"Tres jueves hay en el año, que relucen más que el sol Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión".
Tradicionalmente la Iglesia católica ha celebrado la Solemnidad litúrgica de la Ascensión el cuadragésimo día después de la Resurrección Pascual. San Juan Crisóstomo y San Agustín escribieron sobre esta solemnidad. Fue ampliamente difundida por San Gregorio de Nisa.
El Gran Mandato que Jesús da a la Iglesia
La gran comisión:
Evangelio según san Mateo, 28:16-20
Y llegando Jesús les habló diciendo: "Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: enseñándolas a observar todas las cosas que os he mandado: y mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del siglo".
San Agustín (Catena Aurea): Se debe entender por la derecha la potestad que recibió de Dios aquel hombre para juzgar cuando venga.
Nuestra profesión de fe: Dogma de Fe
Artículo 6º. Subió a los cielos: está sentado a la diestra de Dios Padre.
CAPITULO VII: EL SEXTO ARTÍCULO
Del Catecismo Mayor San Pío X:
121.- ¿Qué nos enseña el sexto artículo: SUBIÓ A LOS CIELOS: ESTÁ SENTADO A LA DIESTRA DE DIOS PADRE? - El sexto artículo del Credo nos enseña que Jesucristo, cuarenta días después de su resurrección, subió por sí mismo al cielo en presencia de sus discípulos, y que, siendo como Dios igual al Padre en la gloria, fue como hombre ensalzado sobre todos los Ángeles y Santos y constituido Señor de todas las cosas.
CAPITULO VII I: DEL SÉPTIMO ARTÍCULO
126.- ¿Qué nos enseña el séptimo artículo: DESDE ALLÍ HA DE VENIR A JUZGAR A LOS VIVOS Y A LOS MUERTOS? - El séptimo artículo del Credo nos enseña que al fin del mundo Jesucristo, lleno de gloria y majestad, vendrá del cielo para juzgar a todos los hombres, buenos y malos, y dar a cada uno el premio o el castigo que hubiere merecido.
Artículo 7º. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Catecismo de Trento:
I. SIGNIFICADO Y VALOR DEL ARTÍCULO
Tres son los grandes oficios que resumen la divina misión de Cristo para con su Iglesia: Redentor, Protector y Juez. En los artículos precedentes hemos considerado cómo Jesús redimió a la humanidad con su pasión y muerte y cómo asumió para siempre el patrocinio de nuestra causa con su ascensión a los cielos. Réstanos verle en su función de Juez.
Y éste es el contenido del presente artículo: que Cristo nuestro Señor ha de juzgar a todos los hombres en el último día.
C) Cristo es Juez también como hombre
Según las Sagradas Escrituras, este juicio de la humanidad competerá a Cristo, no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre. Porque, si bien es cierto que la potestad de juzgar es común a las tres Personas de la Santísima Trinidad, se le atribuye de manera especial al Hijo, como igualmente se le atribuye la sabiduría.
Y que también en cuanto hombre tiene potestad Jesús para juzgar al mundo, lo afirma Él mismo en aquellas palabras: Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también al Hijo tener vida en sí mismo y le dio poder de juzgar, por cuanto Él es el Hijo del hombre (Jn 5,26-27).
Obsérvese que el Señor nos hace ver sus promesas. Había ofrecido que resucitarían los cuerpos; resucitó El de entre los muertos, y confirmó a sus discípulos en esta fe por espacio de cuarenta días. Ofreció también que seremos arrebatados al cielo, y probó esto también por medio de las obras.
Prosigamos imitándolos siempre en una vida santa, alabando y bendiciendo a Dios, de quien es la gloria, la dicha y el poder por los siglos. Amén.
"Y les dijo: - Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean en mi Nombre: echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán- Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios"
(San Marcos 16, 15-19; cfr. San Lucas 24, 50-51).
¿Qué es de considerar, pues, en esto, sino que la obediencia siguió al precepto, y los milagros a la obediencia? Había mandado el Señor: "Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a todas las criaturas", y en los Hechos de los Apóstoles, se lee: "Me serviréis de testigos hasta el cabo del mundo" ( Hechos 1,8)
Pero debemos tener presente que la palabra se confirma con la obra, como en los Apóstoles, cuyas palabras confirmaban los milagros que las acompañaban. ¡Oh Jesús! Dignaos hacer que las palabras de santidad que pronunciamos, sean confirmadas por nuestras obras y actos, para que, con vuestra cooperación, seamos perfectos en todas nuestras palabras y obras, porque vuestra es la gloria de las palabras y de las obras.
San Lucas 24: 45 - 53 | |
Omitiendo todo lo que el Señor había hecho con sus discípulos en el espacio de cuarenta días, el evangelista pasa del primer día de su resurrección al último día en que subió a los cielos, diciendo: "Los sacó fuera, hasta Betania". Ante todo, por lo que dice el nombre de la ciudad -que quiere decir casa de obediencia - entendemos que el que había bajado del cielo por la desobediencia de los malos, subió por la obediencia de los convertidos. Además, por el lugar que ocupaba la ciudad (que según se dice estaba a la falda del monte de los Olivos), porque la casa de la Iglesia obediente debía estar a la falda del monte mismo (esto es, de Cristo), en donde ha colocado los fundamentos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Bendijo a quienes había mandado enseñar. Por ello sigue: "Y alzando las manos los bendijo".
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