¿En qué consiste la verdadera devoción a María Santísima?” –contesta San Antonio María Claret -: “En abstenerse de todo pecado, imitar sus virtudes, tributarle algunos obsequios, frecuentar los Santos Sacramentos, y hacer bien, con agrado y perseverancia, las oraciones y demás cosas de su servicio”.
Recemos el Salve, implorando en todo momento la clemencia de María como nuestra abogada. Confiemos en que ella, como madre de misericordia, nos escuchará especialmente en esos momentos de angustia, peligro y necesidad.
Dios te salve,
Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente. Oh piadosa. Oh dulce Virgen María.
Hermanos les recomiendo que aprendan esta poderosa oración en Latín:
Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
ad te clamamus
exsules filii Evae,
ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
misericordes oculos ad nos converte;
et Iesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria.
Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario