de Benito, aplican a las provincias y a las ciudades estas saludables prescripciones. Los apóstoles de veinte naciones bárbaras hacen frente a esas razas feroces e incultas, llevando en una mano el Evangelio y en la otra la Regla de su. padre. Durante largos siglos los sabios, los doctores, los educadores de la infancia pertenecen casi exclusivamente a la familia del gran Patriarca, que por ellos derrama luz clarísima a todas las generaciones. ¡Qué cortejo al rededor de un sólo hombre, formado por este ejército de héroes de todas las virtudes, de Pontífices, de Apóstoles, de Doctores, que se proclaman sus discípulos y que hoy se unen a la Iglesia entera, para glorificar al soberano Señor cuya santidad y poderío se han manifestado con semejante brillo en la vida y en las obras de Benito!
VIDA. — San Benito nació en Nursia hacia el año 480. Joven aún, abandonó el mundo y los estudios y vivió durante algunos años como eremita en Subiaco. La fama de su santidad llevó junto a él numerosos discípulos para los cuales edificó muchos Monasterios. En el de Montecasino, donde vivió sus últimos años, escribió una Regla, muy pronto universalmente adoptada por los monjes de Occidente. Célebre por sus milagros, por el don de profecía y por una admirable sabiduría se durmió en el Señor en 547. Su vida fué escrita por San Gregorio Magno. Desde 703 su cuerpo reposa en la iglesia de Fleury-sur-Loire, en Orleíms.
PLEGARIA POR EUROPA. — ¡Oh Padre de tantos pueblos!, pon los ojos en tu herencia y bendice una vez más a esta Europa ingrata, que te lo debe todo y casi ha olvidado tu nombre. La luz que tus hijos la llevaron, se ha eclipsado; el calor conque vivificaron las sociedades fundadas y civilizadas por la Cruz, se ha enfriado; las espinas han cubierto gran parte del suelo en el que sembraron la semilla de la salvación. Ven en socorro de tu obra y por tus preces sostén la vida que amenaza extinguirse. Consolida lo que está vacilante y una nueva Europa católica surja pronto en lugar de la que la herejía y todos los falsos sectarismos nos han creado.
PLEGARIA POR LA IGLESIA. — Sostén, oh Benito, la santa Iglesia con tu poderosa intercesión. Asiste a la Sede Apostólica, con tanta frecuencia ocupada por tus hijos. Padre de tantos pastores de pueblos, alcánzanos Obispos semejantes a los que ha formado tu Regla. Padre de tantos Apóstoles, demanda para los países infieles heraldos evangélicos que triunfen por la sangre y la palabra como todos los que salieron de tus claustros. Padre de tantos doctores, ruega a fin de que la ciencia de las sagradas letras renazca como una ayuda para la Iglesia y como confusión del error. Padre de tantos ascetas, activa el celo de la perfección cristiana que languidece en tantos cristianos modernos. Patriarca de la religión de Occidente, vivifica a todas las Ordenes religiosas que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia; todas te miran con respeto como a padre venerable; derrama sobre toda ella la influencia de tu caridad paternal.
1 Dom Guéranger escribía esto en los difíciles comienzos de la restauración de la Orden en Francia, restauración llevada a cabo por él mismo cuando en su país y en toda Europa las órdenes religiosas habían sido barridas por el vendaval de las revoluciones y el sectarismo de los gobiernos liberales o ateos. Hoy día, afortunadamente, los monjes han visto renovarse los días gloriosos del pasado y .con la confianza puesta en Dios miran seguros el porvenir. N. de los T.
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